martes, 29 de septiembre de 2009

Discípulos y Pequeños

Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

El acercamiento al Evangelio de este domingo se realizará desde dos momentos: En primer lugar, trataremos de interpretar el Evangelio y lo que dice a nuestra actualidad. En segundo lugar, trataremos de hacer una breve reflexión de la vida de San Vicente de Paúl de cara a lo que dice el Evangelio de hoy; se debe recordar que hoy es el día de fiesta de todo el carisma vicentino, el día en que el santoral de la Iglesia Católica ubica la celebración de nuestro santo fundador.

Al leer el Evangelio de hoy de una forma acelerada, podríamos pensar que el Señor está hablando de tres cosas totalmente diferentes: Juan le comenta acerca de uno que no era de los doce y estaba expulsando demonios en nombre de Jesús y que ellos se lo prohibieron, Jesús le dice que no se lo prohíban porque quien no está en contra está a favor. Luego Jesús afirma que aquel que les dé un vaso de agua por ser sus discípulos no quedará sin recompensa. Por último, Jesús habla del escándalo para con los pequeños y las rupturas necesarias para entrar en el Reino de Dios. ¿Cuál es el mensaje para este domingo? ¿Por qué se podría hablar de unión en estas tres cosas “diferentes”?

Creemos, sin lugar a dudas, que la clave se encuentra en la invitación al servicio que Jesús viene haciendo a sus discípulos desde hace unos domingos: El antepasado invitó a Pedro a seguirle por el camino de la cruz y el servicio a la humanidad, el pasado propuso a un niño como el mayor en el Reino de Dios y ahora sigue intensificando la misma formación.

Jesús desea formar a sus discípulos acerca del desprendimiento del poder, para la comunidad de Marcos poder y servicio son realidades totalmente diferentes y no se pueden conciliar, por eso Jesús permite que en su nombre se expulsen demonios y que este servicio prestado por uno que no es de los doce no esté regulado por aquellos que desearían que el expulsar demonios en nombre de Jesús sea exclusividad de ellos. Jesús expresa también que aquel que sirve a uno de sus humildes discípulos es doblemente servidor. Finalmente, Jesús advierte a todos acerca de la gravedad de oprimir a los pequeños y sugiere a todos que corten de raíz la maldad en ellos, porque es mejor entrar manco, tuerto y cojo al Reino de Dios que pasar la vida haciendo mal y bajar completo al infierno.

Esta formación fue para los discípulos de su tiempo, para la comunidad de Marcos que se encontraba oprimida en Roma y para los discípulos de todos los tiempos: Es necesario desprenderse de todo poder, de los celos y de las posiciones de dominio que podamos tener sobre los otros, para servirles humildemente. Si alguien se encuentra en un puesto de mando es para servir a los otros, preferencialmente a los más débiles, respetando su dignidad de personas y comprometiéndose a luchar por el crecimiento y desarrollo de éstos.

Todos debemos - en este punto- hacer un enmienda del camino, ante Dios nadie es limpio totalmente: Más de alguna vez hemos defraudado al otro, más de alguna vez hemos manipulado a los más pequeños, más de alguna vez hemos sido opresores y pilares del sistema de muerte. ¡Perdónanos por maleducar a los niños! ¡Perdónanos por el abuso sexual! ¡Perdónanos por la violencia contra la mujer! ¡Perdónanos por la discriminación contra los negros y las minorías étnicas! ¡Perdónanos por nuestra falta de conciencia!

Ahora que celebramos la fiesta de San Vicente de Paúl es necesario resaltar de él lo que el Evangelio propone: En él encontramos al hombre justo capaz de renunciar al poder y de ponerse al servicio de los débiles, de los pobres- sus amos y señores-, en él encontramos a aquel que no escandaliza a los pequeños, todo lo contrario, les ayuda a tener vida y vida en abundancia. La Iglesia le ha propuesto como el Patrono Universal de la Caridad no sólo por dar pan a los pobres o curar a los enfermos, también porque fue capaz de realizar cambios significativos en la Francia de su tiempo, ya que Dios desea que nunca más hayan pobres.

¡Un saludo a todos los vicentinos del mundo! ¡Feliz Fiesta! ¡Fuerza para servir a los pobres!

sábado, 19 de septiembre de 2009

UNA IGLESIA QUE DA VIDA Y ES SERVIDORA

Mc 9, 30-37: Quien no vive para servir no sirve para vivir: "debemos ser misericordiosos con las palabras, con la oración y con las obras" Jesús de la Misericordia. (Diario de sor Faustina)

Mientras Jesús se desplazaba por Galilea junto con sus discípulos, queriendo que nadie más lo supiera, les iba enseñando. Parece ser que Jesús, decide dedicar mayor tiempo a la formación de sus discípulos, pues quiere un grupo de personas creyentes y responsables que sean capaces de asumir su proyecto: EL REINO DE DIOS.

En este Evangelio se ven dos partes claramente: El anuncio de la muerte (dar la vida) y el servicio humilde que nos ubica entre los primeros del Reino. veamos las dos partes para finalizar con un anexo sobre el servicio en San Vicente de Paúl (persona que por dar su vida y servir se ganó el título de: patrono mundial de las obras de caridad) y cuya Fiesta se celebra el próximo Domingo 27 de septiembre.

JESÚS DA LA VIDA
Jesús les explicaba que el Hijo del Hombre iba a ser entregado en manos de los hombres y le harían morir, pero tres días después de su muerte resucitaría. Quizás los discípulos se preguntaban, ¿porqué una persona tan buena, que pasa haciendo el bien: sanando ciegos, sordos, mudos, cojos, paralíticos, endemoniados y toda clase de enfermedades; denunciando la injusticia y devolviéndole la dignidad y la vida a las personas, tendría que ser condenado y morir? O quizás no entendían nada por que esperaban un mesianismo distinto. ¿y tú das la vida y sufres incompren
siones u persecuciones por ayudar a los demás?

JESÚS SIRVE
Finalmente llegaron a Cafarnaún, y Jesús les
preguntó: “¿De qué venían discutiendo por el camino?” Ellos no se atrevieron a responder, pues habían estado discutiendo sobre quién era el más importante de todos. los discípulos no estaban concentrados en la enseñanza de Jesús, por lo que pensaban en la repartición de los cargos burocráticos cuando Jesús gobernara y tomara el poder al derrocar al imperio.

“Entonces Jesús se sentó, (como la hacían los maestros) llamó a los doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos”. Después tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado””. Jesús insiste en la humildad que caracteriza al verdadero servidor del Reino de Dios, pues con frecuencia nos comportarnos como propietarios de los servicios y de los compromisos que asumimos en nuestra vida, dentro y fuera de la iglesia. No soportamos que otras personas tengan responsabilidades o que nos reempl
acen en las que tenemos, porque con facilidad nos atribuimos el mérito de nuestras cualidades y conocimientos. En cuanto a la imagen del niño, es para hacer comprender que todos tenemos dignidad, valemos y somos importantes para la construcción del Reino de Dios como parte de una sociedad, iglesia, familia. De esta manera se rompe con las barreras que atan y ciegan la participación de los pequeños, los débiles e insignificantes, en la estructura social, política, religiosa y económica. (pues en esa época las mujeres y los niños NO contaban) ¿Cuál es tu actitud? ¿Servir o ser servido? ¿Cuál es tu actitud con las personas más pequeñas, débiles e insignificantes?

COMO SERVIR SEGÚN SAN VICENTE DE PAÚL*

Jesucristo, el Misionero del Padre, el Evangelizador de los pobres, es el Servidor de los pobres. La actitud de Servidor es destacada con fuerza por Vicente de Paúl en su peculiar comprensión de Cristo. Jesucristo no se contentó con predicar a los pobres; les sirvió. Este es un convencimiento firme en la experiencia espiritual de san Vicente.
San Vicente resume toda la vida de Jesucristo en la referencia al Padre y en el servicio a los hermanos. A un sacerdote le escribe recordándole que hemos sido llamados "al ministerio más alto que existe en la tierra, por el que tienen que ejercer las dos grandes virtudes de Jesucristo, a saber, la religión (unión) para con su Padre y la caridad para con los hombres"

San Vicente dice:"Si los sacerdotes se dedican al cuidado de los pobres, ¿no fue también éste el oficio de nuestro Señor y de muchos grandes santos, que no sólo recomendaron e cuidado de los pobres, sino que los consolaron, animaron y cuidaron ellos mismos?¿no son los pobres los miembros afligidos de nuestro Señor? ¿No son hermanos nuestros? Y si los sacerdotes los abandonan, ¿quien ¡queréis que les asista? De modo que, si hay algunos t, entre nosotros que crean que están en la Misión para v, evangelizar a los pobres y no para cuidarlos, para remediar sus necesidades espirituales y no las temporales, les ; diré que tenemos que asistirles y hacer que les asistan de todas las maneras, nosotros y los demás, si queremos oír esas agradables palabras del soberano Juez de vivos y de muertos: Venid, benditos de mi Padre; poseed el reino que os está preparado, porque tuve hambre y me disteis de comer; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me cuidasteis. Hacer esto es evangelizar de palabra y de obra; es lo más perfecto; y es lo que nuestro Señor practicó y tienen que practicar los que lo representan en la tierra, por su cargo y por su carácter, como son los sacerdotes" (reemplaza sacerdotes por bautizados )

San Vicente no duda en llamar a los pobres con términos como: maestros, amos, señores, para indicar la actitud de servicio propia de quienes en la tierra tienen como misión continuar la misión de Jesucristo.

San Vicente, reflexionando sobre las actitudes de Cristo, descubre en su amor la explicación de su entrega y servicio. Cristo es contemplado por Vicente de Paúl como un abismo de dulzura que le lleva a comportarse como Servidor. y dice a modo de oración:

"¡Oh amor, amor de mi Salvador! ¡Oh amor, amor! ¡Tú eras incomparablemente más grande que cuanto los ángeles pudieron comprender y comprenderán jamás!
Sus humillaciones no eran más que amor; su trabajo era amor, sus sufrimientos amor, sus oraciones amor, y todas sus operaciones exteriores e interiores no eran más que actos repetidos de su amor.

Su amor le dio un gran desprecio del mundo, desprecio del espíritu del mundo, desprecio de los bienes, desprecio de los placeres y desprecio de los honores.
He aquí una descripción del espíritu de nuestro Señor, del que hemos de revestirnos, que consiste, en una palabra, en tener siempre una gran estima y un gran amor de Dios"

San Vicente nos comenta la actitud de servicio de Jesucristo, en quien deben fijarse: "¿Cómo servía Jesucristo a los pobres? Les servía corporal y espiritualmente, iba de una parte para otra, curaba a los enfermos, y les daba el dinero que tenía, y los instruía en su salvación. ¡Qué felicidad, hijas mías, que Dios os haya escogido para continuar el ejercicio de su Hijo en la tierra: servir a los pobres!". ¿y yo siento felicidad en el servir?

Adaptado del libro la misión de Jesús en san Vicente de Paúl. Editorial. CEME. Salamanca España., 2006.

Pedimos oración por los misioneros vicentinos en el mundo y por las Hijas de la Caridad en la fiesta próxima, además porque inicia el año jubilar donde la familia vicentina celebrará los 350 años de la muerte de san Vicente y santa Luisa de Marillac considerados testigos de amor y servicio a los pobres.

viernes, 11 de septiembre de 2009

UNA PREGUNTA PELIGROSA

Marcos 8, 27-35

Continuando con el texto del evangelista Marcos, se nos narra que Jesús salió con sus discípulos rumbo a algunos pueblos de una región llamada Cesarea de Filipo, ubicada al norte del lago de Galilea. Mientras iban caminando, Jesús les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Esta pregunta nos invita hoy a echar una mirada a la realidad, así como le sucedió a los discípulos de aquel entonces. ¿Qué pensará la gente sobre Jesús hoy, quién dice la gente que es él? Esa respuesta nos puede dar razón, en buena medida, del por qué en muchos pueblos que nos hacemos llamar “cristianos”, la gente se esta muriendo de hambre o por violencia armada, como en Guatemala y El Salvador; o por dinero y poder otorgado por el narcotráfico, como en Colombia y México. Esos son algunos ejemplos y podríamos citar muchos otros.

Además, esta respuesta nos daría un interesante aporte del por qué el sectarismo y ateísmo. Dependiendo de la imagen que tenga de Jesús, de quién crea la gente que es él, ese es el tipo de culto religioso que busca, dentro de la gran oferta del mercado de la fe. Hay una opción para cada gusto. Es claro que cualquiera puede optar libremente por lo que le parezca mejor. El problema es que ante cada opción, existe una manera de asumir la vida, valores, compromisos o no. Si la imagen de Jesús es alienante, es decir que esclaviza al ser humano con emocionalismos y espiritualismos, entonces así se comportarán estos creyentes y tenderán a ser personas que se alejan de la realidad y creen que todo es voluntad de Dios y que el ser humano no tiene ninguna responsabilidad ante la injusticia del mundo.

Pero la respuesta de la gente está íntimamente relacionada con la imagen de Jesús que proyectamos muchos que decimos ser sus seguidores, y que pertenecemos a alguna Iglesia Cristiana. Pues, como bien lo expresamos desde nuestra fe, nosotros, la Iglesia, somos el sacramento de Jesucristo, es decir somos el signo visible de Jesús en el mundo. ¿Que tipo de signo seremos? ¿La gente verá en nosotros al menos una actitud profética? ¡Quién sabe! ¿Verán en nosotros a personas como Juan el Bautista, Luther King, Monseñor Romero o María del Magníficat? ¿Quién dice la gente que somos nosotros, la Iglesia, el sacramento de Jesucristo en el mundo?

Por eso ahora, nosotros quienes conformamos esta Iglesia y estamos asumiendo algún compromiso dentro de ella, debemos escuchar la pregunta que nos hace Jesús, tal y como se las hizo a sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”

Dependiendo de nuestra respuesta, esa será la imagen que proyectamos, como Iglesia de Jesucristo, ante el resto del mundo y ahí también la respuesta del por qué el mundo ve a Jesús y a nosotros de una manera u otra. Si para nosotros, Jesús es en verdad el Mesías, entonces ya tenemos un buen principio, pues quiere decir que le reconocemos como aquél que nos trae la verdadera salvación y liberación de toda muerte, de todo pecado e injusticia. Pero, ¿en qué tipo de Mesías?

Jesús les explicó a sus discípulos en que consistía su mesianismo. Era un mesianismo que sería perseguido, rechazado por aquellas personas e instituciones que eran reconocidas como dueñas de la verdad y únicas mediadoras entre Dios y su pueblo. Además, esas personas e instituciones le condenarían a muerte y terminaría como un fracasado, asesinado como un criminal, como un maldito de Dios. Sin embargo, a los tres días de ser asesinado resucitaría de entre los muertos. La muerte, la injusticia, el pecado, no tendrían la última palabra, no triunfarían.

Ese mesianismo escandalizó a sus discípulos y por eso Pedro llama a Jesús aparte para llamarle la atención, para regañarlo por lo que acababa de decir. No era posible que dijera todas esas incoherencias, que hablara de persecución y muerte, y menos de algo tan raro como la resurrección.

Jesús, entonces, hace reaccionar a Pedro llamándole Satanás, es decir tentador, y le invita a que se dé cuenta de lo que está diciendo, y que está hablando de cosas que no conoce pero que le serán reveladas por Dios. Jesús pone en claro en qué consiste el seguimiento: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga”. Seguir a Jesús implica poner la vida en riesgo, no asegurarla; implica renunciar a las propias pretensiones de poder, de prestigio y honor, de riqueza. Es asumir la persecución y la muerte violenta, incluso, con tal de ser fiel a la verdad proclamada por Jesús y garantizar la vida de muchas personas, en especial de las más pobres, marginadas y excluidas.

A muchas personas nos gustaría suavizar este mensaje y nos gustaría que el seguimiento de Jesús fuera sin riesgos, sin renuncias, sin compromiso, sin sufrir para que otras personas tenga vida, es más, sería mejor si nos olvidamos de la gente que sufre injusticia, violencia, hambre. Se trata de cargar una cruz, pero no cualquier cruz. Es la cruz de Jesucristo: dar la vida para que todos tengan vida y en abundancia.

Este texto nos ayuda a clarificar el verdadero significado de ser “persona cristiana, bautizada”: es un morir en, por y con Jesucristo, para resucitar en, por y con Jesucristo, sin ninguna seguridad ni privilegio y así ser sal y luz del mundo, y hacer efectiva la Buena Noticia de la vida para toda persona.

Seguir a Jesús implica ponerse detrás de él. Es aceptar que él va delante y conoce le camino. Es no estar quieto, estático, sino en movimiento. No se conoce el camino, ni de dónde viene ni a dónde va. Se saben los riesgos y las consecuencias de seguirle. La única garantía es Jesús mismo, el caminante, el que lo arriesga todo por el amor que le tiene a la humanidad y por serle fiel a su Padre amado. No hay otro seguimiento. Lamentamos decirlo, pero no hay otra manera de seguir a Jesús, por más que inventemos otras maneras más suaves y menos comprometidas.

Sigue en pie, entonces, la pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”

¿A qué debes renunciar personalmente, como comunidad, familia e Iglesia? ¿Cuál es la cruz a cargar por seguir a Jesús y por su Evangelio?

NOTA: Les invitamos a orar y a solidarizarnos con la realidad crítica que vive el pueblo de Guatemala, a causa del hambre generada por la injusticia social.

lunes, 7 de septiembre de 2009

ABRETE: ESCUCHA Y HABLA

Marcos 7, 31-37 Para El evangelio de Marcos nos presenta a Jesús recorriendo grandes distancias, sobretodo por tierras paganas. Va desde Tiro hasta la Decápolis, pasando por el lago de Galilea y por las grandes montañas de la Decápolis, donde tiene lugar el pasaje bíblico que hoy nos convoca.

Sabiendo la gente que Jesús había llegado, salen a su encuentro, le llevan a un hombre sordo y tartamudo y le suplican (a Jesús) que ponga sus manos sobre él. La práctica de poner las manos sobre un enfermo era, en tiempo de Jesús y en el nuestro, signo de sanación. Por esto podemos decir que la gente lo que quiere con prontitud es la sanación del sordo y tartamudo.

En tiempos de Jesús se hablaba de sordera y tartamudez no sólo en un sentido real, sino también en un sentido figurado. Nosotros también lo hacemos. Por ejemplo, cuando una persona piensa que todo marcha bien en Nicaragua, que Daniel Ortega todo lo está haciendo bien, le decimos: "Abrí los ojos". No significa que los tenga cerrados realmente, sino que utilizamos esa figura para decir algo más importante todavía: que cambie de mentalidad, que ponga los pies sobre la tierra. Volviendo al texto. El hombre sordo y tartamudo de la Decápolis representa a todo el pueblo pagano, a los no judíos, a los que supuestamente no se van a salvar porque son sordos a la voz de Dios y tartamudos para proclamar su Palabra. Pues bien, el evangelio de hoy, que es como siempre contracultural1, muestra a Jesús yendo precisamente a esos sordos y tartamudos y éstos no dejan pasar de largo a Jesús, inmediatamente piden que les ponga sus manos porque quieren dejar de ser sordos y tartamudos.

La actitud de estos paganos debe siempre hacernos pensar en aquellas personas que hoy están lejos de la Iglesia, como por ejemplo los mareros de América Central, los narcotraficantes de Colombia, los traficantes con trata de blancas de Europa, etc. Ellos y ellas han sido sordos a la voz de Dios que pide amor, pero eso no significa que debemos renunciar a ellos y ellas. Jesús así lo creía en su momento y hoy nosotros, seguidores de Él, debemos seguir haciéndolo aunque sea difícil.

Es interesante que Jesús no hace exactamente lo que la gente le pide, pues no usa sus manos como tal, sino sobretodo sus dedos. Veamos con detalle los gestos de Jesús para con este hombre. Lo toma, lo lleva a parte y, a solas, le mete los dedos en los oídos, le toca la lengua con saliva y, después de mirar al cielo y suspirar, le dice: "Effatá - que significa ábrete". Jesús le gasta tiempo, mucho tiempo a ese hombre, procura un espacio de intimidad con él, lo toca con sus propios dedos. En este punto cabe destacar que la creación entera es obra de los dedos de Dios y las Leyes fueron escritas en las Tablas por Él mismo con sus dedos. Ahora son esos mismos dedos de Dios los que liberarán al pueblo pagano de su sordera y tartamudez, pero también del sentirse excluidos del amor de Dios. Jesús pone su saliva, la que ha escupido. La saliva era vista por los judíos como un elemento curativo de las heridas. Jesús escupe y lo que escupe lo pone en la lengua del tartamudo; con este signo Jesús pone su Palabra en el otro: una Palabra que no se puede quedar adentro porque quema, una Palabra que exige fluidez para ser proclamada. Cuando Jesús llega a este punto, levanta la vista al cielo y suspira. ¿Por qué suspira Jesús? Quizá por la felicidad que le da el saber que la Buena Noticia ha llegado a los paganos o tal ves por la súplica que dirige al Padre, a quien le pides, con todo tu corazón, que haga algo por ese hombre y por ese pueblo. Sea lo que sea, Jesús vive ese momento intensamente. Así deberían ser los sentimientos de los cristianos ante la realidad de las personas que sufren en el mundo.

Después de todo esto Jesús le dice tan solo una palabra: "Éffatá", que en hebreo significa ábrete. Es un abrirse a un nuevo modo de vida, a una nueva mentalidad, a un soltar la lengua y hablar al mundo palabras que dan vida y esperanza; es un dejar la tierra y ponerse en marcha hacia donde Dios nos llame a dar testimonio de su mensaje. El hombre sordo y tartamudo así lo entendió y por eso, con sus oídos abiertos a la Palabra de Dios y con su lengua suelta para proclamarla, habla normalmente y cuenta las maravillas que Dios ha hecho con su pueblo. El pueblo pagano de la Decápolis se llena de alegría, pues al abrir sus oídos y soltar su lengua se abren a una nueva vida antes insospechada, pero deseada. Esta es la alegría que tanto deseamos para los pobres. Jesús logró que los excluidos de su época se llenaran de gozo y dijo que nosotros haríamos aún cosas mayores que Él sí creemos en su Palabra. Por eso, hermanos y hermanas, no nos desanimemos pensando que la tristeza es la única herencia que le toca a los pobres, gocemos con la esperanza de que llegará el momento en que ellos también reirán y serán saciados.

Cada fin de semana, nosotros, como Amigo de los pobres, intentamos abrirnos a la escucha de la Palabra de Dios y hoy, de manera particular, nos sentimos muy interpelados, pues ser buena noticia para los pobres no se restringe a escribir, sino a tomar a los pobres, llevarlos a parte, tocarlos, suplicar al Padre por ellos y por último invitarlos, en ese momento de intimidad, a abrirse al nuevo estilo de vida que trae Cristo. Desde nuestra experiencia a ustedes también los invitamos hacer lo mismo.

1Se denomina contra-cultura a los valores, tendencias y formas sociales que chocan con los establecidos dentro de una sociedad. Jesús era, en mucho, contra-cultural, varias veces no escatimó oponerse a normas tradicionales de su propia cultura e invita a sus discípulos hacer lo mismo.

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