sábado, 19 de julio de 2008

Las Parábolas del Reino: El proyecto de Dios se edifica desde lo sencillo y humilde. Mt 13, 24 - 43.

El Evangelio del domingo XVI del tiempo ordinario se halla directamente enlazado con el del domingo anterior: Jesús enseña qué es el Reino de los Cielos, por medio de parábolas, a la gente y a sus discípulos. La reflexión de este domingo se esbozará en cuatro ideas:

La cizaña: el pecado y la gracia


La parábola de la cizaña nos hace reconocer a nosotros (as)- tanto como a los discípulos de hace veintiún siglos-, las realidades del pecado y la gracia presentes en nuestro mundo. No se puede cerrar los ojos ante la cizaña de nuestro planeta: explotación por parte de los acaparadores de tierras, veredas y cantones; manipulación de las voluntades a través de los medios de comunicación masivos y gobiernos que se enriquecen a costillas del sufrimiento del Pueblo. También se debe reconocer el pecado personal: egoísmo, venganza e infidelidades de toda índole.

Junto a esta realidad de muerte que nos embarga se encuentra también una realidad de gracia, que nos habla del paso de Dios en nuestra historia: Él actúa por medio de muchas personas que hacen el bien, que se preocupan por los demás, que toman como suya la causa de los pobres y luchan con todas sus fuerzas por la justicia y la paz. Inclusive, en una misma persona se encuentran en duelo mortal estas realidades del pecado y la gracia, a los seres humanos nos falta ser coherentes como lo fue Jesús y nadie puede llamarse bueno antes de que acabe su vida... puede ser que una falsa humildad lleve al más fecundo para el Reino a convertirse en cizaña. No se debe olvidar que vivimos entre el pecado y la gracia y sólo la ayuda de Dios nos motivará a perseverar hasta el final.

La semilla de mostaza: el Reino de los cielos se edifica desde lo sencillo y humilde


La semilla de mostaza expresa con claridad impresionante qué es el Reino de los Cielos: es esa semilla pequeña e insignificante, que de tan pequeña que es parece que nunca va a germinar, pero poco a poco llega a ser un árbol grande y robusto que da seguridad, en cuyas ramas los pájaros ubican sus nidos.

El Reino de los Cielos es anti Hollywood, no se lleva a cabo con grandes realizaciones cinematógraficas, ni con fuerza de tanques, ni con violencia desmesurada, ni con vencedores ni vencidos; poco a poco va transformando la vida de quienes le quieren acoger, de quienes son tierra fecunda, de quienes con su vida y testimonio van cambiando poco a poco el antirreino en Reino.

Nunca se debe olvidar que el Reino de los Cielos tiene unos destinatarios concretos: los pobres, los olvidados, los excluidos. Al reconocer la Buena Noticia del Reino, ellos (ellas) se convierten en los pájaros que ubican sus nidos en ese árbol fuerte y servicial. Los demás seres humanos sólo podrán encontrar a Dios desde el servicio a los más pequeños, sabiendo que la hermandad es posible cuando hay conversión verdadera y acogida real de los que sufren. La felicidad de todos es posible si todos (as) nos posamos confiados (as) en el árbol del Reino y asumimos radicalmente sus valores para nuestra existencia personal y colectiva.

La levadura: se necesita sólo un poco para hacer fermentar toda la masa

El Reino de los Cielos no necesita ser un totalitarismo, ni un imperio, ni una institución que lo controle todo, sólo necesita ser un poco de levadura para fermentar toda la masa. La levadura es el proyecto del Reino con todos sus valores, sus potencialidades y realizaciones y la masa es el mundo: variado, complejo y crucificado por el hambre, la guerra y la injusticia social.

Toda la Constitución Dogmática Gaudium et Spes es una exhortación a los cristianos del mundo a ser esa “levadura” que fermente la masa, pero su novedad consiste en que no se dirige solamente a los cristianos sino también a “todos los hombres” y siente como propias las angustias y las alegrías del mundo.

El proyecto del Reino de los Cielos anunciado por Jesús rebasa- incluso- los límites de la Iglesia y se expande a todas las personas que aunque no son “creyentes”, son en su obrar más cristianos que muchos que decimos serlo porque vamos a misa o participamos piadosamente en los rosarios y damos catequesis.

San Vicente de Paúl y todo su carisma es de acción, de ir directamente a los pobres, de ser “levadura”, es decir, de estar en cada instante de la existencia fermentando la masa de un mundo difícil, excluyente social y económicamente, devorador de la ecología y de la vida humana.

¡A edificar el Reino de los Cielos!

Los cristianos (as) no podemos quedarnos de brazos cruzados, debemos saber escuchar las enseñanzas de Jesús y vivir estas parábolas en nuestra vida cotidiana; no hay duda de que ser trigo, vivir en las ramas del árbol de mostaza y ser levadura traerá muchos dolores de cabeza, mucha persecución y muerte; con seguridad, nos crucificarán a la par de Jesús en la cruz de la historia y junto a las mayorías populares que tratan de sobrevivir dramáticamente; pero, a fin de cuentas, eso es entender el Evangelio de este domingo.

¡Cómo nos gustaría que la historia fuese más romántica y la cruz menos pesada! ¡Pero no es así y es necesario luchar por edificar el Reino de los Cielos desde los caminos sencillos y humildes! Es posible que seamos expulsados de muchos lugares, hasta de la iglesia en nombre de Dios, pero nuestra lucha no puede detenerse ya si en verdad nos hemos convertido. Jesús está a nuestro lado y nos ayuda a llevar la cruz de cada día.

¡Ánimo, nos espera aún mucho trabajo!

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