jueves, 18 de julio de 2019

ESCUCHAR Y APRENDER DE JESUS


LA MEJOR PARTE: ESCUCHAR Y APRENDER DE JESÚS
Lc 10, 38- 42
San José en Medellín Colombia

            El 16º domingo del tiempo ordinario pone fin a la lectura del capítulo 10 del Evangelio según san Lucas. En dicho capítulo, Jesús ha invitado a los discípulos a ir por todas las aldeas pobres para “anunciar que el Reino de Dios está cerca” y ha invitado a ser como el Buen Samaritano, que ama desde la compasión y la caridad. En esta misma línea, Jesús agrega un elemento nuevo: Escuchar y aprender, como lo hizo María.

            Desde el 13º domingo, san Lucas nos cuenta que Jesús ha iniciado un viaje sin retorno hacia Jerusalén, un viaje largo en el que va formando a sus discípulos y discípulas en lo que significa su seguimiento.

            Marta recibe a Jesús en su casa. Pero no tiene tiempo para escucharlo, pues debe atenderlo según la ley de la hospitalidad. María, por el contrario, está sentada a los pies de Jesús, escuchando su Palabra. María recibe a Jesús en su interioridad como discípula. Marta, aunque sirve de buena gana, se molesta por la actitud de María y acercándose a Jesús le dice: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender?, Dile que me ayude”. Esto lo decía porque no daba abasto con todo. Jesús, que no gusta de manipular a las personas ni juega con las voluntades ajenas, le responde a Marta con algo inaudito, en apariencia: “Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”.

            Sin duda, el Evangelio de hoy quiere dejar clara una postura respecto al activismo. La comunidad lucana, por la dura situación económica que estaba atravesando, dedicaba mucho tiempo al trabajo tanto fuera como dentro de casa. Esto hacía que los miembros de la comunidad redujeran el tiempo de oración y de meditación de los dichos y hechos de Jesús (Memoria), y se quedaran sólo en el ejercicio de la caridad. Lo que se necesitaba era dinero para cumplir con todas las obras de caridad asumidas y la única forma de conseguirlo era trabajando. Por tanto, no hay tiempo para escuchar la Palabra. Esto es un gran peligro.

            El sistema económico actual emplea alta teconología para hacer más en menos tiempo. Paradógicamente, este mismo sistema exige cada vez más horas de trabajo. Son pocos los que trabajan ocho horas al día; la mayoría debe laborar  hasta 11 horas. El tiempo empleado para trasladarse a los puestos de trabajo en promedio es de 1.5 horas, que obviamente también se necesitan para el retorno a casa. Con esto, estamo hablando de 14 horas. Por otra parte, en casa se deben dejar preparados los alimentos, hacer las tareas con los hijos, lavar la ropa, etc. Si a esto último se le diera 2 horas, sin contar con el tiempo de aseo personal, tenemos un total de 16 horas. ¿A qué hora alguien, con todos estos oficios, puede dedicar tiempo a la escucha de la Palabra de Dios?

Hace unas décadas eran las mujeres la que tenían más tiempo para la escucha de la Palabra, puesto que los hombres eran los que se dedicaban al trabajo laboral. No obstante, con el libertinaje fememino, que podría traducirse también en explotación femenina, y el alto índice de madres cabeza de hogar, nadie tiene tiempo para escuchar la Palabra de Dios.

En este contexto, donde nadie tiene tiempo, el Evangelio nos dice que lo único importante es escuchar a Jesús. Creo que muchos le dirían a Jesús: “Perdone, pero yo no pienso así”. Esta fue la actitud de Marta. María, en cambio, eligió a Jesús. No sólo lo acogió en la casas (como su hermana), sino que se puso a sus pies como discípula. María comprendió lo que verdaderamente quería Jesús: ser escuchado por sus discípulas. Muchos pensarán hasta este punto. ¿Y en qué puede ayudar para que el mundo cambie, la actitud de María alabada por Jesús? Hay un canto que dice: “¿Dónde están los profetas que en otro tiempo nos dieron las esperanzas y fuerzas para andar, para andar”. Mientras no haya quien escuche la Palabra y la cumpla no habrá más profetas. La palabra de Dios es palabra de vida y, por lo tanto, de liberación. Pero, ¿Cómo derrumbar el sistema económico actual, que mata lentamente, si no hay quien proclame palabras de vida en medio de tantos muertos? Sólo quien ha escucha en su interior las palabras subversivas y revolucionarias de Dios, puede luego decirlas sin vacilación, sin miedo y sin suavizamientos al mundo injusto. Y por ser Palabra de Dios es Palabra poderosa que transforma la realidad.

Hoy en día la Iglesia ha asumido como verdad de fe la necesidad de escuchar los signos de los tiempos, como una forma de escuchar la Palabra de Dios. De modo especial, por estar Jesús presente en los desnudos, presos, enfermos, hambriendos, sedientos, etc., el clamor de los pobres de hoy (eterno signos de los tiempos) es Palabra de Dios que debe ser escuchada, meditada y luego actuada. Monseñor Romero lo entendió a la perfección. Él, después de estar a los pies del Señor por muchos años, llegó al punto culminante de descubrir que desde los pobres Dios mismo le estaba invitando a ser profeta en la realidad de represión, injusticia social y muerte que vivía El Salvador de los años 1977-1980. Al final, con gran alegría, llega a afirmar: “El Pueblo es mi profeta, él me está evangelizando”.

Marta y María representan dos modos de ser Iglesia, los aturdidos con tanto oficio que no tienen tiempo para escuchar la voz de Dios, y los que a pesar de tanto quehacer deciden dar todo el tiempo necesario a la escucha de la voz de Dios. Marta, como mujer, asume lo que toda mujer debería haber hecho en el siglo I. María, en cambio, es una mujer que rompe con los esquemas machistas y se pone a los pies de Jesús como una discípulas auténtica. Fuera del imperativo: “Escuchen la Palabra”, San Lucas, es este pasaje evangélico, nos dice que en la Iglesia de Jesús las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres. Tienen derecho a ser discípulas y, por lo mismo, a ser apóstoles. Tanto hombres como mujeres deben escuchar la Palabra (especialmente aquella presente en el clamor de los pobres) antes que cualquier otra cosa, y luego proclamarla sin valicilaciones.

Hermanos y hermanas, no caigamos en la trampa del no tener tiempo. Al contrario, escuchemos más la Palabra, con seguiridad, siendo fieles a ella lograremos cambiar este sistema que oprime y mata a la gente.

 PS:
Saludos del Equipo de Amigo de los Pobres a todos los que pasan necesidad, a todos los que nos leen, les comentamos que el Equipo fue separado por cuestiones de Misión y los miembros enviados a misiones en Africa, Centro América, Sur América, Venezuela y otros lugares. Por esta razón no hemos podido subir material de reflexión y los comentarios bíblicos dominicales a tiempo. Esperamos comprendan esta situación de fuerza mayor. Gracias por leernos. Dios los bendiga. 

PD: recomendamos esta página donde podéis descargar material para comprender nuestra línea editorial y de evangelización: http://servicioskoinonia.org/LibrosDigitales/index.php

miércoles, 10 de julio de 2019

EL BUEN SAMARITANO NO ES SUFICIENTE


El Evangelio nos narra el encuentro entre un maestro de la Ley,  con Jesús. Lucas destaca que: “Quería ponerlo a prueba” y formula una pregunta elemental: Maestro, ¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna?. Primer error piensa en sí mismo y no incluye a los demás, y ¿qué debo hacer para que los demás ganen la vida eterna?  Jesús le remite a la Ley: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo”... “Haz esto y vivirás”. Se trata de una cuestión de vida o muerte. Hablando de vida, hoy en nuestros países ¿cómo es el servicio de salud?. No conforme el maestro de la Ley, pregunta nuevamente: ¿Y quién es mi prójimo?. Y yo, ¿De quiénes soy cercano?, de los ricos y poderosos que hacen leyes amañadas y corruptas, o de los pobres y de los que sufren, de quienes defienden los derechos humanos, de quienes luchan porque el sistema opresor cambie? De quiénes? Respondámonos.
¡Vete y haz tú lo mismo!...
La dada por Jesús es a través de la parábola que hoy es la realidad. Un hombre bajando por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de salteadores que le robaron hasta las ropas que llevaban puestas, dejándole gravemente herido. (Pandillas en Centroamérica, paramilitares en Colombia, pirámides financieras en estados unidos y Europa, etc.) Por el lugar, tres personajes pasaron: un sacerdote y un levita, hombres de Religión y Ley, que, viéndole tirado, dieron un rodeo y siguieron su camino. (No me interesa el camino del otro, es decir su vida, hombres de ley hoy congresistas, alcaldes, presidentes, etc. y hombres de religión hoy, todos nosotros que creemos en ídolos más que en el Dios de Justicia de Jesús) Y un samaritano, (un ateo, un incrédulo, un alejado, un renegado, un excluido, un homosexual, una prostituta, sé de muchos ejemplos de vida de personas como estas que a diario salvan vidas) quien le vio, se compadeció de él, se acercó, curó sus heridas con aceite y vino, se las vendó; después lo subió sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Como tenía que continuar su camino, pagó al posadero para que lo atendiera, con la indicación: Y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta. Le dio su vida entera completa, toda y a esto se refiere el mandamiento de Dios de amarle con TODO. Y todo es TODO. Y es un mandato NO es una OPCIÓN. Y el Señor concluyó: “Vete y haz tú lo mismo”.  Ya salgan de Misa, salgan de esta Lectura de la Palabra, salgan de esta oración y HAGAN lo mismo, Jesús hacía y luego enseñaba la Biblia dice Jesús pasó haciendo el Bien, Jesús hizo muchas cosas, etc...la carta de Santiago es clarísima: “Porque así como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe que no produce obras está muerta” (St 2, 26). si alguien quiere saber si es cristiano católico de verdad les dejo la tarea leer esta semana la Carta de Santiago.
¡Vete y haz tú lo mismo!...
Hubo un obispo convertido como pocos que hace 33 años, (1977) en una homilía, inspirada en este mismo Evangelio, decía: “Convirtámonos de corazón. Nosotros sacerdotes tenemos que convertirnos también, y la parábola del samaritano es un toque de Cristo bien directo a la gente de Iglesia, no sólo a los sacerdotes. Pensemos aquí también, queridos religiosos, queridas religiosas, movimientos cristianos, matrimonios cristianos, todos ustedes que vienen a misa los domingos, todos tenemos que examinar nuestra conciencia a la luz de esta sincera parábola del Buen Samaritano. No nos complacemos en denunciar los pecados y las deficiencias del mundo pecador. Tenemos que partir, como comienza la misa, golpeándonos el pecho para reconocer nuestras propias culpas, porque es desde un arranque de sinceridad y de amor, desde donde debe de comenzar el amor al prójimo y el conocimiento de nosotros mismos”. Ese obispo se llamaba Óscar Arnulfo Romero y murió mártir por enfrentar el sistema injusto que genera pobres, genera saltadores, desempleo por la corrupción de los hombres y mujeres que lo componen, ya es hora de cambiar nuestro corazón y devolver lo robado, de reparar el daño hecho, si alguien del gobierno oye esto o lo lee conviértase, cambie de camino, no de rodeos, es ahora o nunca, no más rodeos en nuestras vidas, sacerdotes conviértanse, monjas cambien de vida, laicos no den rodeo con el hombre tirado en el camino, jóvenes no den vueltas al asunto enfréntenlo ahora, niños aprendan que ser felices es ayudar a los demás no piensen en sí mismos como el que le pregunto a Jesús, denlo todo por los demás, como monseñor Romero lo dio todo, como Jesús lo dio todo, como muchos lo han dado todo...
¡Vete y haz tú lo mismo!...
NO se puede trabajar por el bien de la humanidad mientras no se asuman los valores del Reino, se pida la gracia de ser fiel a ellos y se reconozcan las sombras personales que pueden entorpecer la obra de Dios en nosotros y los demás.
¡Vete y haz tú lo mismo!...
Basta pensar solamente en la ola de criminalidad que azota a todos nuestros países, muchos pobres que con violencia atacan y despojan de lo poco que tienen a los mismos pobres; pero, un abismo separa a éstos de los supremos salteadores, quienes han destrozado la vida de las mayorías populares asaltando la inocencia de niños y jóvenes, cercándoles hasta no dejarles más remedio que ser criminales. Ellos caerán con su misma violencia: Los que se benefician del narcotráfico, la pornografía, el trabajo infantil, las inhumanas empresas manufactureras, el deterioro de la agricultura, el robo del agua, los corruptos medios de comunicación social, el tráfico de armas, las guerras y el capitalismo salvaje que devora todo a su paso. Estos son los verdaderos salteadores, los que abusan de sus esposas, de sus fieles, de sus trabajadores, reconozcan su pecado y tomenlo en sus brazos y corazón y cambien la situación...

¡Vete y haz tú lo mismo!...

San Vicente de Paúl nos recuerda que entre los pobres se encuentra la verdadera religión, esa gente que no tiene nada excepto a Dios, quien con entrañas de misericordia vela por ellos y les libera (cuantos pobres no se sacrifican por sus hijos, por los de sus vecinos, se hacen favores, son héroes, buscan la manera de no ser salteadores, de no pasar por caminos donde los asalten etc.). Sólo así seremos Buenos Samaritanos, que habiendo descubierto el Reino de Dios en nuestras vidas, le comunicamos a toda la sociedad para que ésta se ilumine con el amor de Dios y dé el lugar merecido a los preferidos del Señor: Los pobres, a quien Jesús no se cansa de llamar: ¡Bienaventurados!.   

 ¡Vete y haz tú lo mismo!...

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