martes, 4 de noviembre de 2008

YO SOY - MOISÉS - EL MANÁ. Jn 6, 51 - 58.

Hoy, XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, celebramos el día de los difuntos, es decir, de los que, según nuestra fe, han resucitado a la vida nueva del Reino de Dios de un modo pleno. El Evangelio, precisamente, va a hacernos reflexionar sobre ese camino hacia la vida plena. Para comprender el Evangelio proponemos como línea hermenéutica de fondo el Éxodo. Por eso, primero haremos alusión a algunos pasajes de ese libro; segundo, a partir de él, interpretaremos el evangelio, y para terminar, actualizaremos el texto.

1. El Éxodo.
Israel era esclavo en Egipto, pero no perdía la esperanza de la liberación que el Señor le daría por medio de un libertador hebreo. Fue entonces cuando Dios llamó a Moisés, en medio de la zarza y le dijo: “Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus sufrimientos. Yo he descendido para librarlos de la mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra y llevarlos a una tierra buena y amplia, una tierra que fluye leche y miel.” (Ex 3, 7-8)

El Señor ha descendido para liberar a Israel de la mano de los Egipcios esclavistas y llevarlos a una tierra buena y amplia. El Señor va actuar, pero mediante un hombre hebreo llamado Moisés, a quien pide no esperar más, pues es el tiempo de Yhwh: “Vé, pues, yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel.” (Ex 3, 10). Moisés es el libertador enviado por el Padre, es quien encarna al Señor que ha descendido para liberar.
Moisés acepta la misión encomendada, pero hace una petición: “Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?” (Ex 3, 13). Entonces la voz le dijo: “Yo soy el que soy. -Y añadió-: Así dirás a los hijos de Israel: "Yo soy me ha enviado a vosotros." (Ex 3, 14).

El Señor es Yo soy. Y el Yo soy que descubren Moisés y el pueblo israelita, esclavo en Egipto, es un Señor que promete libertad. Yo soy, por tanto significa: “yo soy el libertador”, “yo soy el que escucha el clamor del pueblo”, “yo soy el que no se queda de brazos cruzados de frente a la injusticia de su pueblo”, “yo soy es el que va actuar directamente a través de Moisés”.

Moisés, la encarnación de Yo soy, inicia su misión. Comunica lo que Yo soy hará con Israel y con Egipto. Luego de los conocidos diálogos entre el Faraón y Moisés, acompañados de las famosas plagas, el pueblo de Israel sale de Egipto, dejando atrás la esclavitud y la opresión. Atravesar el Mar Rojo será siempre, para ellos, el símbolo más importante de Victoria. Sin embargo, esta victoria nunca termina de realizarse. Salir de Egipto era importante, pero ahora es más importante llegar a la Tierra Pormetida, no sin antes atravesar el desierto; donde el hambre y la sed se hacen presente. Como siempre no faltan los cobardes, que al ver la exigencia dicen: “¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.” (Ex 16, 2-3). Moisés, como padre compasivo, clama a Yo soy para que éste les mande un alimento que los conserve hasta la entrada en la Tierra Prometida. Y Yo soy les envió lo mejor que tenía: el maná. Muchos rechazaron ese pan, pero los que lo recibieron lograron caminar hasta el final: “Los hijos de Israel comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron maná hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán.” (Ex 16, 35). El libro del Éxodo, como todo el Pentateuco, termina a las puertas de la Tierra Prometida.

2. El evangelio.
El evangelio de hoy es casi un resumen del Éxodo en pocas líneas, pero con novedades. La figura más importante es Jesús. Él dirige estas palabras estando en una sinagoga de Cafarnaún (Jn 6, 59). La sinagoga, aquí, es símbolo del poder político y religioso que ha olvidado la Palabra de Dios que pedía: amor preferencial por las viudas, los huérfanos y los peregrinos, en síntesis, por los pobres. Los liberados de Egipto ahora se han convertido en esclavistas de los preferidos de Dios; a quienes solamente se dirigen para pedirles sus impuestos y para decirles que son impuros, condenados por la Ley. En definitiva, esa sinagoga es símbolo de la esclavitud de Egipto que reaparece en todo tiempo y en todo lugar.

Jesús se presenta como Yo soy, como nuevo Moisés, como nuevo maná que promete desatar las cadenas de las esclavitud y adquirir una tierra buena y amplia. Frente a la opresión que se comete en la Sinagoga: la exclusión de los bienes de abajo y de arriba, Dios ha decidido descender de la “comodidad del Cielo” y visitar al Pueblo. Jesús es el Dios que descendió, es Yo soy, es Dios mismo en medio de nosotros, es un hebreo más, pero un hebreo que contiene a Dios. Como hebreo es un nuevo Moisés, un enviado por Yo soy para ejecutar la empresa liberadora de todo sistema de opresión, sea el que sea. Jesús comienza la misión, anuncia el plan de Dios con palabras y con obras, va hacia los nuevos faraones para exigir: libertad al pueblo.

Jesús también se presenta como pan vivo bajado del cielo. Él es el nuevo maná enviado por Dios para soportar el camino del desierto y llegar a la Tierra Prometida, es decir, tener vida eterna y resucitar el último día. Comer de Él es alimentarse de lo mejor que Dios pudo enviarnos para caminar como pueblo libre que va hacia la Promesa. Rechazarlo es torcer el camino y volver a Egipto, a la esclavitud. Sólo quienes lo coman y lo beban caminarán los cuatrocientos años que se necesitan para atravesar el gran desierto de la persecución que es necesario pasar antes de llegar a la Tierra Prometida: Sólo “quien come este pan vivirá siempre” (Jn 6, 58).

3. Hoy.
Moisés y Jesús son hitos en la historia judeocristiana, porque representan dos hechos concretos en los cuales Yo soy ha actuado liberando. Mahoma es hito para el pueblo árabe, pues representa, el paso de Yo soy por ese pueblo. A lo largo de la historia Yo soy sigue haciéndose presente, sigue enviando Moiseses a Faraones esclavistas, sigue alimentando a su pueblo con el maná, sigue deseando que su pueblo, la humanidad, llegue a la Tierra Prometida y entre en ella. Personajes como Martin Luter King, Mahatma Gandi, Nelson Mandela, Fray Bartolomé de Las Casas, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Víctor Jara, Madre Teresa de Calcuta, etc., son prueba de que Yo soy sigue descendiendo de los Cielos.

Hoy en día, a pesar del avance del Derecho Internacional, del personalismo filosófico, de la teología reinocentrista, de la psicología social, etc., la esclavitud no acaba. Millones de personas mueren de hambre en África y América Latina; mientras otros votan descaradamente la comida, miles de personas son asesinadas en Irak por “caprichos” económicos de Estados Unidos y de algunos países de la Unión Europea. ¿Qué pasa en el mundo? ¿Hasta cuando seguiremos soportando esto? ¿Dónde está Yo soy? ¿Dónde Moisés? ¿Dónde el maná? ¿Qué hay de la Promesa? Nos podríamos quedar haciendo preguntas hasta el infinito, orar todos los salmos de súplica del salterio y de los grandes místicos de la Iglesia y nunca escucharíamos nada, absolutamente nada. Y ¿Por qué? Porque la respuesta la tenemos desde el día que fuimos concebidos. Yo soy descendió para liberarnos de la esclavitud, el día de tu propia concepción, vos sos Yo soy, vos sos Moisés y vos sos maná para el pueblo esclavo, vos sos Jesús, vos sos Mahoma, vos sos Allah, vos sos Yhwh, vos sos Dios. Y ahora ¿Qué vas a hacer? ¿Si ya has visto la opresión de tu pueblo, por qué no hacés nada? ¿Por qué te quedás en tu Cielo “cómodo” y no salís al auxilio de tu pueblo esclavo? ¿Por qué no hacés nada? ¿Por qué te suplican los pobres y te hacés el que no te das cuenta? ¿Por qué sólo sos palabras y discursos? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? Esas son precisamente las preguntas que ahora te hacen los pobres de tu tiempo. ¿Qué les vas a responder?

COMENTARIOS Y SUGERENCIAS

Hacerlos al email: amigodelospobres@yahoo.com.mx Gracias por leernos.