domingo, 12 de octubre de 2008

Viñadores dignos o indignos. Mt 21, 33 - 43.

Los Evangelios de los domingos anteriores presentan a un Jesús que ha sido probado por los jefes religiosos de ese tiempo, pero que sagazmente ha sorteado esas situaciones. El Evangelio de este domingo es una de las muchas parábolas que ha relatado para mostrar el sufrimiento que el Mesías tenía que padecer y la terquedad de un pueblo que no lo reconoce como el Hijo de Dios

En esta ocasión, Jesús relata la parábola de un hombre que plantó una viña en su hacienda y luego la arrendó a unos viñadores para que la administraran. Al momento de llegar la primera cosecha envió unos criados para recoger los primeros frutos. Los viñadores asesinaron vilmente a uno, hirieron a otro y apedrearon al último; después envió a otros e hicieron lo mismo. El dueño de la viña tomó por última opción enviar a su propio hijo creyendo que lo respetarían, pero al llegar a la viña lo arrojaron fuera de ella y lo mataron.

Jesús lanza una pregunta a los que le escuchaban, en especial a los jefes de los sacerdotes y de los fariseos, ¿Qué hará el dueño de la viña con esos viñadores? El público responde con algunas afirmaciones que no son acordes con lo que dice Jesús: “No han leído nunca las escrituras: la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, es un milagro patente, es el Señor quien lo ha hecho”. De esta forma da a entender a los jefes de los fariseos y de los sacerdotes que es Él quien será desechado y que ese Padre entregará su viña a otros para que la administren y den mejores frutos. Es así como se intensifica la persecución contra Él.

Jesús, en su parábola, quiere mostrar tres aspectos importantes:

Dios que habló a través de los profetas a su pueblo y no lo escucharon.
El Padre envía a sus profetas para anunciar la salvación, pero este pueblo necio y testarudo no los reconoce, los apedrea, los hiere y los mata. Es un pueblo al que Dios quiso revelarle su amor, pero, en su ceguera, no supo dar los frutos que les pedía el Señor.

El Padre que envía a su propio Hijo a una generación que tampoco lo reconoce.
Dios mismo se hace hombre, se rebaja a la condición humana para acercarse al hombre y desde allí es donde el Señor planta su obra.

La viña que tienen los viñadores se les arrebatará por no dar buenos frutos
El deseo del dueño de la viña es dar a otros la administración, para que den buenos frutos, es decir, Dios quita la viña a los que creen que la salvación es para unos pocos y la entrega a los pobres, prostitutas, gentiles, paganos… a los que no cuentan para la sociedad.

¿Hoy, qué dice esta parábola para los cristianos?

Muchos hombres y mujeres han seguido el proyecto de Jesús en sus vidas, han anunciado y profesado públicamente el nombre del Señor a costa de sus propias vidas, así lo experimentaron los primeros cristianos a través del martirio y así lo experimentan otros tantos en la actualidad, personas que no pertenecen al santoral de la Iglesia, pero que en medio de la clandestinidad han trabajado por el Reino de Dios: sacerdotes en lugares de conflicto armado, religiosas y religiosos que viven la persecución, laicos comprometidos que son asesinados por anunciar la verdad en un mundo lleno de viñadores homicidas que no aceptan el mensaje de salvación.

En la sociedad, pues, hay muchos viñadores asesinos, quienes matan o desplazan los campesinos, extorsionan a los más pobres, abusan moral y físicamente de los niños y hacen otras cosas más contra la vida. Los pequeños, ultrajados y asesinados hoy, son los hijos del dueño de la vida, los crucificados de nuestra historia.

Los profetas antiguos y modernos han visto el sufrimiento de su pueblo y han sido atacados por los grandes viñadores, que se creen con la autoridad de pasar por encima del otro. Estos profetas han sido aniquilados por causa de la falsedad. Mientras tanto, los cristianos seguimos pasmados ante esta realidad que reclama un compromiso más radical.

El compromiso del cristiano debe estar en reconocer a Jesús presente en el Otro: en el que sufre, en el abandonado, el desplazado… y así no caer en el error de los viñadores, asesinando, ultrajando y apedreando a Jesucristo en la persona de los pobres. El compromiso reside en estar atentos a la realidad y en anunciar y testimoniar la verdad de Dios. El compromiso está en dar frutos y no ser viñadores estériles, mas bien humildes en la construcción de la viña fecunda del Reino.

¿Seremos viñadores homicidas que no damos frutos dentro de nuestra Iglesia y sociedad?

Oremos por nuestro amigo José Adilio Menjívar, fundador del Amigo de los Pobres, quien se halla de duelo por el asesinato de su hermano, a causa de la violencia en El Salvador. Pidamos por él y por El Salvador, para que la violencia estructural que genera todas las demás violencias pueda convertirse en Reino de Dios.

No hay comentarios:

COMENTARIOS Y SUGERENCIAS

Hacerlos al email: amigodelospobres@yahoo.com.mx Gracias por leernos.