domingo, 19 de septiembre de 2010

¿CÓMO SERVIR A DIOS Y AL DINERO A LA VEZ?

Lucas 16, 1-13

¿Cómo servir a Dios y al dinero a la vez? Esta es una de las preguntas que más intentamos contestar los seres humanos a través de planteamientos económicos, ideologías, manipulaciones religiosas. El texto del Evangelio de Lucas de esta semana nos relata una parábola muy interesante y conflictiva a la vez, que a lo mejor, nos ayuda a contestar la “pregunta del millón”.

Estando Jesús con sus discípulos, les relató la historia de un hombre que tenía un administrador, una persona de confianza en cuyas manos depositaba todos sus bienes para que los cuidara y utilizara de la mejor manera. Sin embargo, al hombre le llegaron noticias de que su administrador estaba malgastando sus bienes, por lo que decidió pedirle cuentas para comprobar si lo que le decían era cierto.

El administrador, ni lento ni perezoso, sabía muy bien que si su patrón lo descubría, lo iba a despedir y ninguna otra persona lo contrataría por ser ladrón y mentiroso. El astuto administrador decide, entonces, “asegurar su futuro” de una manera cómoda, llama a todas las personas que le debían a su patrón y les disminuye las deudas, de tal forma que pudiera sacar provecho de dichas acciones; es lo que ahora llamaríamos fraude contable.

El hombre rico, al comprobar que eran ciertos los rumores que le habían llegado, se admira de la astucia del administrador, pues reconoce la gran habilidad que tenía para sacar provecho de sus relaciones sociales, actuando oscuramente, a diferencia de las personas honradas que trabajan de manera transparente, a la “luz del día”, a la vista de toda la gente.

Muchas personas “ganan amigos” haciendo fraude, estafando y robando. Se vuelven cómplices de las  maldades de aquellos para que en el momento en que sean descubiertos se ayuden a evadir la ley y a encubrir sus muchos delitos, pecados, injusticias y crímenes. ¡Es la corrupción en su máxima expresión!

Jesús les dice claramente que quienes no han sido personas dignas de confianza en lo poco y sin importancia, no lo serán tampoco en lo mucho e importante. Si alguien no es capaz de manejar el “sucio dinero”, ¿Quién les confiará los bienes verdaderos? es decir, el Reino de Dios: justicia, paz, solidaridad, fraternidad, unidad, etc. Además, si no han sabido cuidar lo ajeno, menos podrán cuidar lo que les pertenece.

Es indiscutible que el dinero es necesario para vivir, y está claro también que la fuente legítima para obtenerlo es el trabajo. Entonces, ¿En qué reside el problema con este administrador?


En el Evangelio de Lucas, junto con las Bienaventuranzas están las Malaventuranzas (Lc 6, 20-26), es decir, las maldiciones: “arremete contra los ricos sin más, contra los que están realmente saciados ahora, contra los que ahora ríen, contra los que son alabados y estimados por el mundo. No se trata aquí de disposiciones espirituales, sino de situaciones reales; no se trata siquiera de actitudes…” (Ignacio Ellacuría).

El dinero es maldecido por Jesús, en primer lugar, porque deshumaniza, despersonaliza; el amor desmedido por él es capaz de desplazar o sustituir la vida humana a cambio de bienestar, de riqueza, de lujo, de comodidad. El ser humano pone su corazón en ese tesoro y deja por un lado lo que genera verdadera vida. “Sólo quien pone el corazón en Dios y busca el Reino de Dios, se humaniza de verdad… La riqueza es dificultad máxima, si no imposibilidad, para la apertura del ser humano a Dios” (Jon Sobrino).

La Carta de Santiago es un testimonio fiel de lo que vivieron las primeras comunidades y que recibieron directamente de la praxis y la predicación de Jesús: “Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos, su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya eran los últimos tiempos? El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse?” (St 5, 1-6).

Citemos- ahora- a un profeta contemporáneo y latinoamericano, Monseñor Romero: “¿Qué otra cosa es la riqueza cuando no se piensa en Dios? Un ídolo de oro, un becerro de oro. Y lo están adorando, se postran ante él, le ofrecen sacrificios. ¡Qué sacrificios enormes se hacen ante la idolatría del dinero! No sólo sacrificios, sino iniquidades. Se paga para matar. Se paga el pecado. Y se vende. Todo se comercializa. Todo es lícito ante el dinero… Un cristiano que se alimenta en la comunión eucarística, donde su fe le dice que se une a la vida de Cristo, ¿cómo puede vivir idólatra del dinero, idólatra del poder, idólatra de sí mismo, del egoísmo? ¿Cómo puede ser idólatra un cristiano que comulga? Pues queridos hermanos, hay muchos que comulgan y son idólatras.”

El  texto del Evangelio de hoy termina con éstas palabras: “Ningún siervo puede servir a dos patrones, porque necesariamente odiará a uno y amará al otro o bien será fiel a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero.”

La respuesta a la pregunta inicial es muy sencilla, conflictiva  y contundente de responder: NO SE PUEDE, BAJO NINGUNA CAUSA, RAZÓN O CIRCUNSTANCIA, SERVIR A DIOS Y AL DINERO A LA VEZ. O se es parte de la corrupción o no se es. O está tu corazón puesto en el dinero o lo está en el Evangelio. O tus relaciones sociales son interesadas o no lo son. No es justificable decir que los ricos son necesarios para ayudar a los pobres. No es lícito decir que se necesita el dinero para solucionar los problemas de la gente. Lo que se necesita es solidaridad, fraternidad y justicia. Nada más.

Finalmente, San Jerónimo, Padre de la Iglesia, dice: “Acertadamente llama el Evangelio a las riquezas injustas, pues todas las riquezas no tienen otro origen que la injusticia y uno no puede hacerse dueño de ellas a no ser que otro las pierda. Por lo cual me parece ciertísima esa sentencia popular que dice: “los ricos lo son por su propia injusticia o por herencia de bienes adquiridos injustamente”.

¿Qué te dice hoy, el Evangelio, con respecto a tu trabajo, a tus empleados, vecinos, a tu familia, a tu compromiso socio-político?

sábado, 11 de septiembre de 2010

EL DIOS MISERICORDIOSO

Lucas 15,1-32
Esta semana ha sido dura en América Central, especialmente en Guatemala, debido a la situación climática. De modo especial, en esas tierras están urgidas la compasión de los otros pueblos. Hoy llegamos al XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, donde se nos presenta la lectura de todo el capítulo 15 del Evangelio según San Lucas, que muchos teólogos han llamado “el capítulo de la Misericordia”, apreciación a la cual nos unimos.

Jesús daba gran acogida a las personas que ocupaban los estratos más bajos de la sociedad judía: los pecadores. Dentro de este grupo estaban los enfermos, los recaudadores de impuestos y los impuros. La norma general era apartarse de ellos, pero Jesús hacía totalmente lo contrario: los acogía y comía con ellos. Aunque esto es un escándalo generalizado, son los fariseos y los escribas los primeros en criticar, ya que normalmente predican la pureza ritual y la lejanía de los pecadores. El Señor Jesús, en cambio, les propone tres parábolas con las cuales dirá que Dios no es como un juez, sino como un pastor que busca su oveja perdida o como una mujer que hace de todo por encontrar una moneda, o como un papá que espera el regreso de su hijo. El pastor, la mujer y el papá, al encontrar lo que buscaban, se llenan de tanta alegría que no pueden hacer otra cosa que celebrar, alegrarse, hacer fiesta e invitar a todos. Para Jesús, Dios es así.

La Palabra de Dios rompe con la falsa idea del dios de la retribución: “si hago bien, recibiré honores y buena paga, y si obro mal, todo lo contrario” (teología de la prosperidad). Hace dos domingos, Jesús invitaba a optar por los pobres de una manera decidida y radical y hoy nos invita a tener una actitud distinta frente a los que consideramos pecadores: prostitutas, asesinos, ladrones, pandilleros, drogadictos, mendigos y otros rostros de Cristo -como lo diría Puebla- de nuestra actualidad.La misericordia de Dios, como todo lo de Él, es bien o mal visto en dependencia de las circunstancias. ¡Qué tristeza para las noventa y nueve ovejas del redil, para las nueve monedas que la mujer no buscó y para el hijo mayor que su padre no esperó con ansias! Es triste para ellos porque en el fondo se alegran cuando castigan a sus hermanos por alguna falta cometida. ¡Qué alegría para la oveja perdida, la moneda buscada y encontrada y el hijo que vuelve a la casa de su Padre! Ellos se alegran porque experimentan la misericordia de Dios, verdaderamente.
El capítulo 15, que está ubicado en el corazón de todo el Evangelio según san Lucas, es el corazón de su mensaje: Dios es puro corazón (misericordioso), compasivo y entrañable, es decir, que se le mueven sus entrañas ante el sufrimiento de los otros. Para los escribas y fariseos Dios sólo concede su perdón mediante el cumplimiento de la Torah (los cinco primero libros de la Biblia: Gn-Dt). Para Jesús, Dios concede su perdón por puro amor. Este es el mensaje más radical de Jesús y lo hace realidad en vida propia, Él mismo acoge a los pecadores y come con ellos.

La reflexión teológica en relación al pecado nos hablan de dos tipos: el pecado personal y el pecado estructural, y se dice que el primero está en gran parte condicionado por el segundo, como ocurre hoy con el neolibealismo. Podríamos especular que el hijo menor desea la parte de su herencia y la despilfarra por dos razones: primero, porque quiere libertad y diversión y segundo, porque pensana que esa libertad y diversión le traerían la felicidad. Aquí se ven ambos pecados. El hijo voluntariamente pide la parte de su herencia, por lo tanto, hay pecado personal del que tiene que arrepentirse. Pero también, se ve influenciado por la voluntad social que vende una falsa imagen de felicidad. Esta voluntad social es asumida por las personas, en particular, por medio de un “lavado de cerebro” que conscientemente hace el sistema para el beneficio de unos sobre los otros. En el caso de la parábola, los dueños de los prostíbulos de la ciudad lejana fueron los grandes beneficiados. Por este pecado también hay que arrepentirse, pero cambiando el sistema mismo que lo genera.

Las tres parábolas son dirigidas a los escribas y fariseos, por lo tanto tienen un tono de confrontación que nadie puede negar. Jesús justifica su actitud con los pecadores al mismo tiempo que hace ver a los escribas y fariseos que ellos no piensan ni actúan como Dios. El hijo mayor, que siempre ha estado al lado de su padre, no es capaz de alegrarse y hacer fiesta por el hermano que ha regresado, se siente tan ofendido que ni siquiera quiere entrar en la casa. Quien tenía todo el derecho de actuar así era el Padre, pero no lo hace, Él no piensa como su hijo mayor, sino que ama a sus hijos por igual y desea que estén a su lado. Dios es quien sale a correr en busca de aquellos que aún hallándose lejos quieren volver a Él. Los escribas y fariseos son como el hijo mayor, creen que agradan a Dios rechazando a sus hermanos pecadores, pero en realidad ocurre todo lo contrario, son ellos los que se excluyen de entrar en la casa del Padre, son ellos los que rechazan Su voluntad.

Después de tantos siglos el Evangelio ya no está dirigida a los fariseos y escribas, sino a los miembros de la Iglesia. En tiempos de Lucas habían algunos cristianos que se sentían mejores que los otros y hasta los excluían, esto mismo ocurre hoy en nuestra Iglesia Católica. Se dice que todos somos hermanos por ser hijos de un mismo Dios, sin embargo la desigualdad entre unos y otros es grande, no sólo a nivel económico, sino también teológico: hay cristianos que pueden comulgar y otros que no. ¡Qué escándalo! Pero no todos son igualmente culpables de este escándalo. Hay quienes excluyen porque, sin pensar, así les han enseñado (pecado social), pero hay quienes aun sabiendo que su conciencia les dicta otra cosa terminan haciendo exactamente lo mismo (pecado personal). Dios nos quiere a todos en la fiesta, este debe ser siempre el criterio que guíe nuestra vida a nivel de teología y de pastoral.

¿Qué Dios misericordioso siga guiando nuestra vida!

domingo, 5 de septiembre de 2010

SER JOVEN EN HONDURAS

Una de las grandes preguntas generadoras es ¿qué significa ser joven en Honduras? Teniendo en cuenta que es un país donde cada día hay violaciones a los derechos humanos, donde el Estado carece de institucionalidad, donde el modelo de democracia que hemos heredado no ha logrado satisfacer las necesidades básicas de la juventud, ser joven en Honduras implica pertenecer a un sector vulnerable y marginado de las decisiones políticas de los gobiernos.

Donde todo esto significa ser rebelde y enfrentarse a las clases políticas, empresariales, militares, burócratas y corruptas que existen, pero donde hay compromiso de sentirse solidario y sentir el dolor con aquel joven que no tiene una educación, un empleo, el que migra, el que se angustia, el joven que está en riesgo social, por eso da es una lástima ver un joven en busca trabajo, donde le cierran las puertas, donde le dicen que no necesitan personal, o le mienten que le esperen que le van a llamar, nunca lo llaman. Donde no tiene oportunidad, lo que hace es migrar o meterse a las maras, estos ya son jóvenes en riesgo social.

En Honduras, sabemos que hay muchos jóvenes talentosos desde el arte, la educación, pero que estos jóvenes no tienen los espacios, o si los tienen están reducidos.

¿Cuáles son los problemas actuales de la juventud hondureña?

¿Qué alternativa tienen los jóvenes en el propio siglo XXI?

¿Cuál debe ser el compromiso del gobierno y las mismas organizaciones sociales?

La población hondureña es extraordinariamente joven. Más del 43% de la población tiene menos de 14 años, el 54% tiene entre 15 y 64 años y sólo un 3% tiene más de 65 años. Su tasa de crecimiento vegetativo es muy alta, casi un 3% anual y una fecundidad de más de 4 hijos por mujer, y esto a pesar de una mortalidad infantil muy alta, en torno al 32‰, aunque la mortalidad ordinaria está en torno al 5%. La esperanza de vida al nacimiento está en torno 70 años.1

Estás preguntas me, hizo reflexionar, me da una indignación, el sentir del dolor de los jóvenes, en verlos en las fabricas trabajando 3 días y los otros 4 días que hacen, sin oportunidad de estudiar, donde cada día luchan por sobrevivir, sin estabilidad laboral, explotándolos, con gran inseguridad por la delincuencia que existe.

Ver un joven campesino que emigra del campo a la ciudad en busca de un mejor futuro, pero sucede que deja su propia tierra por venir a ser esclavos de los grandes empresarios sufriendo humillaciones, sabiendo que el campo lo que produce no le vale nada, se lo roban, o si lo venden se lo hacen quitado.

En el campo educativo, se afirma que la educación no es gratuita, es decir está privatizada porque si un joven quiere entrar al colegio tiene que pagar la matrícula y lo mismo a la universidad, donde los libros tiene que comprarlos porque las bibliotecas no los tienen. ¿De cada 100 jóvenes, cuántos son los que estudian a un nivel universitario? Pues serán 5 o 6 por lo económico, no tiene como pagar la mensualidad, la alimentación y todos los gastos de material didáctico.

Podemos enumerar los problemas grandes de la juventud en Honduras:

  1. Perdida Identidad Cultural.

  2. Desintegración familiar, donde hay jóvenes que no tienen un papá y una mamá.

  3. Pocos espacios de formación política.

  4. Deficiencia en el campo de educación.

  5. Las maras.

  6. Migración

  7. La marginación y exclusión.

Sabemos que hay muchos más problemas que aquejan a los jóvenes, ¿qué propuesta se tiene para ser un joven valiente, capaz, veraz y responsable?

  • Empezar un proceso de organización y formarse desde una educación popular, tomando en cuenta las habilidades que cada uno de ellos tienen, creando espacios de aprendizaje desde el arte y la cultura, el deporte, los espacios de análisis de realidad.

  • Desde la educación alcanzar la meta del 100% de alfabetismo, la cual será una educación integral, popular, no mercantilista, que promueva el compromiso social y tomando en cuenta nuestra cultura y la realidad del país.

  • Desde la comunicación tener espacios en los medios alternativos de educación popular, dando a conocer temas de análisis de la juventud, ver cuáles son las demandas de la juventud.

  • Desde lo político tener claro que si queremos cambiar a Honduras, tenemos que tener una formación política bien definida, así poder presentar un plan de gobierno integro, que haya una participación directa dentro de las organizaciones populares, movimientos sociales, patronatos y las instituciones del gobierno, para que no, nos quedemos excluidos, ni marginados, si no que nos tomen en cuenta, ya que la mayor parte somos jóvenes donde se aproxima que el 43% de la población hondureña es joven de una edad de los 15 a los 30 años.

Desde la cultura. Dar la participación en los diferentes espacios desde el teatro, la música, la pintura etc. Así podemos deducir algunos problemas culturales, como ser la perdida de la identidad cultural, la migración, la drogadicción.

Desde lo económico empezar un proceso de trabajo en equipo formando pequeñas microempresas y tener medios para poder exportarlos, generar empleos, crear un mecanismo de capacitación de administración, pagar la mano de obra califica, no a mitad de precio, así poder deducir la migración, la delincuencia, la droga, crimen organizado, narcotráfico.

El compromiso del gobierno es ofrecer una educación gratuita de calidad, que sea integral, dar oportunidad de trabajo y capacitación, permitir una participación directa en la política, se abran espacios alternativos para poder ir formando a la juventud, crear más fuentes de trabajo y que haya una estabilidad laboral, donde no exista exclusión de raza, religión y política, porque hasta hoy nos hemos dado cuenta, que Honduras no valemos por lo que sabemos, o por que tengas el mejor título universitario si no, el ver con qué persona ando, tengo enlace, “tengo cuello” es una frase popular, esto es la realidad de la juventud.

Recuperar los espacios de arte y cultura, fomentando el teatro, la música y los valores de cada comunidad, ¿pero qué hace el gobierno?, lo que hace es invertirlos en otras cosas, o robárselos como ha sucedido con los fondos de la reducción de la pobreza, lo han implementado en puentes, pagándole a maestros, donde la realidad es que mucha gente joven y campesinos viven en extrema pobreza y miseria, y olvidadas en los lugares más remotos de Honduras; para dar un ejemplo la gente del sur de Lempira, de Intibucá, de occidente y de todo Honduras.

También hago una crítica, quien forma parte de esta secretaria, un Ex candidato Presidencial del Partido Innovación y Unidad (PINU) Bernard Martínez, ha denunciado a través de los distintos medios de comunicación que ha encontrado un gasto de más de 157 millones de lempiras sin imputación presupuestaria, cuyas transacciones irregulares se habrían hecho durante el año pasado (….) No hay claridad en cómo fue manejado más de 157 millones de lempiras, pero confiamos que es el Tribunal Superior de Cuentas, que va a determinar qué hubo al respecto”, apuntó el funcionario.2

El compromiso de las organizaciones sociales es ir fomentando una educación popular, de conciencia política, con un énfasis de análisis de coyuntura de la realidad nacional, no enseñar a ser asistencialista, ni paternalista como hacen las ONG’s donde supuestamente a la gente le están enseñando a trabajar y a superarse, pero la realidad es que se vuelve más conformista, pesimista y haragana, no necesitamos jóvenes así, no estar esperando nada a cambio, si no lo que se hace, se haga de corazón, con una entrega total, con el objetivo de ser efecto multiplicador.

El compromiso de todos los hondureños mayores y el mismo gobierno, es tomar en cuenta a los jóvenes, tener claro que somos el presente, que no haya marginación, exclusión, si no que se tenga una participación integral, tener claro que quiénes pueden transformar y refundar a Honduras es la juventud digna y empoderada desde los diferentes espacios que ya existen.

Un llamado a la juventud a ser rebeldes, no que darse con lo que otros dicen, estamos llamados hacer cambios profundos”.

1 http://geografia.laguia2000.com/geografia-de-la-poblacion/honduras-poblacion
2
El Ministro Bernard Martínez, ha denunciado a través de los distintos medios de comunicación “que ha encontrado un gasto de más de 157 millones de lempiras sin imputación presupuestaria, cuyas transacciones irregulares se habrían hecho durante el año pasado (….) No hay claridad en cómo fue manejado más de 157 millones de lempiras, pero confiamos que es el Tribunal Superior de Cuentas, que va a determinar qué hubo al respecto”, apuntó el funcionario; en http://www.elsoca.org/index.php?option=com_content&view=article&id=974:honduras-una-de-las-consecuencias-del-golpe-la-pobre-politica-cultural-del-estado hondureno&catid=64:honduras&Itemid=72

Escrito por J D M M el 11 de agosto del año 2010

EL VERDADERO SEGUIMIENTO DE JESÚS

EL VERDADERO SEGUIMIENTO DE JESÚS

Lc 14, 25-33.

El texto nos dice que mucha gente caminaba con Jesús. Cuando se camina con alguien, a la par de de esa persona, podemos ir sobre el mismo camino, pero puede ser que no tengamos el mismo destino; no hay alguien que guíe y que indique cual es el camino a seguir. Uno puede caminar junto a alguien y no compartir su sentir, sus convicciones, sus ideales, sus sueños, su fe; es mas, ni siquiera conocerle el nombre. Seguir a alguien, en cambio, es conocer a quien se sigue y asumir su sentir, su actuar, sus convicciones, los mismos riesgos, sus ideales, sueños, su mismo espíritu, su fe. Es el mismo camino con el mismo destino.

Jesús le dice a la gente que caminaba con Él: “Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío”.

Sin duda alguna, seguir a Jesús es algo muy exigente. Jesús no está en ningún momento menospreciando, denigrando o anulando a la familia. Lo que Jesús hace es criticar fuertemente las bases de la familia, para determinar que clase de familia es la que está construyendo y sosteniendo toda la sociedad injusta del mundo, y específicamente de nuestros pueblos. Es común ver comunidades enteras, pueblos y naciones que se destruyen por prejuicios de todo tipo: intolerancia, discriminación, ansias de poder, prestigio y dinero, etc. Jesús pone en conflicto a sus discípulos no ante la familia, sino contra todos los anti-valores que son opuestos a los valores del Reino de Dios y que, por lo general, nacen, crecen, se multiplican y fortalecen en el seno familiar, y el único lugar donde pueden morir es en la familia misma.

¿Qué clase de valores se generan en tu familia? ¿Qué le diría hoy, Jesús, a tu familia? ¿Está tu familia en busca de poder, prestigio, dinero, oprimiendo, marginando, siendo indiferente con la gente que sufre?

Luego, Jesús habla de cargar con la propia cruz para después seguirle. Muchas veces, la idea que tenemos de la cruz de Jesús es ésta y creemos que lo que tenemos que hacer es resignarnos, cruzarnos de brazos y esperar a que la injusticia nos acabe y haga lo que quiera con nuestras vidas. La cruz de Jesús consistió en recibir la condena y el rechazo por parte de todos los grupos de poder y autoridad de aquel tiempo, sobre todo, las autoridades políticas y religiosas. En los Evangelios, está claro que “Jesús no sufrió la cruz porque Él quiso mortificarse, sino porque habló y actúo de tal manera que su vida terminó como tenía que terminar un hombre que habla y actúa con la libertad que habló y actuó Jesús.

No puede ser discípula de Jesús, aquella persona que está condicionada por los prejuicios familiares, religiosos, sociales, económicos, etc. Es una situación que exige todo de la persona no sólo un poco o una parte de nuestra vida. No nos pide limosnas u ofendas, asistencia a misa los domingos, comulgar y confesarse. Eso es secundario para el verdadero seguimiento. Lo primero y fundamental es renunciar a sí mismo, es decir, cuando la persona se ha librado de su propio interés, de su propio egoísmo, de su propia comodidad, de todo lo que puede atarle e impedirle seguir a Jesús.

Sólo viviendo desde la libertad, una persona es capaz de seguir a Jesús, pues esto le dará la disponibilidad para poder concretar su compromiso bautismal, en bien de la humanidad, y llegar hasta donde sea necesario, hasta la misma muerte.

Esta libertad prepara a la persona para luchar y enfrentarse a todas las fuerzas del anti-Reino: injusticia, corrupción, marginación, opresión, mentira, etc. Es como ese ejército que no es ingenuo ante la fuerza y el poder del ejército contrario. Se trata de ser conciente que el mal tiene poder y por lo tanto se debe estar preparado para enfrentarse a el. Por ello, los requisitos para seguir a Jesús, para ser discípulos y discípulas, son renunciar a todo, incluso a sí mismo, y luego cargar con la propia cruz que es el resultado de enfrentarse y entrar en conflicto con todo lo establecido que va contra Dios y su reinado.

Este Evangelio nos deja muy cuestionados, o al menos así debería ser, pues esto nos indica que la mayoría de personas que decimos ser cristianas, sólo estamos caminando con Jesús, no siguiéndole. ¿Qué me está impidiendo seguir a Jesús hoy? ¿A qué no quiero renunciar? ¿Nos estamos dejando vencer por el miedo a asumir el mismo destino de Jesús? ¿Nos da miedo la cruz? ¿Nos gusta más estar con los brazos cruzados y esperando que otras personas cambien la realidad y se comprometan desde su fe cristiana? Todas las personas mártires de nuestros pueblos nos interpelan nuestra indiferencia, mientras las grandes mayorías se están muriendo producto de la injusticia

Saludos a Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador, Panamá también en esta ola invernal que está padeciendo.

sábado, 14 de agosto de 2010

EL PODER DE UNA VISITA Y UN SALUDO

Lc 1, 39-56


La piedad popular latinoamericana es muy rica en devoción mariana. Basta ver el número de municipios, departamentos y países donde se tiene por patrona alguna advocación de la virgen María. Sencillamente, en la Iglesia católica, María convoca más que la Biblia. ¿Espiritualidad descentrada de Jesús? ¿Cristianismo pasivo? ¿Contemplación alejada de la realidad? No lo sabemos, pero lamentamos que así sea.

Ayer Nicaragua estuvo celebrando la víspera de la Asunción de María con la famosa fiesta de la “gritería chiquita”. Si pudiéramos poner un nombre más “mundano” a esta fiesta le llamaríamos: “La fiesta de la alegre visita”. La parte central de ella da inicio a las 6:00 P.M., cuando muchos salen de sus casas y van de casa en casa gritado con júbilo: ¿Quién causa tanta alegría? y recibiendo todo tipo de regalos. La respuesta a la pregunta la dan los de casa diciendo: “La Asunción de María”. Ese día las puertas de las casas se abren para todos sin excepción, y nadie se va a dormir con las manos vacías. Ese día, Nicaragua revive la visita de María a su prima Isabel: los pobres visitan y son visitados con gran júbilo.

Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de María, misterio muy recordado por quienes rezan el santo Rosario, pero poco reflexionado y comprendido en su verdad y en la Buena Noticia que da a la humanidad. En la biblia no existe ninguna alusión a la Asunción de María, ¿Será, entonces, un invento de la Iglesia Católica decir que el cuerpo y alma de la Virgen María fueron llevados al cielo después de terminar sus días en la tierra? Según los cristianos que ven sólo en la Escritura la revelación de Dios, sí; pero para los cristianos que ven en la Tradición y la Escritura la única revelación de Dios, es un dogma: una verdad de fe que debe ser creída y celebrada. A pesar de ser una creencia antigua (s. VI d.C.), llegó a ser decretada dogma hasta el 1 de noviembre de 1950 por el Papa Pio XII.

El evangelio de hoy, propuesto por la liturgia, no nos brinda un texto que hable de la Asunción, puesto que no lo hay, sino de la Visitación de María a su prima Isabel. Como vimos, en la “fiesta de la alegre visita”, Nicaragua une la Visita con el grito de alegría por la Asunción de María. A partir de esta tradición popular, podríamos decir que María fue llevada al cielo por haber acogido la Palabra de Dios en su seno y haberla llevado de casa en casa a todo el mundo a través de su caridad con los más pobres y necesitados. Todos aquellos que hagan lo mismo, también serán llevados al cielo.

En el Evangelio vemos a María caminando sola hacia la región montañosa de Judá, va a visitar a su prima Isabel que está embarazada de Juan desde hace seis meses. María lleva en su vientre a Jesús, el profeta y salvador que viene a cumplir las promesas de Yahveh. Cuando llega a casa de Zacarías, da el saludo a su anciana prima y el niño Juan, en el seno de Isabel, salta de gozo. Juan, el profeta que viene a preparar los caminos del Señor, desde el vientre de su madre se alegra con la presencia de su Señor y contagia de alegría a su madre. Isabel, llena del Espíritu, bendice a su joven prima y a su sobrino, a ella la felicita por haber creído que las promesas de Yahveh se cumplirían y humildemente se siente pequeña ante la importante visita de su Señor. Entonces, María responde con el cántico del Magnificat, muy conocido por la tradición litúrgica de la Iglesia Católica.

María está muy contenta con Dios porque se ha fijado en ella precisamente por ser pobre y humilde. Dios, poderoso, santo y misericordioso, verdaderamente cumple sus promesas de liberación para todos y para siempre. María está feliz porque Dios viene a liberar a los pobres de Israel, a todos los explotados, marginados, excluidos, perseguidos y humillados de la historia; desde ahora pueden temblar los soberbios, poderosos y ricos. María está emocionada porque Dios, que no se queda de brazos cruzados ante tanta abominación, viene a trasformar el orden social, a acabar con el mundo de hambre e injusticia para dar paso a un mundo de misericordia, justicia y paz.

María, como miembro del pueblo pobre de Israel, que ha experimentado en sí misma la misericordia de Dios, manifiesta su alegría, como sierva del Señor con un acto de caridad al quedarse con su anciana prima hasta el día del parto. Una vez terminada esta tarea regresa a su casa.

El Evangelio de hoy tiene mucho que decirnos en relación a nuestra devoción mariana y a nuestro modo de comprender nuestro ser de Iglesia. María, la campesina de Nazaret, no fue una mujer sumisa que callaba, guardando todo en su corazón mientras los poderosos se burlaban de los pobres. Fue una mujer empobrecida que esperaba de Dios el cumplimiento de sus promesas de liberación, cambiado – de esta forma – la suerte de los humillados. Cuando Dios dispuso cumplir esas promesas, María comprendió que también ella debía comprometerse, y decidió ser su sierva. Desde entonces se pone en camino, en busca de todos los necesitados para visitarlos y llevarles a Jesús, con actos y palabras que llenan de alegría.

El cántico del Magnificat remueve las entrañas de quienes aman a María. Para muchos es desconcertante, ¿Cómo es posible que ella piense y diga que Dios misericordioso va a despedir a los ricos sin nada? ¿No es eso actuar con odio? Para María, Dios va a cumplir su promesa: que todos vivan como hermano. Esto será motivo de alegría para los pobres y de tristeza para ricos, egoístas e inconscientes.

Nosotros, la Iglesia Pueblo de Dios, que siempre hemos visto en María la primera discípula y misionera, estamos llamados a acoger la Palabra en nuestro seno y salir de nuestras estructuras y comodidades para ir a los pobres y quedarnos con ellos hasta que ya no nos necesiten. Estamos llamados, como María, a cantar alegremente que Dios liberador, poderoso, santo y misericordioso, está haciendo cosas grandes. Pero nuestro canto no ha de ser entonado con acordes de guitarra, sino con actos de justicia y de misericordia. Como María, también estamos llamados a reconocernos como siervos de Dios, instrumentos de la liberación, del cambio de la realidad, del rostro misericordioso de Dios en medio de un mundo injusto.

Si nuestra devoción Mariana realmente nos lleva a la devoción por la Palabra, y de allí al ofrecimiento de  nuestra propia vida, como siervos de Dios, para llevar esa Palabra a todos, entonces nuestra devoción será realmente cristiana y no simple idolatría. La Asunción de María nos alegra porque anuncia el alegre destino de los seguidores de Jesús.

Felicitamos al pueblo nicaragüense por su testimonio de devoción mariana y pedimos a Dios, poderoso, santo y misericordioso, que la alegría que causa la Asunción de María llegue a todas partes, especialmente a los basureros, a los barrios marginales, a los semáforos y a las zonas francas, donde muchas personas realmente viven y mueren humilladas. 

sábado, 7 de agosto de 2010

¿ESTÁ TU CORAZÓN PUESTO EN EL REINO DE DIOS?

http://bienvepaz.wordpress.com

Lc 12, 32-48 

El texto del Evangelio de Lucas nos llama a vivir la pobreza evangélica y expresar el servicio a través del amor fraternal y solidario. Jesús, al dirigirse a los discípulos y a toda la gente que le escuchaba siempre fue muy claro en hablar de la pobreza como el vivir con lo necesario, sin acumular, compartiendo lo que se posee con el pobre, no apegándose a nada y confiando plenamente en Dios que provee lo necesario para vivir con dignidad. Por eso, invita a las personas que le siguen a compartir solidariamente lo que se posee.


Esta invitación se convierte en una exigencia cuando se asume el compromiso bautismal de “ser una persona cristiana”. El bautismo se queda muchas veces en un simple recuerdo: un poco de agua y óleos que nos aplicaron sobre el cuerpo, ropa blanca, quizás una vieja fotografía, una buena comida, un gran evento social y en algunos lugares una buena borrachera también; pero en cuanto a la vivencia y el compromiso, nada de nada de nada de nada. Por eso escuchamos decir que nuestros pueblos son mayoritariamente cristianos, vemos catedrales e iglesias llenándose de gente pero nuestra realidad sigue siendo injusta,se legitima la opresión y la violación de los derechos fundamentales de las mayorías populares. La riqueza en el reino de Dios tiene una sola función y no más: ser compartida fraternalmente con quienes pasan hambre, sed, están desnudos, enfermos o en la cárcel. Fuera de ello, la riqueza es un signo anti-Evangélico que indica avaricia, acaparamiento y explotación. Se convierte en el mayor signo de muerte.

El texto del evangelio de hoy nos invita a que como Iglesia Pueblo de Dios: El papa, los obispos, los sacerdotes, las congregaciones religiosas y cualquier otra agrupación cristiana que se considere seguidora de Jesucristo; nos despojemos de lo que tenemos, no nos apeguemos a nada y confiemos en Dios. Debemos ser la Iglesia pobre para los pobres. Nuestra Iglesia conformada por todas las personas que hemos sido bautizadas, debe asumir el Evangelio a cabalidad, sin darse privilegios ni excepciones. Así como la Iglesia institucional debe acompañar a su pueblo en la exigencia de la justicia y la denuncia de todo lo que atente contra ella, debe ser la primera en examinarse hacia adentro y vivir la justicia. Mientras que no aceptemos el Evangelio completo, nuestro clamor a la justicia no será escuchado.
Nuestra actitud cristiana debe ser la que nos indica hoy el Evangelio: Tener puesta la ropa de trabajo y las lámparas encendidas. Es estar preparados todos los días, cada día, cada momento y, en especial, durante la noche; es decir, cuando en la realidad, el anti-Reino parece que devora todo a su paso, nos roba la esperanza activa y deja a su paso indiferencia, desconsuelo, conformismo, nos hace quitarnos la ropa de trabajo como si el Reino de Dios ya estuviera plenamente realizado en nuestras vidas, en la sociedad, en el mundo.
Jesús hace la comparación de los sirvientes fieles que están vigilantes en todo momento, en especial en la noche, pues es cuando más fácil llega el ladrón y hace sus fechorías; de la misma manera debemos estar atentamente trabajando día y noche por construir el Reino de Dios, pues no sabemos el día ni la hora en que Jesucristo se nos presentará. Lo que sí sabemos con certeza es que el lugar teológico del encuentro con Dios en la persona de Jesucristo son los pobres.
Felices los sirvientes a los que el patrón encuentre velando a su llegada”. Estar velando significa estar despiertos, pero no simplemente con los ojos abiertos, sino de manera lúcida, consciente y atenta a las necesidades de la gente y a la voluntad de Dios. Es estar en consonancia con la verdad, sin permitir que se le manipule y que en su nombre se le llame bien al mal y mal al bien. Es tener el espíritu atento y disponible a la acción del Espíritu Santo para actuar contra la injusticia y, si es necesario, dar la vida. Es tener la valentía para no consentir el mal y no acobardarnos ante el poder del anti-Reino.
Para todas aquellas personas que tienen una función de servicio público, la gente de gobierno, las personas de las organizaciones no gubernamentales (ONG´s), la jerarquía de la Iglesia, los coordinares de pequeñas comunidades, quienes trabajan en consejos parroquiales, etc., este texto es aún más exigente pues, como dice el libro del profeta Ezequiel, aquellos que han sido puestos como centinelas son los responsables directos de la sangre derramada del pueblo, y Dios les pedirá cuentas directamente. Es obligación de quien está velando, de quien vigila el comunicar la palabra de Dios, anunciar la Buena Noticia y denunciar con voz fuerte la injusticia cometida.
Hermanos y hermanas, la vida de nuestros pueblos depende de la vivencia de nuestra fe. Depende de nuestro accionar que la niñez no se condene a morir antes de tiempo, que sus sueños y esperanzas no se queden en simples ilusiones. Recordemos que a quienes más se les ha dado más se les exigirá, y si hoy tenemos a nuestro cargo una comunidad, una parroquia, un barrio, un servicio público, nuestro trabajo, el quehacer diario, Dios confía en que desde ese servicio le seremos fieles, pues de todo lo que hagamos o dejemos de hacer Dios nos pedirá cuentas. ¿Qué es lo que te ha confiado Dios? ¿De qué te pedirá cuentas? ¿Realmente está tu corazón puesto en el Reino de Dios?

viernes, 30 de julio de 2010

NO AMEN LA CODICIA, UNA DIOSA VACÍA, EGOÍSTA Y ASESINA

Lucas 12,13-21
Jesús, camino a Jerusalén, va enseñando a sus discípulos las exigencias de su seguimiento. Hoy se encuentra con uno que le dice: “Maestro, dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia”. El Señor le contesta: “Amigo, ¿quién me ha nombrado juez o partidor de herencias?”, y utiliza esta situación para hacer una catequesis a sus discípulos, específicamente en relación al mal que produce la codicia: “Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida”. Luego, les propone una parábola para ejemplificar lo que ha dicho. Se trata de la parábola del hombre rico, que derriba sus graneros para hacerlos más grandes y poder almacenar aún más; piensa que luego puede vivir cómodo toda su vida. Según Jesús, dicho hombre se miente a sí mismo y se olvida de los necesitados. Es simplemente un gran tonto. En palabras de Jesús, Dios le dice: “¡Pobre loco! Esta misma noche te van a reclamar tu alma. ¿Quién se quedará con lo que has preparado?”. Al final, Jesús concluye: “Esto vale para toda persona que amontona para sí misma en vez de acumular para Dios”. La clave está en acumular para Dios o ser rico a los ojos de Dios en vez de acumular a los ojos de los hombres.

El Evangelio deja claro que toda codicia es una cerrazón a los valores del Reino de Dios, y por tanto, incompatible con el seguimiento de Jesús. Ser codicioso es tener la intención o hacer las cosas para sacar partido solamente para sí, pasando por encima de los demás, aplastando sus cabezas, oprimiendo y esclavizando. La codicia necesariamente mata en su afán de dinero, ya sea lento o rápido. En el Antiguo Testamento se llamaba pecado de idolatría a todo aquello que se ponía por encima de Yahveh, y era considerado como el peor de todos los pecados. La codicia es expresión de la idolatría al dinero o a la comodidad o al consumismo.

En América Latina contemplamos con mucha consternación que el abismo entre ricos y pobres es cada vez más inmenso; mientras se construyen hermosas ciudades, se levantan bellos centros comerciales y aumenta el Producto Interno Bruto del país (PIB), más personas dejan su sangre en cada bloque, en cada teja y en cada noticia roja de los medios amarillistas. Los codiciosos amontonan y derrochan, por lo general, en cosas totalmente superfluas: diversión, sexo y entretenimiento. ¡Qué vacío! Aquí está la trampa de la idolatría, vaciarnos de todo lo que somos, matar a los otros y matarnos a nosotros mismos.

El mal de nuestro mundo está en no compartir. Estamos muy lejanos de la mesa compartida, de la Eucaristía mundial, donde todos tenemos un puesto y una misión, como decía Rutilio Grande. Son muy pocos los países ricos, se puden contar con los dedos de las manos, pero son casi 180 países los que se encuentran sumidos en la pobreza y, en muchos casos, en la miseria. La acumulación egoísta de bienes destruye las relaciones sanas del ser humano con Dios, con sus hermanos y con todo su entorno; por ello Jesús habla de acumular para Dios, que consiste en vivir los valores del Reino y construirlo activamente. El Reino de Dios se bate en duelo con la codicia, que es injusta, egoísta y asesina.

El Pueblo de Dios, la Iglesia, es el que da la espalda a la codicia y construye el mundo según el querer de Dios: un cielo nuevo y una tierra nueva, donde brille la justicia y todos los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia. Es un pueblo que pone su confianza sólo en Dios y nunca en el dinero, en el poder y en el tener. Es un pueblo verdaderamente humano y divino.

La Buena Noticia de hoy nos reta. ¿De qué lado estamos? Vicente de Paúl nos ha demostrado con su vida, que construir el Reino de Dios es cuidar de los pobres defendiéndolos de los codiciosos. Memorable es el hecho donde pide la renuncia al cardenal Mazarino, primer ministro de Francia. La insaciable codicia de Mazarino había generado guerras devastadoras. El santo le invita a renunciar “por el bien de los pobres”, a preocuparse por acumular para Dios y no para sí y para las minorías que constituían la monarquía y nobleza francesas. En 1617 Vicente de Paúl funda las caridades en un pueblo llamado Châtillon Les Dombes, era de la idea que el Evangelio no solamente debía quedarse en palabras si no traducirse en amor afectivo y efectivo a los pobres. Cabe destacar que fueron las señoras de buena posición económica quienes atendieron a los pobres de dicho pueblo, comprometiéndose a cuidarlos con esmero. En la experiencia de San Vicente constatamos que es posible renunciar al egoísmo, tender los brazos hacia el otro y ser ricos para Dios, cuando servimos a los pobres, pues allí está nuestro gran tesoro.

Monseñor Romero, el 31 de julio de 1977, decía al respecto de la codicia: “No es la codicia la ley de las cosas de la tierra. No es el egoísmo, no son los bienes tenidos sólo para hacer felices a unos pocos. Es la voluntad de Dios, que ha creado las cosas para la felicidad y para el bien de todos, lo que nos exige a nosotros en la Iglesia a darles a las cosas su trascendencia, su sentido según la voluntad de Dios.” Monseñor nos invita a darle trascendencia a nuestra vida preocupándonos de las cosas realmente valiosas. El dinero, el lujo, el poder y el vivir bien son cuestiones pasajeras; pero, servir a los pobres, construyendo un mundo igualitario y solidario nunca pasará. Es lo que realmente vale.

No queremos cerrar este compartir sin brindar un caluroso y fraternal saludo al Pueblo Salvadoreño, que en estos primeros seis días de agosto se halla celebrando sus fiestas patronales en honor al Divino Salvador del Mundo. De todo corazón deseamos que el Reino de Dios llegue al “pulgarcito de América”, oramos por la conversión de los grandes codiciosos que aplastan a sus propios hermanos salvadoreños y animamos a los que siguen siendo voz de justicia de los que ya no tienen voz. Felicidades a todos los salvadoreños y salvadoreñas.

domingo, 25 de julio de 2010

ORACIÓN: CONTEMPLACIÓN Y ACCIÓN DE LA VOLUNTAD DE DIOS


Lucas 11, 1-13

El Evangelio propuesto por la liturgia para este XVII Domingo del Tiempo Ordinario, hace énfasis en la oración que - según lo expresado por Jesús en las palabras de este capítulo- es contemplación, pero también acción. La semana anterior la liturgia destacaba estas dinámicas, personificadas en María (la contemplación) y Marta (la acción), extremos valiosos y necesarios, dos modelos de Iglesia que no deben chocar entre sí, por el contrario, deben de abrazarse y conjugarse en quien ha emprendido el seguimiento de Jesús, del que el Evangelio según San Lucas es toda una escuela.

Lucas presenta a Jesús orando en cierto lugar del camino hacia Jerusalén, cuando terminó, uno de sus discípulos le pide que les enseñe a orar como Juan lo hizo con sus discípulos. La oración que Jesús les enseña a los suyos, expresa la profundidad de sus convicciones, que la comunidad lucana guardó – sin dudarlo- como un precioso tesoro: Jesús comienza su oración llamando Padre a Dios, santificando su nombre por sobre todas las cosas, como lo debería hacer todo judío, sólo que Dios ya no está lejos, es un Padre que está cerca para servir y abrazar, para amar y limpiar el llanto de los oprimidos. Un deseo mueve a Jesús, la venida del Reino de su Padre, de Dios, ese Reino de justicia. Como Padre que es, Dios no dudará en darnos el pan cotidiano y en perdonar nuestras culpas porque también nosotros sabemos perdonar y no nos dejará caer en tentación.

Jesús subraya la necesidad nuestra de insistir en la oración, hasta el grado de comportarnos como el inoportuno que toca la puerta de su amigo porque le ha llegado otro amigo al que no tiene nada que darle. Jesús les dice a sus discípulos que pidan y se les dará, que busquen y hallarán, que llamen a la puerta y se les abrirá. Dios es bueno, dará el Espíritu Santo a quien se lo pida.

El día de ahora, pues, la liturgia nos presenta dentro del contexto literario de la importancia de la oración en el seguimiento de Jesús, el Señor, el Padrenuestro, la oración por excelencia de los cristianos, una oración que es necesario revalorizar y profundizar, al hacerlo llegaremos al mensaje revolucionario que este texto contiene y nos encontraremos de frente a la revolución que el Evangelio suscita en nosotros.

El Padrenuestro no es solamente una oración piadosa que se reza en el rosario, ni sólo la más famosa oración de los católicos, es una oración que une la contemplación y la acción, es el paradigma orante de los discípulos que son hijos de un mismo Padre, que no desean nada más en la vida que venga el Reino de Dios, que desean que Dios reine y que la felicidad y la justicia se conviertan en realidad.

El Padrenuestro es la oración de los humildes, los soberbios nunca piden el pan de cada día porque creen tenerlo seguro, porque la opresión sobre otros les ha permitido gozar de condiciones envidiables de vida; en cambio, los humildes sólo tienen a Dios, en él confían y descansan, Él hace posible que el pan de cada día llegue a sus manos. En este punto, es elemental pensar en las difíciles condiciones de los israelitas durante el ministerio público de Jesús y encrudecidas años después hasta la destrucción de Jerusalén en el año 70: Quienes piden el pan son personas – de verdad- necesitadas, aquellos que viven al diario, del pan cotidiano, como la inmensa mayoría de nuestros sub-empleados latinoamericanos.

San Vicente de Paúl entendía a cabalidad que la oración es contemplación y acción, un verdadero adelantado en el siglo XVII, un siglo donde hubo un repunte de la oración contemplativa al extremo, donde el orante para ser orante “tenía que subirse a las nubes” para disfrutar de Dios. La famosa frase de San Vicente de Paúl: “Sed apóstoles en la oración y contemplativos en la acción” sintetiza lo esencial de la oración Evangélica y todo el Padrenuestro, es necesario estar cerca de Dios con todas nuestras fuerzas pero también cerca de los pobres en nuestra acción sistemática y apostólica para que ese Reino venga, para que todos podemos gozar del pan común y del perdón de unos a otros, para que la única tentación existente- la de vivir al margen de Dios y lejos de su Voluntad- no nos venza ni haga que nuestros días sobre la faz de la tierra transcurran como una sombra.

Ante la radicalidad de este Evangelio que revoluciona nuestra manera mediocre de vivir, es necesario que revisemos nuestra oración, si no nos lleva a la acción a favor de los pequeños estamos desequilibrados y si no nos deja descansar en Dios y ser uno en la intimidad con Él estamos desequilibrados.

Orar es ganar la humildad de la criatura y la firmeza del profeta que anuncia y denuncia, orar es estar dispuesto a liberar a los excluidos y hacerlo con la plena convicción de estar cumpliendo la voluntad de Dios, orar es ser y hacer la voluntad de Dios, tan hambrienta de erradicar la violencia, la injusticia estructural y la tristeza, notas oscuras de nuestra dolorosa Latinoamérica.

¡Ánimo! ¡A orar de verdad!

LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO NO ES SUFICIENTE

...SE NECESITA JUSTICIA, REPARACIÓN Y CONVERSIÓN PERSONAL

Lc 10, 25- 37

El Evangelio nos narra el encuentro entre un maestro de la Ley, con Jesús. Lucas destaca que: “Quería ponerlo a prueba” y formula una pregunta elemental: Maestro, ¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna? Primer error piensa en sí mismo y no incluye a los demás, y ¿qué debo hacer para que los demás ganen la vida eterna? Jesús le remite a la Ley: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo”... “Haz esto y vivirás”. Se trata de una cuestión de vida o muerte. Hablando de vida, hoy en nuestros países ¿cómo es el servicio de salud? No conforme el maestro de la Ley, pregunta nuevamente: ¿Y quién es mi prójimo? Y yo, ¿De quiénes soy cercano?, de los ricos y poderosos que hacen leyes amañadas y corruptas, o de los pobres y de los que sufren, de quines defienden los derechos humanos, de quienes luchan porque el sistema opresor cambie? De quiénes? Respondámonos.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

La dada por Jesús es a través de la parábola que hoy es la realidad. Un hombre bajando por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de salteadores que le robaron hasta las ropas que llevaba puestas, dejándole gravemente herido. (Pandillas en Centroamérica, paramilitares en Colombia, pirámides financieras en Estados Unidos y Europa, etc.) Por el lugar, tres personajes pasaron: un sacerdote y un levita, hombres de Religión y Ley, que, viéndole tirado, dieron un rodeo y siguieron su camino. (No me interesa el camino del otro, es decir su vida, hombres de ley hoy congresistas, alcaldes, presidentes, etc., y hombres de religión hoy, todos nosotros que creemos en ídolos más que en el Dios de Justicia de Jesús) Y un samaritano, (un ateo, un incrédulo, un alejado, un renegado, un excluido, un homosexual, una prostituta, sé de muchos ejemplos de vida de personas como estas que a diario salvan vidas) quien le vio, se compadeció de él, se acercó, curó sus heridas con aceite y vino, se las vendó; después lo subió sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Como tenía que continuar su camino, pagó al posadero para que lo atendiera, con la indicación: Y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Le dio su vida entera completa, toda y a esto se refiere el mandamiento de Dios de amarle con todo. Y todo es TODO. Y es un mandato no es una opción. Y el Señor concluyó: “Vete y haz tú lo mismo”. Ya salgan de Misa, salgan de esta Lectura de la Palabra, salgan de esta oración y HAGAN lo mismo, Jesús hacía y luego enseñaba la Biblia dice Jesús pasó haciendo el Bien, Jesús hizo muchas cosas, etc; la carta de Santiago es clarísima: “Porque así como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe que no produce obras está muerta” (St 2, 26). Si alguien quiere saber si es cristiano católico de verdad les dejo la tarea leer esta semana la Carta de Santiago.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Hubo un obispo convertido como pocos que hace 33 años, (1977) en una homilía, inspirada en este mismo Evangelio, decía: “Convirtámonos de corazón. Nosotros sacerdotes tenemos que convertirnos también, y la parábola del samaritano es un toque de Cristo bien directo a la gente de Iglesia, no sólo a los sacerdotes. Pensemos aquí también, queridos religiosos, queridas religiosas, movimientos cristianos, matrimonios cristianos, todos ustedes que vienen a misa los domingos, todos tenemos que examinar nuestra conciencia a la luz de esta sincera parábola del Buen Samaritano. No nos complacemos en denunciar los pecados y las deficiencias del mundo pecador. Tenemos que partir, como comienza la misa, golpeándonos el pecho para reconocer nuestras propias culpas, porque es desde un arranque de sinceridad y de amor, desde donde debe de comenzar el amor al prójimo y el conocimiento de nosotros mismos”.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Ese obispo se llamaba Óscar Arnulfo Romero y murió mártir por enfrentar el sistema injusto que genera pobres, genera saltadores, desempleo por la corrupción de los hombre y mujeres que lo componen, ya es hora de cambiar nuestro corazón y devolver lo robado, de reparar el daño hecho, si alguien del gobierno oye esto o lo lee conviértase, cambie de camino, no de rodeos, es ahora o nunca, no más rodeos en nuestras vidas, sacerdotes conviértanse, monjas cambien de vida, laicos no den rodeo con el hombre tirado en el camino, jóvenes no den vueltas al asunto enfréntenlo ahora, niños aprendan que ser felices es ayudar a los demás no piensen en sí mismos como el que le pregunto a Jesús, denlo todo por los demás, como monseñor Romero lo dio todo, como Jesús lo dio todo, como muchos lo han dado todo...

¡Vete y haz tú lo mismo!...

NO se puede trabajar por el bien de la humanidad mientras no se asuman los valores del Reino, se pida la gracia de ser fiel a ellos y se reconozcan las sombras personales que pueden entorpecer la obra de Dios en nosotros y los demás.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Basta pensar solamente en la ola de criminalidad que azota a todos nuestros países, muchos pobres que con violencia atacan y despojan de lo poco que tienen a los mismos pobres; pero, un abismo separa a éstos de los supremos salteadores, quienes han destrozado la vida de las mayorías populares asaltando la inocencia de niños y jóvenes, cercándoles hasta no dejarles más remedio que ser criminales. Ellos caerán con su misma violencia: Los que se benefician del narcotráfico, la pornografía, el trabajo infantil, las inhumanas empresas manufactureras, el deterioro de la agricultura, el robo del agua, los corruptos medios de comunicación social, el tráfico de armas, las guerras y el capitalismo salvaje que devora todo a su paso. Estos son los verdaderos salteadores, los que abusan de sus esposas, de sus fieles, de sus trabajadores, reconozcan su pecado y tómenlo en sus brazos y corazón y cambien la situación...

¡Vete y haz tú lo mismo!...

San Vicente de Paúl nos recuerda que entre los pobres se encuentra la verdadera religión, esa gente que no tiene nada excepto a Dios, quien con entrañas de misericordia vela por ellos y les libera (cuantos pobres no se sacrifican por sus hijos, por los de sus vecinos, se hacen favores, son héroes, buscan la manera de no ser salteadores, de no pasar por caminos donde los asalten etc.). Sólo así seremos Buenos Samaritanos, que habiendo descubierto el Reino de Dios en nuestras vidas, le comunicamos a toda la sociedad para que ésta se ilumine con el amor de Dios y dé el lugar merecido a los preferidos del Señor: Los pobres, a quien Jesús no se cansa de llamar: ¡Bienaventurados!

¡Vete y haz tú lo mismo!...

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