sábado, 30 de mayo de 2009

ESPÍRITU DE UNIDAD Y DE PAZ, ESO ES PENTECOSTÉS

Jn. 20, 19-23

El contexto dentro del cual se nos presenta el Evangelio en este día, es el de una comunidad que aún experimenta desconcierto y miedo. Y todo esto ¿Por qué? primordialmente por evitar la persecución y la muerte por parte de los judíos y el imperio Romano, por la ausencia de Jesús como líder y la falta de iniciativa para la toma de decisiones, aunado al hecho de “no saber que hacer” en cuanto a las responsabilidades para asumir la realidad concreta del seguimiento de Jesús.

El miedo era la causa de que el grupo permaneciera reunido aún, además de que compartían una tristeza desoladora por la muerte de su amigo. En esta realidad se presenta Jesús en medio de ellos diciéndoles: “la paz esté con ustedes”. Con ello les devuelve la esperanza, el ánimo y la alegría. Jesús les repite de nuevo: “la paz esté con ustedes”, manifestándoles seguidamente su misión: “cómo el Padre me envió yo los envío a ustedes”, es decir, la disponibilidad para “abrir las puertas, salir del encierro y anunciar al mundo la Buena Noticia”, que es la liberación integral del ser humano del pecado personal, social y estructural que le oprime y mata. Este envío queda confirmado cuando Jesús “sopla” sobre ellos el Espíritu Santo.

Es necesario recordar que en el AT, el Espíritu de Dios era designado por la palabra Ruáh, que significaba aliento de vida, soplo de vida, espíritu, presencia activa de Dios, etc. Por tanto, Jesús al soplar sobre ellos su Espíritu, les expresa que ésta presencia activa de Dios se hace efectiva y dinámica en la comunidad y aún más, les enfatiza que este espíritu es el mismo que se ha manifestado durante toda la historia de la salvación del pueblo de Israel; y es el mismo que Él recibe y le hace proclamar y vivir el Reino de Dios. Por tanto, les confirma que este Espíritu les llevará a hacer las mismas cosa que Él hizo y aún más.

Dos del Espíritu Santo son destacables en este Evangelio: conllevan la responsabilidad y la vivencia comunitaria y son: LA UNIDAD Y LA PAZ.

Estos frutos se construyen y se edifican poco a poco, ya que necesitan de la participación de todos y todas, de cada uno y cada una. Debe de haber coherencia entre nuestra manera de pensar, hablar y vivir. Si una de estas prácticas no está en relación con las otras dos, lógicamente no estaríamos en unidad con nosotros mismos., sino fragmentados. ¿Por qué es importante esta unidad? Porque mi manera de vivir tiene consecuencias en las demás personas, ya sean positivas o negativas, al igual que la manera de vivir de las otras personas tiene consecuencias en mí, y ello forma la realidad que vivimos. Si cada persona no esta en unidad consigo misma, no podrá crear unidad con las personas que le rodean: la propia familia, los vecinos y vecinas, con su comunidad y/o movimiento, en la iglesia, la escuela, el trabajo, etc.

El Evangelio nos muestra que los discípulos estaban reunidos, pero esto no era suficiente para enfrentar el miedo a dar la vida como Jesús. Ante esta realidad, Jesús se hace presente en medio de ellos, y todo empieza a tener sentido. Surge nuevamente la unidad y como consecuencia inherente a ella, la paz de Jesús, que según don Pedro Casaldáliga es: “aquella paz extraña que brota en plena lucha… la paz de los que andan desnudos de ventajas… aquella paz del pobre que ya ha vencido el miedo. Aquella paz del libre que se aferra a la vida. La paz que se comparte, en igualdad fraterna, como el agua y la Hostia”.


Jesús pretendió reunirlos a ellos, y ahora nos reúne a nosotros en una comunidad para la misión y desde una misión para la comunidad, manifestando así la unidad, que nos lleva a subvertir (cambio drástico) la realidad. Es proclamar juntos que “otro mundo es posible”. Queremos que las cosas cambien, queremos una realidad diferente, queremos vivir en paz.

Bien, si al igual que Jesús, éste es nuestro sueño, nuestro fin, entonces hay que trabajar y el medio de hacerlo es la unidad. Es compartir el mismo ideal y poner nuestras capacidades, carismas y habilidades(nuestros dones) en función del Reino de Dios, así se evidenciaría que estamos viviendo en comunión con el Espíritu de Jesús.

Quisiera finalizar esta reflexión con el numeral 494 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia que nos habla de la paz y copn un fragmento del salmo 84: La paz es un valor y un deber universal; halla su fundamento en el orden racional y moral de la sociedad que tiene sus raíces en Dios mismo, « fuente primaria del ser, verdad esencial y bien supremo ». La paz no es simplemente ausencia de guerra, ni siquiera un equilibrio estable entre fuerzas adversarias, sino que se funda sobre una correcta concepción de la persona humana y requiere la edificación de un orden según la justicia y la caridad.

La paz es fruto de la justicia (cf. Is 32,17), entendida en sentido amplio, como el respeto del equilibrio de todas las dimensiones de la persona humana. La paz peligra cuando al hombre no se le reconoce aquello que le es debido en cuanto hombre, cuando no se respeta su dignidad y cuando la convivencia no está orientada hacia el bien común. Para construir una sociedad pacífica y lograr el desarrollo integral de los individuos, pueblos y naciones, resulta esencial la defensa y la promoción de los derechos humanos.

La paz también es fruto del amor: « La verdadera paz tiene más de caridad que de justicia, porque a la justicia corresponde sólo quitar los impedimentos de la paz: la ofensa y el daño; pero la paz misma es un acto propio y específico de caridad ».”

SALMO 84 (85)

Déjame escuchar lo que tienes que decir

Porque hablarás de paz a tu pueblo

A quienes están cerca de Ti y a quienes

vuelven su corazón hacia Ti.

Tu salvación está cerca de los que te aman

Y tu gloria habita en nuestra tierra.

La misericordia y la verdad se abrazan,

La justicia y la paz se besan.

La verdad brota de la tierra

Y la justicia baja de los cielos.

Tú nos darás lo que es bueno, nuestra tierra dará fruto

La justicia irá delante de ti y hará un camino para tus pasos.

martes, 26 de mayo de 2009

TRES CICLOS PARA DESCARGAR...


Próximamente en la columna estará disponible la serie de tres ciclos A, B, C. para descargar.

Por ahora el Ciclo B. que fue por el que inició esta publicación.

Estamos cumpliendo tres años.

Gracias a todos y todas las mujeres que nos leen, La Chacra, Los Cantones, Barriadas, Veredas, Parroquias, Seminaristas, Estudiantes, Sacerdotes, misioneros laicos y laicas.

A todos y todas adelante.

domingo, 24 de mayo de 2009

LA MISIÓN

Mc 16, 15-20

Este domingo celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. Es una buena y nueva oportunidad para reflexionar sobre nuestra vida a partir de esta experiencia vivida por los discípulos.

En este texto del evangelio de Marcos, Jesús se presentó a los once discípulos, les llamó fuertemente la atención por su dureza para creer, por su falta de fe y por ser cerrados de corazón, quizás porque aún estaban llenos de tristeza, miedo y frustración, y eso les tenía paralizados, aún impactados por la experiencia de su pasión y muerte. Luego les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la humanidad”.

Esta presencia de Jesús resucitado, en medio de ellos, les revive su fe, su esperanza y alegría. Les hace recordar la experiencia del reino de Dios y el llamado a vivir desde la justicia y la misericordia. Es la experiencia de la liberación y salvación.

Precisamente, a partir de este encuentro con el Resucitado, surge la misión y el compromiso de ir por todo el mundo para anunciar la Buena Noticia y dar testimonio de ella en medio de una realidad difícil, llena de persecución, opresión e injusticia, dejando, entonces, bien definida la universalidad del evangelio. No hay exclusión.

Es así, como respondiendo a este envío, se expandió esta nueva manera de vivir que fue generando conversión y se asumió el compromiso adquirido en el bautismo. Sólo así se convirtieron en portavoces de ese amor gratuito de Dios que libera y salva a toda la humanidad.

Este anuncio debía ir acompañado de señales o signos que mostraban la acción de Dios: denuncia del mal y de la idolatría; propagación del reino en otras culturas; sanar enfermos desde la acción solidaria; y la liberación del pecado y de la muerte.

Esta misión evangelizadora sería realizada por toda persona bautizada en nombre de Jesús, lo que hace que el anuncio tenga el respaldo de aquel que murió en una cruz y que resucitó al tercer día.

Finalmente, Jesús comparte con sus discípulos la experiencia de la ascensión, trascendiendo así, su mensaje liberador a través del actuar en y por medio de sus discípulos y discípulas, es decir, la comunidad de creyentes, y confirmando su palabra con las señales que les acompañaban. La ascensión nos invita a poner nuestra mirada en la misión y en aquel que subiendo al cielo, se ha quedado entre nosotros.

Al revisar nuestra realidad eclesial actual, podemos percibir una crisis de fe y vida que se manifiesta en la infidelidad al Evangelio, pues se le ha manipulado o se le ha quitado su fuerza liberadora. Esto se hace claro cuando vemos cómo se sigue asesinando a Jesús encarnado en el ser humano, y esto a pesar que nuestros pueblos latinoamericanos dicen ser cristianos, gente bautizada. Con ello queda al descubierto la ausencia, casi total, del compromiso de ir, anunciar y dar testimonio de Jesús. La misión parece haber quedado sepultada en la historia hace ya varios siglos, pues ya no se ve a los cristianos manifestando su fe y las señales fundamentales del reino de Dios: justicia y misericordia.

Sin embargo, es importante resaltar el compromiso de mujeres y hombres que no son la mayoría, por cierto, pero que están haciendo vida el Evangelio, a ejemplo de muchos santos mártires anónimos latinoamericanos que vivieron con fidelidad la misión cristiana, y que les toca caminar a diario durante varias horas por las montañas, para llevar la comunión a los enfermos, solidarizándose con las personas más empobrecidas; aquellas personas que arriesgan su vida caminando por las áreas marginales de las ciudades, buscando compartir y generar esperanzas; otras que velan por la salud o por la educación, etc.

San Vicente de Paúl, amante de la misión, invitaría hoy a toda persona bautizada, seguidora de Jesús, a mantener vivo el celo por la evangelización, es decir, ese deseo ardiente y constante de anunciar y dar testimonio de Jesucristo, el evangelizador de los pobres. Nos invitaría a que dispongamos nuestro corazón para ir a cualquier parte del mundo, como el mismo Jesús iría, pues de esa manera envió él a sus discípulos, y hoy nos hace el mismo envío. Vicente invita a que nos revistamos del Espíritu de Jesús para trabajar duro por la liberación y salvación del prójimo: amando a Dios con el sudor de nuestra frente y con el cansancio de nuestros brazos.

El celo se manifiesta hoy, ante todo, como fidelidad al llamado y a la misión. Se muestra en la creatividad para encontrar maneras nuevas y efectivas de amar. Es inventivo hasta el infinito.

Jesús invita a toda persona cristiana o amante de la vida, a revisar cómo está realizando su misión, tanto a nivel personal como comunitario, para que sea coherente con los signos de los tiempos actuales.

¿Cómo saber si la misión nuestra, como Iglesia, está siendo efectiva y fiel al Evangelio?

Fácil, si en nuestra realidad cada día disminuye la pobreza y la muerte violenta como fruto de la justicia y la misericordia, generando vida en plenitud, entonces y sólo entonces, podremos decir que, como Iglesia, estamos haciendo efectivo nuestro compromiso bautismal para hacer presente el reino de Dios en el mundo.

Ánimo en el caminar

lunes, 18 de mayo de 2009

AMAR ES DAR LA VIDA

Jn 15, 9-17

Hermanas y hermanos, llegamos hoy al VI Domingo de Pascua en un contexto de incertidumbre social. Por un lado se ve más deshumanización y por otro, algunas esperanzas. Sin embargo, para los pobres las cosas siguen igual; ellos contemplan que pasa el tiempo y el clima de violencia que se da a su alrededor aumenta cada día más. Triste y doloroso es saber que nuestra realidad social, política, económica, religiosa y ecológica, en vez de humanizarse se deshumaniza; en vez de ser vida y esperanza, es muerte y desesperanza; en vez de ser reino y buena noticia, es antireino y mala noticia; en vez de ser luz y paz, es oscuridad y guerra; en vez de ser alegría y amor, es tristeza y odio y es vez de ser canto a la vida, es llanto incansable. No hay respeto a la dignidad humana. La lucha entre clases sociales y al interior de las mismas llegan al extremo del asesinato inmisericorde. En fin, la cultura de nuestros países ha adquirido el adjetivo “de muerte”.

De esta cultura de muerte participamos todos, pero no de la misma manera. Unos son culpables sociológicamente, porque crean y alimentan la cultura de muerte para lograr conscientemente sus planes egoístas. Otros son sociológicamente inocentes, pues al cometer violencia (pecado personal) no alimentan la cultura de muerte conscientemente, sino que son presas de un sistema que crea las condiciones sociales para convertirlos en ladrones y asesinos. Pero la trampa está en que en sociedades (con cultura de muerte), los violentos inocentes pasan por culpables ante todos, la ley los juzga como tales y los condena a “limpieza social”; en cambio, los violentos culpables pasan por inocentes, gozan de reconocimiento social, aparecen por los Medios de Comunicación en círculos de opinión, son considerados defensores de los Derechos Humanos y de la Constitución y a veces son presidentes de nuestras repúblicas o representantes de la “Iglesia de Cristo”.

Ante esta realidad, el Evangelio nos hace un serio cuestionamiento: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá” (Jn 15, 16). Nosotros hemos sido llamados no a quedarnos de brazos cruzados ante la violencia que vivimos, sino a dar frutos, pero que no “llamarada de tuza”, sino frutos duraderos. Para que los frutos sean en verdad duraderos es necesario que permanezcamos en el amor de Jesús (Cf. Jn 15, 9), es decir cumpliendo su mandamiento: “ Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Cf. Jn 15, 12). Por tanto, no es cualquier amor, sino un amor que esté a la altura del amor de Dios; por eso Él mismo dice: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). Jesús nos invita a amar dando la vida; si no amamos dando la vida todo lo que hagamos terminará en nada.

En la cultura de violencia en que vivimos es imperativo hacer algo. Así como los violentos niegan el amor, los indiferentes ante la violencia, también niegan el amor, ya que “dejan hacer y dejan pasar”, contemporizan con el sistema, aprenden a vivir en él y a aceptarlo aunque no estén de acuerdo; en el fondo son sencillamente cómplices y verdugos.

Nosotros, la Iglesia, no somos ajenos a esta realidad. Nos da miedo oponernos a los culpables de la violencia por la persecución que nos traerá; sin embargo, Jesús nos invita a participar de su alegría y felicidad que consiste en cumplir la voluntad del Padre dando la propia vida para ganar vida en abundancia para la humanidad. La gran alegría de la Iglesia estará entonces en hacer lo que hizo Jesús en el mundo: acabar con la relaciones de dominación, opresión e injusticia y devolver la dignidad a todos, especialmente a los pobres. Contra las relaciones de violencia, Jesús procura relaciones de amor y amistad. Por eso, la relación que tenía con sus discípulos no era de señor a siervo,sino de amigos, es decir, una relación de compañeros que comparten el pan y caminar juntos . Esta nueva relación entre Dios y los seres humanos supone, entonces, romper con el círculo de la cultura de muerte y violencia a través de la vivencia del amor concreto y constante, en contraposición al romántico y fantasioso que no lleva al compromiso con y por la vida.

Tenemos un gran reto en esta realidad. El primer paso que debemos dar es ser conscientes de este reto y asumir la realidad con responsabilidad histórica. Lo segundo es estar dispuestos “con alma, vida y corazón” a luchar para que la cultura del amor y la vida se imponga a la del odio y la violencia. Lo tercero es no trabajar aisladamente, sino en organización. Es necesario que estemos unidos en esta lucha por dos razones: primero, porque el mejor alimento para no desistir en la lucha es vivir ya ese proyecto social que queremos para toda la humanidad; segundo, porque la lucha es contra un sistema poderoso que aplasta fuerte a quienes se oponen. La antigua consigna: “la unión hace la fuerza” cobra todo su sentido en este punto. Lo cuarto es hacer la lucha con los oprimidos, marginados y excluidos del sistema; ellos deberán ser los primeros interesados para que el sistema cambie. Y por último, es preciso aprender de Jesús que es posible una manera diferente de vivir y que es necesario darla a conocer a todos, especialmente a niños y jóvenes. Lo anterior es válido para toda la humanidad, pero para la Iglesia, que somos todos y todas, es una obligación irrenunciable. Si predicamos a Jesús, debemos dar los frutos de los que Él habla.

Concretamente, amar en nuestros países es denunciar a los narcotraficantes y a todos los que se enriquecen a costa de la vida de nuestra niñez y juventud; es promover una reforma educativa que genere formación integral, para romper con los esquemas tradicionales que no brindan esperanzas de cambio; es promover una formación cristiana que no separe la fe y la vida, sino que parta de la realidad en todas sus dimensiones; por último es ser responsables al elegir a los funcionarios públicos de nuestros países; si éstos llegaran a asumir el proyecto del amor y la vida, podrían ser grandes promotores del Reino de Dios. Si todo esto lo hacemos realidad, la Palabra en nosotros verdaderamente será Palabra que da vida. ¡Animo! El Señor nos invita a participar de su alegría.

jueves, 14 de mayo de 2009

YO SOY LA VID PERMANEZCAN EN MI

Jn 15,1-8.

Para este V Domingo de Pascua la liturgia nos propone el conocido texto de “La Vid y los Sarmientos”. En la cultura de Jesús, una comparación con la vid resultaba ser entendible para todo el mundo, es como si nosotros hiciéramos una comparación tomando como base el maíz, que en nuestra alimentación básica es casi todo.

En el texto, Jesús se proclama la vid verdadera y el Padre es proclamado como el viñador. Los seres humanos somos los sarmientos (el sarmiento es una rama que depende del tronco). Todo sarmiento que en Él no da fruto es cortado y todo el que da fruto es limpiado para que siga dando más fruto.

Hasta aquí, parece que Jesús habla a todos los seres humanos. Del versículo tres en adelante cambia de público, sus palabras van dirigidas a la comunidad de sus seguidores: “Vosotros estáis ya limpios gracias a la palabra que os he dicho”.

Los versículos 4-7 están determinados por una palabra: Permaneced. La permanencia ocurre en doble dirección, ellos en Jesús y Jesús en ellos. Si el sarmiento no permanece en la vid, no puede dar fruto por sí mismo, separado de Jesús nada puede hacer. El que no permanece en Jesús es arrojado fuera, ese sarmiento se seca, luego se echa al fuego y arde. La permanencia en Jesús asegura el seguimiento.


El versículo 8 sella el texto magistralmente, la gloria del Padre está en que la comunidad dé mucho fruto y que sus miembros sean discípulos de Jesús. Esto último, lleva a grado pleno la alegoría o parábola de la vid y los sarmientos, descubre todo su significado: ser sarmiento es ser discípulo, es estar en Jesús.

De cara a nuestra realidad, este texto nos hace una pregunta elemental: ¿Pertenezco a esa vid (Jesús) y al viñador (El Padre)?

Este texto nos invita a abandonar todo tipo de mesianismo (es decir, el creernos salvadores del mundo) en nuestra praxis cristiana, ya que el sarmiento por sí solo nada puede hacer. Por el contrario, nos pide que nos unamos más a Cristo – como decía San Vicente de Paúl- hasta llegar a experimentar en nuestra vida los mismos sentimientos que Él, debemos ponernos a actuar antes que a enseñar.

El texto es insistente en la temática del discipulado, todos somos alumnos de Jesús, estamos inmersos en un bello proceso de configuración con su persona y con su proyecto: El Reino de Dios. Dicha insistencia en el discipulado es una invitación clara al seguimiento de Jesús y una exhortación a dar frutos: ser sensibles, amables, misericordiosos, serviciales, solidarios, alegres y atentos a la realidad del otro que sufre y llora por los dolores de la opresión.

Discipulado y seguimiento de Jesús significa no huir de las realidades que generan muerte y exclusión, por el contrario, se debe caminar en la verdad con la disposición de erradicar el pecado estructural que genera víctimas a montón en nuestras sociedades latinoamericanas.

Todo discípulo es responsable ante la realidad y para instaurar el Reino de Dios en ella debe comprometerse en la lucha por la Liberación de los oprimidos, el motor de esta liberación es Dios mismo.

El 1º de Mayo se celebró el Día Internacional del Trabajo en Latinoamérica y en todo el mundo. Fue un día hermoso donde los trabajadores expresaron su derecho a disfrutar de los bienes de la tierra, que se encuentran por hoy en manos de unos pocos. Se puede constatar que los asesinatos a los sindicalistas continúan en todo el continente, que ahora hay más desempleados que hace diez años y que los subempleados son muchos, a quienes encontramos en las aceras vendiendo dulces, tamales, postres; estas personas carecen de seguridad social, de incentivos, de salario digno. Los generadores de este sistema de muerte son sarmientos que no dan fruto en Jesús, de no convertirse están condenados a ser echados al fuego y arder. Ante la realidad triste del empleo en Latinoamérica se puede asegurar que ¡Falta mucho por construir el Reino de Dios, nuestro edificio apenas tiene las bases! ¡No podemos dormirnos, no podemos ver como positiva la injusticia estructural en que vivimos!

Por otra parte, este fin de semana se celebra en muchos países de Latinoamérica el día de la madre. Ésta es una celebración hipócrita y superficial, ya que son las madres, en especial las madres solteras, quienes son víctimas de la opresión de este sistema que las endiosa un día y en lo restante del año las trata como animales de carga y las ve como objetos sexuales.

No nos cabe duda de que la Liberación de los oprimidos pasa por la Liberación de la Mujer. Se deben romper los paradigmas de la desigualdad de género, se debe pagar lo mismo a hombres y mujeres, se debe eliminar la óptica errónea que ve a la mujer como objeto sexual. Alabamos la valentía, la entrega y el amor fiel de muchas madres que desgastan su vida construyendo la felicidad de otros, ellas son quienes mejor nos revelan la gratuidad y misericordia de Dios.

Finalmente, permanecer en la vid es estar en Jesús y seguirle, construyendo el Reino de Dios desde los caminos de la No Violencia, quienes lo han hecho: Monseñor Oscar A. Romero, Monseñor Juan Gerardi, Rutilio Grande, Martín Luther King, Jon Cortina, San Vicente de Paúl, San Francisco Régis Clet, Madre Teresa de Calcuta y otros más, no han quedado defraudados.

¡Vamos, Latinoamérica está hambrienta del fruto que daremos!

sábado, 2 de mayo de 2009

LLAMADOS A DAR LA VIDA VOLUNTARIAMENTE Y CON AMOR...

San Juan 10,11-18

Cumplimos 3 años de edición continua del Amigo de los Pobres, hemos creado el Blog: http://elamigodelospobres.blogspot.com, lugar donde compartimos la Lectio Semanal y otras materiales de ayuda para el apottolado.

Ya son tres años de labores pastorales, de estudio y de trabajo. ¡Queremos continuar en el seguimiento de Jesús, en búsqueda continua de conversión y construyendo día a día el Reino de Dios!

Contexto...
Para este Cuarto Domingo de Pascua la Liturgia propone un conocido texto: "El Buen Pastor". Dicha perícopa aparece después de la curación del ciego de nacimiento, donde los fariseos discuten con Jesús porque él les llama la atención en la pastoral que están aplicando al pueblo de Israel, en el caso del ciego, excluyendo a las ovejas de la comunidad en vez de cumplir la profecía de Ezequiel "... buscar las perdidas, volver las descarriedas, vendar las heridas, curar las enfermas y proteger las gordas y fuertes..." (Ez 34)

Jesús es el Pastor anunciado por los profetas y encarna personalmente la misión del Señor del Salmo 23 (22) que conduce por cañadas oscuras, lleva a mejores pastos, etc... y personifica lo predicho por el profeta Zacarías 13,7 "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" Es un pastor que muere o más bien como lo dirá Jesús mismo "DA la VIDA"...

DAR LA VIDA....
Esa es nuestra función: DAR la VIDA y proteger las ovejas de los lobos y demas peligros del desierto. el escenario de nuestro trabajo es cada uno de los lugares donde vivimos y los lobos son las dificultades que se presentan ya sean comunitarias, económicas, sociales y la más peligrosa de todas la: política, las causadas por el sistema equivocado que "mata, roba y destruye la VIDA" (Juan 10,10a)...

CONOCIMIENTO MUTUO...

Yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas, es decir, las amo, y ellas me conocen a mí. Es como si dijese con toda claridad: -Los que me aman me obedecen-. Pues el que no ama lña verdad es que, todavía no la conoce... Pues el mismo evangelista Juan, de quien son estas palabras, afirma también: Quine dice: -Yo conozco a Dios, y no guarda sus mandamientos, miente-. Por esto el Señor añade, en este mismo texto: como el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas, lo que equivale a decir: -En esto consiste mi conocimiento del Padre y el conocimiento que el Padre tiene de mí, en que doy mi vida por mis ovejas; esto es, el amor que me hace morir por mis ovejas demuestra a hasta que punto amo al Padre” (san Gregorio Magno)



UN LLAMADO AL TESTIMONIO...
También hay otros que deben integrarse a la comunidad para que sea una sola familia, la condición es imitar al Pastor por el TESTIMONIO de DAR LA VIDA...

EL AMOR QUE SE DONA...
EL Padre nos ama en cuanto que DEMOS LA VIDA voluntariamente, nadie nos la quita, el seguimiento del Señor si es verdadero y si somos Buenos Pastores conlleva necesariamente el ser pesrseguidos, recordemos las bienaventuranzas. (san Mateo 5,11-12)...

PREGUNTAS PRA LA REFLEXIÓN PERSONAL Y COMUNITARIA

* ¿ESTOY dando TODA MI VIDA por las ovejas, débiles, perdidas?.

* ¿Trabajo buscando un benenficio. voluntariamente y por amor?.

* ¿Cómo es mi relación con Dios y mi unión con Él?

* ¿Cómo es mi relación con mis hermanos de comunidad y mi conocimiento de sus necesidades para atenderlas?.

* ¿Qué testimonio doy para contagiar a otros de mi alegría por vivir en comunidad congregado bajo el pastoreo de Cristo?.

* ¿Le tengo miedo a la muerte como consecuencia der mi acción pastoral?. (cf. 1 San Juan 4,18).

* ¿Juzgo a los malos pastores o les ayudo con mis oraciones y con mis palabras y acciones?.


PD: Feliz día a todos los ministros y servidoras de las comunidades. Recuerden: Mi familia, mi colegio, mi comundiad, mi parroquia, mi cantón, mi barrio, mi chabola,, mi favela, mi chacra, mi trabajo, es un rebaño para conocer, para amar, para cuidar, para unir, para DARLE VIDA y vida en ABUNDANCIA. (san Juan 10,10b)

PS: A manera de anecdota al margen en la Moskitia Hondureña a los delegados de la Palabra y Catequistas de la Iglesia Católica se les llama Pastores.



ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE PARA ENCOMENDARNOS POR LA EPIDEMIA


Santa María de Guadalupe:

A ti que nos amas con especial ternura,

velas por nosotros con maternal intercesión

y nos procuras siempre tu eficaz ayuda

suplicamos tu protección y auxilio

para superar pronto esta epidemia

que ha venido a afectar nuestra nación.

Cúbrenos con tu manto,

líbranos de este mal.

Ruega por todas las autoridades

y por quienes tienen poder de decisión

para que sepan establecer medidas y prioridades

para prevenir y ayudar a toda la población,

y en particular a quienes son más vulnerables.

Concédenos prudencia y serenidad

para actuar con mucha responsabilidad

y así evitar ser contagiados o contagiar.

Socorre al personal de salud,

vela por la recuperación de los enfermos

y sé consuelo de quien se encuentran en duelo.

Madre del Verdadero Dios por quien se vive,

Tú que nos has rescatado de otras plagas,

encomiéndanos a la misericordia

de Aquel que nos sanó con Sus llagas

y nos libró de la muerte con Su Resurrección.

Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo

para hallarle sentido redentor

y salir de esta adversidad fortalecidos

en la fe, la esperanza y el amor. Amén.

+Norberto Card. Rivera Carrera

Arzobispo Primado de México


COMENTARIOS Y SUGERENCIAS

Hacerlos al email: amigodelospobres@yahoo.com.mx Gracias por leernos.