lunes, 30 de marzo de 2009

PADRE GLORIFICA TU NOMBRE

-8">

El 24 de marzo pasado estuvimos celebrando el martirio del obispo: Oscar Arnulfo Romero. Sus homilías, que recorrieron el mundo entero, fueron y siguen siendo la voz de los sin voz; pero más que su voz, su vida es testimonio de un hombre que optó por el reino de los cielos enfrentando al antirreino: estado salvadoreño. Su opción era por la vida, por eso no permitió que ésta fuera atropellada en ningún momento. Y cuando el sistema le pidió que se callara, Monseñor respondió: “Les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios, pues, cese la represión”. Con estas palabras Monseñor confirma que el reino de Dios es todo para él e incluso más valioso que su propia vida aquí en la tierra.

El evangelio de hoy nos conduce cada vez más, durante este tiempo de cuaresma, al momento cumbre de la entrega de Jesús que encuentra su actualización en el momento cumbre de la entrega de Monseñor Romero. Veamos el texto.

Combate entre reino y antirreino.

Jesús libra un combate contra “el príncipe de este mundo” (Jn 12, 31b), es decir, contra las ideologías opresivas, excluyentes y alienantes, que se encarnan en los poderosos de turno y en sus servidores. El reino de Dios y el antirreino no pueden convivir, como tampoco conviven el silencio y el sonido. En el reino de Dios el valor fundamental es el amor y su método: el servicio; en el antirreino el valor fundamental es el lucro y su método: la opresión, el soborno, la intimidación y el asesinato. Jesús encarna a Dios y por eso encarna el reino; el César romano encarna al príncipe de este mundo y, por lo mismo, es encarnación del antirreino, de igual forma, todos los que contradigan al reino son encarnación del antirreino.

Los discípulos de Jesús con Jesús habían conformado un movimiento que pretendía hacer realidad en su historia la promesa de Dios: un cielo nuevo y una tierra nueva para los pobres que hasta ahora han sido marginados y excluidos de los bienes de la creación por parte del “príncipe de este mundo”, a través de todo un aparatage ideológico-político que justifica las desigualdades sociales, la explotación, etc. El antirreino también tiene adeptos que no sólo son ciudadanos del imperio; también se encuentran entre ellos a personas que pretenden agradar a Dios, pero por ceguera terminan rindiendo culto al César; éste es el caso de los fariseos (Cf. Jn 12, 19). Ellos eran unos auténticos alienados al sistema opresor, piensan que sirven a Dios oponiéndose al movimiento de Jesús y a todos los que contradigan al sistema montado. La oposición al movimiento de Jesús tiene como fin: acabar con dicho movimiento; se comienza con el soborno, se sigue con la intimidación y, cuando la racionalidad del sistema lo pide, se decide asesinar a sus miembros, empezando por el cabecilla: Jesús de Nazareth. Hasta este momento el soborno (las tentaciones del demonio) y las intimidaciones (sólo intentos de asesinato) contra Jesús y su movimiento se habían hecho sentir, pero no han logrado su objetivo; antes bien, el movimiento de Jesús se afirmaba cada vez más y crece en número. Al respecto dicen los fariseos: “¿Ven cómo no adelantan nada?, todos el mundo se ha ido tras él” (Ibidem.)

La gota que derramó el vaso.

Entre los griegos, había quienes subían al Templo para adorar en la fiesta de pascua; eran considerados personas “temerosas de Dios” (Cf Hch 10, 1-2), que a diferencia de los fariseos, que presumían de ser observantes de la Ley mosaica, no se oponen el avance del movimiento de Jesús, sino todo lo contrario, manifiestan a Felipe, uno de sus discípulos: “Señor, queremos ver a Jesús” (Jn 12, 21b). No es un ver por curiosidad, sino un ver con interés de adhesión. Debieron haber sido los fariseos los primeros en aceptar a Jesús, pero no fue así; fueron unos extranjeros, de una cultura considerada superior, los que aceptaron ver a Jesús. ¡Qué diferencia! ¡Qué triste realidad!. Felipe lleva el mensaje a Jesús, pero acompañado de Andrés, otro del movimiento. Es en comunidad que el movimiento es capaz de llevar a los griegos a Jesús, es en comunidad que se puede mostrar a Jesús, es la comunidad, pero al estilo del movimiento de Jesús, la que puede llevar a todos a Jesús, adhiriéndolo al proyecto del reino.

La posible adhesión de los griegos al movimiento de Jesús, aunque es buena noticia para los pobres, también es motivo de escándalo para los siervos del “príncipe de este mundo”. Cuando un sistema opresor sabe que un profeta no es escuchado, no le hace nada; pero cuando es escuchado y grupos importantes se le unen, entonces es una amenaza que debe desaparecer cuanto antes. Por eso cuando Andrés y Felipe le llevan la noticia a Jesús, Él responde: “Ha llegado la hora” (Cf. Jn 12, 23). Es la hora de la intolerancia máxima entre el reino y el antirreino, es la hora en que es uno o el otro. Es la hora que Jesús sabía que llegaría tarde o temprano, por eso había dicho: “El mundo [...] a mí sí que me odia, porque yo muestro que sus obras son malas” (Jn 7, 7).

La hora de la hora.

Cuando llega la hora de la hora, no sólo es la hora de Jesús (y su movimiento), también es la hora de los siervos del “príncipe de este mundo”. A la hora de la hora Jesús tiene dos opciones: echarse para atrás o seguir adelante. Echarse para atrás es retractarse de lo que hasta ahora ha dicho y hecho, es suavizar su mensaje y defraudar a los pobres, para obtener de parte del sistema el favor de perdonarle la vida; en definitiva es no hacer la voluntad de Dios. Seguir adelante es ser coherente con lo que hasta ahora ha dicho y hecho, es no aceptar nada de parte del sistema, ni sus sobornos, ni sus intimidaciones, ni sus favores; en definitiva es no hacer la voluntad del sistema.

Por otro lado, a la hora de la hora los siervos del “príncipe de este mundo” también tienen dos opciones: convertirse al reino, renunciando al antirreino o reafirmarse en el antirreino. Convertirse es darle la espalda al sistema opresor y aceptar la propuesta de Jesús, es volverse miembros del movimiento (esto fue lo que ocurrió con Pablo de Tarso) para luchar contra el que antes era su amo. Reafirmarse es decidir por defender al sistema opresor montado, es acabar con todos lo que estorben en el proceso que desean imponer.

Cuando llega la hora de la hora, Jesús clama: “Ahora mi alma está turbada” (Cf. Jn 12, 27). Aceptar la hora es muy duro, la decisión es difícil; sin embargo el “líbrame de esta hora” hubiera quedado mal en Él, pues sería como decir: no se haga tu voluntad, sino la de los poderosos que corrompen a los justos con sus políticas de miedo y soborno. Cuando llegó la hora de la hora, Jesús dijo: “¡Padre, glorifica tu nombre!” (Cf. Jn 12, 28), es decir, que se haga tu voluntad, que los justos prefieran la muerte antes de caer en la complicidad del “príncipe de este mundo”. Es en este sentido que Jesús entiende su aceptación de la hora como glorificación y no como derrota. Para Él dando la vida es que se da fruto y odiando el modelo de vida del sistema opresor es que se la gana para la vida eterna (Cf. Jn 12, 24-25).

Cuando llega la hora de la hora una voz viene del cielo: “Le he glorificado y le glorificaré” (Cf. Jn 12, 28). Es la voz del Padre dirigida no a Jesús, sino a los siervos del “príncipe de este mundo” (Cf. Jn 12, 30). Es una última oportunidad de conversión, es el Padre diciéndole a los fariseos alienados y a las muchedumbres adormecidas que Jesús de Nazareth está en la verdad, que su lucha por el reino es la verdadera justicia, que el sistema opresor sólo enriquece a unos y no tiene ningún sentido que siga viviendo un minuto más, que es posible derribar ese sistema y edificar otro donde no haya ricos para que tampoco haya pobres. Sin embargo, a pesar de todo los intentos del Padre por que éstos escuchen su voluntad, ellos no entienden o no quieren entender, por eso dicen que es un trueno o la voz de un ángel (Cf. Jn 12, 29). Cuando llegó la hora de la hora, los siervos del “príncipe de este mundo” decidieron seguir sirviendo a su señor asesinando a Jesús de Nazareth.

A la hora de la hora el reino se impone.

Con el asesinato de Jesús, los siervos del príncipe de este mundo creen haber triunfado, pero no es así. El evangelista toma la figura del crucificado para hacernos comprender esto. Jesús al ser crucificado en el Gólgotá quedó por encima de la tierra, por encima de todos los hombres y mujeres, por encima de todas los sistemas políticos-económicos-religiosos-sociales; quedando por encima de ellos se convierte en juez del príncipe de este mundo y de todos sus siervos. Jesús, con su muerte en la cruz, no sólo da testimonio de fidelidad a la voluntad del Padre, que quiere que todos tengan vida en abundancia (Cf. Jn 10 ,10b), sino que también es prueba fehaciente de la injusticia de un sistema, de su terquedad, de irracionalidad y de su brutalidad. El condenado a muerte condena al sistema que lo asesina al juicio de la historia y de los pobres.

Pero no sólo eso, Jesús con su muerte se convierte en semilla de nuevos profetas, alimento del movimiento fundando por Él. Este movimiento sigue a Jesús y siempre permanece donde Él está; es decir, luchando por el reino, desenmascarando los sistemas injustos y congregando nuevos miembros al movimiento. Este movimiento también correrá la misma suerte del maestro; llegará la hora de la hora de ser considerados peligrosos y de ser sentenciados a muerte por la intolerancia de las nuevas encarnaciones del “príncipe de este mundo”, cada momento histórico tiene la suya. Cuando llegue la hora de la hora, los miembros del movimiento deberán decir como Jesús: ¡Padre, glorifica tu nombre!, es decir, deberán aceptar esa hora y jamás dejarse doblegar por el miedo que viene de los sistemas opresores. Así siguirán desenmascarando y acabando con los sistemas, mostrando su brutalidad; así serán honrados como verdaderos seguidores de Jesús (Cf. Jn 12, 26) y así, ellos mismos, se constituirán en semilla de nuevos profetas.

Monseñor Romero fue un auténtico seguidor de Jesús, estuvo donde Él hubiera estado de haber sido salvadoreño en los años setentas y ochentas. Así lo confirma el pueblo salvadoreño: Con Monseñor Romero “Dios pasó por El Salvador”. Monseñor vivió su combate contra el antirreino y cuando llegó la hora de la hora no se echó para atrás. Los señores del Estado salvadoreño decidieron darle muerte para acabar con su voz, para evitar que más personas, siguiendo su ejemplo, se convirtieran en subversivos. Lo crucificaron el 24 de marzo, pero su muerte no fue un silencio, sino un grito de libertad, con el cual confirmó lo que había predicado: “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño con humildad”. Monseñor se dejó matar, pero para dar fruto, para ganar la vida eterna venciendo al opresor; por eso con su muerte, él mismo se convierte en semilla de nuevos profetas: “Podrán matar al profeta, pero su voz de justicia no y le impondrán el silencio, pero la historia no callará” dice la canción. Y una cosa más sobre su muerte. El 24 de marzo, a través de Monseñor Romero, Dios nos reveló la imagen del ser humano que Él quiere para nuestros tiempos.

Hermanos y hermanas, a ejemplo de Monseñor Romero, optemos por el reino de Dios, enfrentemos al sistema opresor, no nos hagamos cómplices por omisión y menos por colaboración con el poder. Si no ha llegado nuestra hora, puede ser que el sistema aún nos tolera o, en el peor de los casos, nosotros mismos somos el sistema. La voz cielo, hoy nuevamente se dirige a las muchedumbres, a nosotros, para decirnos: “Le he glorificado y le glorificaré”, escuchemos esa voz y convirtámonos a Jesús oponiénonos a la corrupción, al crimen organizado, a los violentos, etc.

Que Monseñor Romero interceda por nosotros.

miércoles, 25 de marzo de 2009

ORA CON EL SALMO 19

ESCUCHA EL LENGUAJE DE YAHVÉ

Salmo 19

Canto: Dios está aquí

Introducción:

2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,

3 el firmamento anuncia la obra de sus manos;

El día a día comunica el mensaje,

la noche a la noche le pasa la noticia.

4 Sin hablar y sin palabras,

y sin voz que pueda oírse,

5 por toda la tierra resuena su proclama,

por los confines del orbe sus palabras.

En lo alto, para el sol, plantó una tienda,

6 y él, como esposo que sale de su alcoba,

se recrea, como atleta, corriendo su carrera.

7 Tiene su salida en un extremo del cielo,

y su órbita alcanza al otro extremo,

sin que haya nada que se escape de su ardor.

8 La ley de Yahvé es perfecta,

hace revivir;

El dictamen de Yahvé es veraz,

instruye al ingenuo.

9 Los preceptos de Yahvé son rectos,

alegría interior;

el mandato de Yahvé es límpido,

ilumina los ojos.

10 El temor de Yahvé es puro,

estable por siempre;

Los juicios del Señor veraces,

justos todos ellos,

11 apetecibles más que el oro,

que le oro más fino;

más dulces que la miel,

más que el jugo de panales.

12 Por eso tu siervo se empapa de ellos,

guardarlos trae gran ganancia;

13 Pero, ¿quién se da cuenta de sus yerros?

De las faltas ocultas límpiame.

14 Guarda a tu siervo también del orgullo,

no sea que me domine;

entonces seré irreprochable,

libre del delito grave.

15 Acepta con agrado mis palabras,

el susurro de mi corazón,

sin tregua ante ti,

Yahvé,

Roca mía, mi redentor.

El salmo 19 es una alabanza a Dios por la maravilla de sus obras; por la creación, la historia, la vida cotidiana. Termina con una referencia a la ley. ¿Por qué? Porque la actitud básica de reconocimiento y alabanza no cambia al cambiar su objeto. Es decir, alabamos a Dios en el cosmos, en el otro, en los sentimientos, en la vida misma, en todo aquello que puede maravillarnos. La ley, en cuanto palabra de Dios, no se escapa de ser admirada. En todo aquello que descubrimos grandeza, misterio, en lo que nos produce un cosquilleo, que se escapa a razonamientos, allí, brota la alabanza.

En este preciso momento de la historia, de nuestro país, de nuestra vida misma nos podemos sentir ahogados por la injusticia, la crueldad humana de esta guerra sin sentido. El dolor de ser abandonados, heridos en nuestra piel, en nuestra psiquis, en nuestro espíritu, nos ahoga como las espinas. Otros estamos ahogados por los éxitos y por nuestras ambiciones. En un momento así es difícil escuchar lo que los cielos proclaman, anuncian, comunican; la creación nos está hablando “sin voz que pueda oírse”, nos habla en todas partes. ¿Quieres escucharla?

“El hombre podría y debería abrirse al lenguaje de la creación, podría y debería elevar la voz como liturgo del cosmos” afirma Alonso Schökel y Carnitti en su obra “Salmos I”. La mejor forma de orar este salmo es contemplando la naturaleza, al aire libre, en un amanecer podría ser, acompañado de la Palabra de Dios.

Oración al Espíritu Santo: Es el momento de abrir el corazón al Señor, de abrirnos a la presencia de Dios dentro de nosotros mismos, pidamos la guía y ayuda del Espíritu Santo para que la Palabra de Dios nos penetre, toque la más íntimo, nos inquiete e interpele. Este es un momento personal para entrar en diálogo con Él.

Salmo en cinco momentos: lectura y reflexión.

Teniendo en cuenta el contenido del salmo, lo oraremos en cinco momentos: Primero, gloria y acción (2-5a); Segundo, el sol (5b-7); Tercero, la ley (8-11); Cuarto, la amenaza de la debilidad (12-15a); y Quinto, a modo de conclusión, una plegaria (15b).

Primer momento: gloria y acción (2-5a)

Los cielos cuentan la gloria de Dios,

el firmamento anuncia la obra de sus manos;

El día a día comunica el mensaje,

la noche a la noche le pasa la noticia.

Sin hablar y sin palabras,

y sin voz que pueda oírse,

por toda la tierra resuena su proclama,

por los confines del orbe sus palabras.

Los cielos y el firmamento, el día y la noche nos hablan, nos cuentan, anuncian, nos pasan una noticia. Esto no es palabra sin embargo es lenguaje. Es algo que resuena en nosotros, “es un lenguaje universal, anterior y superior a la confusión babilónica” (ALONSO SCHÖKEL – CARNITTI, 1992), donde nadie entendía lo que le otro decía, no se comprendía. Hagamos silencio y tratemos de escuchar a la creación. (Minutos de silencio y contemplación).


Segundo momento: el sol (5b-7)

En lo alto, para el sol, plantó una tienda,

y él, como esposo que sale de su alcoba,

se recrea, como atleta, corriendo su carrera.

Tiene su salida en un extremo del cielo,

y su órbita alcanza al otro extremo,

sin que haya nada que se escape de su ardor.

El sol es un soldado, es veloz y gigantesco. El domina todo el espacio del día. El sol repite, traduce el mensaje universal de los cielos y el firmamento, en él se conjugan movimiento y calor, agilidad y fuerza. Podemos decir que el sol tiene un papel protagónico entre los astros del cielo y el mismo firmamento. Quien se deja cubrir por el sol se broncea, nada puede exponerse a él y no ser afectado. El sol es acción en la naturaleza. ¿Cuál podemos creer que es su mensaje? Hagamos un nuevo silencio, contemplemos cómo irradia su calor, cómo llena de color el paisaje y espanta la oscuridad.

Tercer momento: la ley (8-11)

La ley de Yahvé es perfecta,

hace revivir;

El dictamen de Yahvé es veraz,

instruye al ingenuo.

Los preceptos de Yahvé son rectos,

alegría interior;

el mandato de Yahvé es límpido,

ilumina los ojos.

El temor de Yahvé es puro,

estable por siempre;

Los juicios del Señor veraces,

justos todos ellos,

apetecibles más que el oro,

que le oro más fino;

más dulces que la miel,

más que el jugo de panales.

Nos encontramos contemplando al cosmos a partir de este texto y de repente nos tropezamos con la expresión “la ley de Yahvé...” ¿Qué pasó? ¿No estábamos contemplando el cosmos? Los dos momentos anteriores nos dicen algo muy interesante: el sol, el cielo, el firmamento proclaman, anuncian, comunican. Ellos son una teofanía o manifestación del Dios supremo, Dios creador, lo revelan en acción. Pero, como lo veremos en el siguiente momento, somos rebeldes, no hacemos caso, no alabamos como el cielo, no obedecemos como el sol, tapamos nuestros ojos. Es allí cuando interviene la ley; “Dios hace palabra su voluntad para ordenar al hombre” (ALONSO SCHÖKEL- CARNITTI, 1992). Así, la ley entra en escena.

Ahora, ¿Qué significado tiene la ley en nuestra vida? ¿Prohibición, negación? En esta parte del texto podemos encontrar 6 sinónimos de ley; la repetición del nombre de Yahvé 6 veces. La ley es calificada como perfecta, veraz, recta, límpida, pura y genuina. Los verbos de estos versículos denotan su acción orientadora: revivir, instruir e iluminar.

Cuarto momento: la amenaza de la debilidad (12-15a)

Por eso tu siervo se empapa de ellos,

guardarlos trae gran ganancia;

Pero, ¿quién se da cuenta de sus yerros?

De las faltas ocultas límpiame.

Guarda a tu siervo también del orgullo,

no sea que me domine;

entonces seré irreprochable,

libre del delito grave.

Acepta con agrado mis palabras,

el susurro de mi corazón,

sin tregua ante ti,

Este es el momento para reconocer que somos débiles y que muchas veces hemos pecado y no nos damos cuenta de nuestros yerros, tenemos faltas ocultas (porque no queremos verlo o reconocerlo) y un orgullo arrogante (que sirve para aferrarnos a nuestras fallas). Dios nos ofrece las maravillas de la creación, el cosmos y le respondemos con nuestra terquedad, destruyéndolo todo. Aquí cabe la oración que dice “... y me pesa de todo corazón porque con ellos (los pecados) he ofendido a un Dios tan bueno...” Oremos el acto de contrición con el profundo deseo de liberarnos y reconciliarnos con Dios, con nuestros hermanos y, teniendo en cuenta la temática de este salmo, reconciliarnos con el mundo en que vivimos, con nuestro planeta, devorado por nuestro desenfreno.

Quinto momento - conclusión: Plegaria final (15b)

Yahvé,

Roca mía, mi redentor.

Aquí aparece Yahvé por séptima vez en este salmo para decirnos que nuestra alabanza después de reconciliarnos con Él, se hace perfecta, más plena. Reconciliados con Dios creador, proclamado por los cielos y el firmamento, por las noches y los días y por el sol podemos elevar una alabanza más perfecta a la gloria y acción del mismo Dios.

Yahvé es Roca mía, como metáfora de la naturaleza; Yahvé es mi redentor, como rescatador por medio de su ley.

Ser liturgos del cosmos, contemplar y alabar la acción de Dios, darle lenguaje y palabras al discurso inarticulado de los cielos y además obedecer al orden y la armonía como voluntad de Dios, es la invitación que nos hace este salmo.

Oración del Padre Nuestro.

Misionero Laico Vicentino Carlos Andrés Loaiza Arbeláez (Pereira - Colombia)

domingo, 22 de marzo de 2009

DIOS AMA EN PERSONA Y DE VERDAD

Jn 3, 14-21

Celebramos el IV Domingo de Cuaresma. En vista del vigésimo noveno aniversario del martirio de Monseñor Romero, hemos decidido callar nuestra voz para que en El amigo de los pobres hable “La voz de los sin voz”. Compartimos una homilía de marzo de 1979, litúrgicamente correspondiente a este domingo. Por cuestiones de espacio, la homilía fue seleccionada; al final se dan dos enlaces de internet para quien desee leerla completa, en estos se hallan también otras homilías y escritos del obispo mártir. Además, acompañamos la homilía seleccionada con el célebre poema: “San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro”, escrito por Don Pedro Casaldáliga, el gran obispo del Brasil.

A su vez, resaltamos dos hechos de la semana anterior: Primero, un niño que recibió una bala perdida, producto de una riña callejera, había manifestado en vida donar sus órganos si fallecía; su mamá, respetando tal decisión, donó su corazón, con ello salvó la vida a otro niño. Segundo, las elecciones en El Salvador, a pesar de tantas presiones de toda índole, dieron por ganador a Mauricio Funes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Esperamos que estos hechos muestren que Dios actúa en la historia de su Pueblo, escucha su clamor y baja a liberarlo por la mano del mismo hombre (Cf. Éxodo 3), es decir, DIOS AMA EN PERSONA Y DE VERDAD.


IV DOMINGO DE CUARESMA

Queridos hermanos, estimados radioyentes:
Una Cuaresma bien vivida puede ser la salvación de nuestro pueblo. Por eso, este cuarto domingo de Cuaresma lo celebramos con una nueva esperanza. Cuando parece que todo está perdido, está flotando el Espíritu de Dios: su palabra, haciendo llamamientos, dándonos orientaciones que son verdaderamente nuestra salvación.
Año Litúrgico.- Cuaresma nos prepara para la fiesta de Pascua, renovándonos: vida nueva, resucitados…
No olvidemos que la Cuaresma es un caminar hacia la Pascua, la perspectiva de la Cuaresma es Cristo resucitado ofreciéndonos una vida nueva. Cristo, que después de haber pagado con su cruz, con su pasión las miserias del hombre y del pueblo, nos está ofreciendo una vida mejor. ¡No lo despreciemos! En este caminar hacia la Pascua; ¡Obedezcámoslo!
Mediante, no un moralismo frío, sino la incorporación al misterio pascual: individual, social.
En el Concilio Vaticano II, la Iglesia actual dice: “Es la persona del hombre la que hay que salvar; es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente el hombre: pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad…” ¿Quién no se siente aquí arropado por una gran esperanza como hombre, como familia, como pueblo? ¡Dios nos está ofreciendo en esta Cuaresma una salvación! No es solamente una ley como lo meditamos el domingo pasado: un moralismo; es, sobre todo, un amor. ¿Quién no se mueve por amor?
El amor a Cristo que dio su vida por mí, es el mejor motivo para vivir santamente, para agradar a Cristo. ¡Ah! si todos los hombres nos dejáramos arrebatar de ese amor que se entregó por nosotros. Pero en las lecturas de hoy el amor a Dios que nos está llamando desde hace cuatro domingos con modalidades nuevas, se nos presenta como un llamamiento a la reconciliación.

2. LA RECONCILIACIÓN CON DIOS EN CRISTO

a) Todo arranca del amor del Padre. “Movió el Señor el espíritu de Ciro”.
Es como un drama en tres actos. Todo comienza en el amor de Dios. Todo tiene su realización en el sacrificio de Cristo y todo se hace mío, en mi fe. Dios, Cristo, cada uno de nosotros, es el camino de la verdadera reconciliación. Todo arranca del amor de Dios. Ya vimos cómo, en la primera lectura, se menciona cómo fue el Señor el que movió el espíritu de Ciro. Dios es el que inspira brazos de amor aún en los corazones que no tienen fe. Cuántas veces, hermanos cristianos, los no cristianos tienen más misericordia que nosotros porque Dios les ha inspirado ese sentido de salvación y de amor. Pero esa inspiración que en forma misteriosa y profética le dio el Señor a Ciro, rey de Persia, se presenta ya sin figuras. Se presenta, diríamos, cara a cara en la Revelación del Nuevo Testamento.
Con qué ternura debemos de recibir hoy estas palabras de San Pablo a los Efesios: “Dios, rico en misericordia por el gran amor con que nos amó…”, de allá arranca todo, no somos nosotros los que hemos atraído la redención de los hombres. Es que dice San Pablo: “….. estando muertos por nuestros pecados, nos ha hecho vivir con Cristo”.
Cristo se acerca a un muerto para resucitarlo, no es porque el muerto lo llama; el muerto ya no vive, ya no siente, pero la misericordia del Redentor le devuelve la vida. Así es Dios, a una humanidad muerta, insensible, injusta, pecadora, la humanidad ya ni piensa en Él, pero Él sí piensa como cuando dice en Isaías: “puede una madre olvidarse de su hijo”. Parece imposible, sin embargo dice: “aún cuando una madre se olvidara de su hijo, yo no me olvidaré de ustedes”. ¿Quién no siente toda su vida, por más complicada que se sienta, como arropada de una gran ternura?; no voy solo, hay alguien que piensa en mí más íntimamente que yo mismo. ¡Dios me ama!.
En el Evangelio, el mismo Cristo que ha aprendido en el seno de la eternidad los sentimientos de Dios, nos dice hoy una palabra que debía de estar vibrando durante toda nuestra Semana Santa: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que no perezcan ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna”. Todo arranca del amor de Dios. Si Cristo vino a ser salvador de los hombres, fue iniciativa del Padre. Tanto amó al mundo que le envió a su propio Hijo. Vete hijo, hazte hombre, hazte compañero de su historia, introdúcete en sus mismas miserias, carga sobre tus espaldas los pecados de todos los hombres, sube con ellos al calvario, y en tu crucifixión yo miraré la reparación de todos los pecados.
b) Cristo realiza el proyecto, su “misterio pascual”.
- El signo de la serpiente levantada en alto… Cristo Salvador y Juez…
Hubo una figura bellísima mientras Moisés conducía al pueblo por el desierto y esa figura la recuerda Cristo en el Evangelio de hoy. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre para que todo el que cree en Él, tenga vida eterna.
¿Qué fue esto de la serpiente? Dicen que cuando los israelitas conducidos por Moisés se adentraban ya en el camino pesado del desierto, murmuraron contra él. ¡Qué difícil es conducir un pueblo! prefieren muchas veces la esclavitud de Egipto: “allá estábamos mejor, las ollas, los amos, las serpientes; todo aquello de Egipto, era más bonito que este desierto donde nos estás matando de hambre y de sed”. ¡Qué cuesta que el pueblo comprenda el camino de la liberación! Muchas veces son aquellos por quienes se trabaja más, los que menos comprenden ese esfuerzo de amor que inspira ese sacrificio, que pide sacrificio de colaboración.
La fe de los hombres.
Esta murmuración fue castigada en el desierto. Aparecieron unas serpientes venenosas que mordían y el que era mordido de la serpiente, moría. Ante esta calamidad corrieron a Moisés a contarle lo que estaba pasando. Moisés, como de costumbre, ora al Señor y el Señor le da la respuesta: “Construye una serpiente de bronce, levántala en un palo, todo aquel que mire con fe la serpiente, quedará libre de la ponzoña de esas serpientes venenosas”. Esta es la imagen de Cristo crucificado que Cristo recuerda ya, realizándose en Él; así como Moisés levantó la serpiente y todo el que miraba se libraba de aquellas mordeduras, así el que ve al Cristo crucificado con fe, será libre también, porque el Hijo del Hombre ha venido a dar su vida para la salvación del mundo.
Yo quisiera recoger en esta mañana, ese misterio que se llama el Misterio Pascual, o sea, el misterio de la muerte y de la resurrección de Jesucristo; porque para allá caminamos en la Cuaresma, para celebrar el misterio de la muerte y resurrección del Señor. El Sábado Santo en la noche, es la gran noche del misterio pascual: yo quisiera que todos los que hemos seguido esta Cuaresma, este peregrinar espiritual de la historia de Dios con su pueblo, la fuéramos a terminar en esa noche luminosa. Hago un llamamiento especialmente a los jóvenes, para que esa noche miremos con fe al Cristo resucitado, levantado en alto más que la serpiente en el desierto, con todo el mérito de su cruz para dar salvación, vida nueva a cada uno de los salvadoreños y a todo El Salvador en general.
c) En qué consiste la reconciliación de Cristo
Este es el misterio de la reconciliación, no importa el pasado, no importa cómo estemos de hundidos en nuestra situación económica, social o política, no importa lo que hayamos odiado, no importa lo violentos que hayamos sido: ni siquiera importa tener las manos manchadas de secuestros, de sangre, de torturas. Ojalá esta voz estuviera llegando a esos lugares donde Dios está usando su azote, valiéndose de hombres sin corazón y sin conciencia, para que el Señor tenga misericordia de ellos y anhelen en esta Pascua no ser el triste papel de azote de Dios sino convertirse en palabra de esperanza…
Sí, queridos hermanos, desde el Señor Presidente hasta los policías -todos los que constituyen ese orden bajo el cual nuestro pueblo se siente tan miedoso, tan tímido-, no sean azote de Dios; sean gobierno de esperanza, sean cuerpo de seguridad, sean hombres del orden, sean verdaderamente instrumentos de Dios para la liberación de nuestro pueblo.
No usemos, queridos capitalistas, la idolatría del dinero, el poder del dinero para explotar al hombre más pobre. Ustedes pueden hacer tan felices a nuestro pueblo si hubiera un poquito de amor en sus corazones. ¡Qué instrumentos de Dios serían ustedes con sus arcas llenas de dinero, con sus cuentas bancarias, con sus fincas, con sus terrenos, si no los usaran para el egoísmo, sino para hacer feliz a este pueblo tan hambriento, tan necesitado, tan desnutrido…! Y esto no es demagogia para arrancar aplausos, es que el pueblo siente y ama, ama también a los que lo azotan, ama también a los que lo explotan. Nuestro pueblo salvadoreño no está hecho para el odio, está hecho para la colaboración, para el amor y quiere encontrar fraternidad en todos los sectores que constituimos un pueblo tan bendecido de Dios, que ha recibido de Dios bienes abundantes pero que se hacen causa de tanta tristeza por la mala distribución, por el pecado de los hombres.

3. BAUTISMO Y PENITENCIA, CAMINOS DE RECONCILIACIÓN

En este ambiente y antes de terminar esta homilía con el tercer pensamiento que habla del Bautismo y de la Penitencia como dos sacramentos cuaresmales, yo quiero hacer un llamamiento a los bautizados y a todos los que necesitamos el sacramento del perdón; para que en esta Cuaresma nos reconciliemos con Dios.
Para que se vea la gran necesidad de esto, es aquí donde yo hago un paréntesis que es más bien como la encarnación de la palabra de Dios en nuestra semana.

Esta Iglesia, instituida por Jesucristo para ser la presencia de Dios -más que Ciro para los desterrados de Babilonia, más que Moisés con los peregrinos del desierto- es Cristo mismo dándonos perdón y esperanza. Esta Iglesia es a la que yo trato de servir, queridos hermanos, cuando doy aquí noticias de carácter eclesial que son las primeras que me preocupan porque son mi Iglesia, mi pueblo de Dios al que yo pertenezco y al que sirvo como Pastor. Yo no soy político, yo no soy sociólogo, yo no soy economista, yo no soy responsable para dar solución a la economía y a la política del país. Ya hay otros laicos que tienen esa tremenda responsabilidad.
Desde mi puesto de Pastor yo sólo hago un llamamiento para que sepan usar esos talentos que Dios les ha dado; pero como Pastor, sí me toca -y esto es lo que trato de hacer- construir la verdadera Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo. Por eso siento la alegría de toda esta Catedral llena de fieles y también yo quisiera que todos los que a través de la radio que me oyen no como políticos, ni curiosos, ni perseguidores, sino como católicos que están tratando de aprender el mensaje de su Pastor para orientarse en la construcción de la verdadera Iglesia, nos decidiéramos, queridos católicos, a hacer de nuestra Iglesia el verdadero Pueblo de Dios, antorcha luminosa que ilumine los caminos de la Patria, fuerza de salvación para todo nuestro pueblo ¡Seamos Iglesia!

En el silencio que siguió a ese disparo, recitemos juntos esa poesía impactante compuesta por Pedro Casaldáliga, nuestro hermano y obispo de Amerindia y Afroamérica, titulada: “San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro”:

“El ángel del Señor anunció la víspera….

El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡ la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada !

El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.

¡ Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia ¡

Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡ San Romero de América, pastor y mártir nuestro !
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza
incólume de todo el continente.
Romero de la Pascua Latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡ Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa…!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).

Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.

Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡ Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!

Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma aureola de sus mares,
en el dosel airado de los Andes alertos,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones
de todas sus trincheras,
de todos sus altares…
¡ En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
San Romero de América , pastor y mártir nuestro:
¡ nadie hará callar tu última homilía ¡”

viernes, 13 de marzo de 2009

DERRIBAR EL TEMPLO

EL TEMPLO, MERCADO DEL PUEBLO, DEBE SER DERRIBADO

Jn 2, 13-25 En este tiempo de Cuaresma, los textos de la Palabra de Dios que la liturgia propone, nos cuestionarán seriamente nuestra vida, nuestra fe, nuestro compromiso cristiano, de cara a una realidad que urge por verdaderos testimonios que transformen, que posibiliten el reino de Dios.

Debemos tener presente que este tiempo litúrgico es un tiempo de gracia, gracia que se manifiesta en la conversión en todos los ámbitos de la vida, pues toda esta preparación va orientada a la celebración de la Pascua, al paso de la muerte a la vida de y en Jesucristo y, con él y en él, al paso de la muerte a la vida en nuestra realidad personal, comunitaria y social.

El Templo, el mercado y los intereses ocultos

En esta oportunidad el evangelio de Juan nos pone de cara ante la situación que se vivía en el Templo de Jerusalén. Jesús encontró allí a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas. Inmediatamente hizo “un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: “Quiten esto de aquí, no hagan de la casa de mi Padre una casa de mercado”.”

Es necesario recordar que el Templo en aquella época, a parte de ser el centro de la fe del pueblo judío y el lugar donde creían que residía Dios, era el centro de la acción política y económica. El Sanedrín giraba en torno al Templo. Por tanto, se puede decir, que el Templo era la institución suprema, el centro, eje o punto de referencia de la vida del pueblo.

El Sanedrín estaba constituido por un grupo de personas consideradas sabias dentro del pueblo, pertenecientes a la aristocracia, encabezado por el Sumo Sacerdote. Este grupo estaba encargado de ejercer la justicia a partir de la interpretación de la Ley. Y, además, vivía de lo recaudado en el Templo y de las posesiones que iba adquiriendo o recibiendo en herencia. Era un grupo que ejercía una autoridad política y religiosa en la sociedad judía, además de su relación diplomática y de servilismo para con el imperio romano.

La relación con Dios se había convertido en una relación mercantil, lo cual era reflejo del tipo de relación que existía entre la gente del pueblo. A Dios se le “compraba” con un buey, una oveja o una paloma, todo dependía de cuanto dinero se tuviera a disposición. Como llegaban peregrinos de muchas regiones, existía una especie de casa de cambio, de banco, instalada en el Templo, para que allí se realizaran las transacciones necesarias. Por supuesto, todo ello dejaba buenas ganancias para los cambistas, pero sobre todo, para las autoridades del Templo, específicamente el Sanedrín.

No más sacrificios: Dios causa escándalo y conflicto

Este texto nos hace recordar que el Señor lo que quiere es misericordia y no sacrificios. Los sacrificios no son signo de verdadera conversión, sino sólo la misericordia. Pero, a este elemento, se le debe agregar la práctica de la justicia y el derecho que se repite a lo largo y ancho de la Biblia.

Hoy podemos preguntarnos cuáles son aquellas instituciones sociales, políticas, económicas, religiosas que están en función de la vida, del bien común y de la fe, pero que las hemos convertido en mercado, es decir, donde las relaciones humanas ya no tienen como centro al mismo ser humano, sino a otro tipo de intereses, tales como: dinero, consumo, producción, alienación, honor, prestigio, poder, etc. La relación con Dios también estaría bajo estos mismos parámetros.

Se podría cometer cualquier tipo de injusticia, de pecado, y todo se arreglaría con un significativo sacrificio, con pagar una misa, con dar limosna, con cargar en una procesión, con hacer donaciones internacionales de alimentos o medicinas que ya están vencidas, políticas externas que sólo esclavizan a los pueblos pobres, militarismo que trae consigo una falsa paz, es decir, a Dios lo puedo manipular a mi sabor y antojo, puedo entrar en cualquier tipo de negociación con él buscando el equilibrio entre la oferta y la demanda; puedo ser una persona que oprime, que margina, que condena a otras a morirse de hambre, por falta de acceso a la salud, por salarios y condiciones de trabajo inhumanas, que condena y aleja de Dios a otras personas por su condición moral o económica, etc.; y todo me estaría perdonado con un buen sacrificio, derramando más sangre en honor a un dios que está ansioso de más víctimas, pero que no es el Dios de Jesús.

Entonces, ¿qué actitud tomar? La respuesta es escandalosa: hacer un látigo y echar a todos fuera y testimoniar que la verdadera relación con Dios y con las demás personas no se hacen a base de negocios ni transacciones mercantiles. Se hacen a partir de criterios distintos: el amor, la justicia, la misericordia, la búsqueda del bien común. Se hace indignándose y denunciando escandalosamente, sin caer en la prudencia y sensatez del mundo, todo aquello que Dios no tolera.

Sólo destruyendo el Templo se puede vivir el Evangelio

Retomando la narración del texto de Juan, se dice que los judíos le dijeron a Jesús: “¿Qué signo nos muestras para obrar así?” Entonces, Jesús les respondió: “Destruyan este santuario y en tres días lo levantaré”. Los judíos, seguramente se desconcertaron ante su respuesta, pues sabían muy bien que ese Templo se tardó cuarenta y seis años en ser construido y él pretendía levantarlo en tres días. Era algo absurdo.

Jesús se refería al cambio de eje de referencia de la vida del ser humano y su relación con Dios y con las demás personas. Las relaciones ya no serían mercantiles sino basadas en el amor y en la justicia. Una justicia que no se adquiere por sacrificios sino por gracia de Dios. Jesús se convierte en el nuevo santuario donde reside Dios, que, al tercer día de ser crucificado y muerto en la cruz, el Padre lo levantó para acabar con toda muerte en el ser humano, con todo poder del mal sobre el bien. A partir de la Pascua del Señor se entiende que toda realidad humana de muerte puede ser transformada en vida, y que los pobres, especialmente, ya no tienen que gastar su poco dinero en comprar palomas para sacrificárselas a Dios y obtener así su gracia, su perdón, sus favores.

Toda institución, así sea considerada la más sagrada e indispensable en nuestra realidad política, social, económica y religiosa, si no está en sintonía con el proyecto de Jesús, debe ser destruida, así se haya tardado mucho tiempo en construirla, porque sólo así podrá ser levantada por Dios en tres días, es decir, sólo desde y con Jesús y su Pascua, se puede trasformar la realidad y construir otro tipo de relaciones basadas en el Evangelio

Reflexiona personal, familiar y comunitariamente, cuáles son aquellas instituciones que no entran dentro de esta propuesta de Jesús y qué se puede hacer para que sí lo estén, pues de ese testimonio depende que muchas personas crean y se conviertan al proyecto del reino de Dios y tengan vida en abundancia.

lunes, 9 de marzo de 2009

ORA CON EL SALMO 137

Introducción: Para este día 25 de mes, se propone orar con el salmo 137 (136), un salmo que no es del pasado, sino muy actual; el salmista nos habla en el hoy de nuestra historia, este texto ilumina las tinieblas en que se hallan las víctimas del sistema.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración Inicial: Señor, Dios de la Historia, que nunca dejas que tus hijos se hundan en el dolor, la angustia y la desesperanza; te pedimos que nos acompañes en esta meditación para poder sentir en medio de nuestros días tu mano protectora y convencernos cada vez más que tuya es la victoria frente a la muerte y la injusticia. Por Jesucristo Nuestro Señor.


Contemplar la realidad: Colombia es un país extenso de alrededor 44 millones de habitantes. Desde hace más de 40 años se vive a su interior un conflicto armado de grandes magnitudes en el que se han visto involucrados paramilitares, guerrillas y ejército, en detrimento de la población. El fenómeno del desplazamiento forzado es uno de los más sentidos en el país, es signo de un gravísimo abuso a los derechos humanos, de una complicidad del Estado en los crímenes más atroces, de ideales revolucionarios prostituidos. Los desplazados ascienden a 4 millones de personas, que se encuentran exiliados en su propio país debido a la violencia estructural sufrida.

Meditar la realidad: Se recomienda que para este ejercicio se coloque música instrumental y se cierren los ojos. Se sugiere que el (la) orante se deje llevar por la música y haga un ejercicio mental, trayendo a la memoria los rostros de los desplazados y las diversas situaciones aflictivas que ellos (as) han vivido: la salida acelerada de sus tierras, hallarse limpiando parabrisas en los semáforos de la ciudad, los niños y niñas sin educación, las fosas comunes encontradas.... dejemos que esta realidad golpee nuestra persona....


Juzgar a la luz de la Palabra de Dios: Ahora, se procederá a leer el salmo propuesto para este día.

Balada del desterrado

1A orillas de los ríos de Babilonia

estábamos sentados y llorábamos,

acordándonos de Sión;

2en los álamos de la orilla

teníamos colgadas nuestras cítaras.


3Allí nos pidieron

nuestros deportadores cánticos,

nuestros raptores alegría:

¡Cantad para nosotros

un cantar de Sión!”

4¿Cómo podríamos cantar

un canto de Yahveh

en una tierra extraña?

5¡Jerusalén, si yo de ti me olvido,

que se me seque mi diestra!


6¡Mi lengua que se me pegue al paladar

si de ti no me acuerdo,

si no alzo a Jerusalén

al colmo de mi gozo!

7Acuérdate, Yahveh,

contra los hijos de Edom,

del día de Jerusalén,

cuando ellos decían: ¡Arrasad,

arrasadla hasta sus cimientos!

8¡Hija de Babel, devastadora,

feliz quien te devuelva

el mal que nos hiciste,

9feliz quien agarre y estrelle

contra la roca a tus pequeños!

(Se recomienda leer el salmo 2 ó 3 veces, hasta que el contenido sea suficientemente asimilado por el (la) orante)

Contexto: El salmo nos habla acerca de la época del destierro de los israelitas en Babilonia (587-512 a.C). El pueblo de Israel estuvo 70 años- aproximadamente- en el país opresor, sufriendo humillante esclavitud y dominación dolorosa. Este salmo nace en esa época o en recuerdo de ella (posterior a este período). El salmista recuerda todo el dolor sufrido, la nostalgia por Jerusalén, la resistencia del pueblo a olvidarse de su tierra y pide – casi a gritos- la intervención de Dios a favor de los humildes y en contra de los babilonios y sus aliados.

A continuación, para juzgar la realidad desde la Palabra de Dios se sugieren las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué sentimientos habrán movido al salmista a escribir esta “balada del desterrado”?

  2. ¿Por qué para el salmista “Sión” y “Jerusalén” son lugares tan importantes y en qué partes del salmo se denota tal importancia?

  3. ¿Qué desea el salmista para Babilonia y Edom?

  4. ¿El salmo conecta con la realidad de los desterrados en Colombia?

  5. ¿Los desterrados en Colombia todavía tienen esperanzas de que el Señor intervenga en sus historias?


Concluyendo: El salmo 137 (136) comunica el dolor de los desterrados de Israel en los tiempos del exilio, esa época difícil y prolongada de esclavitud en la que sintieron sobre el cuello el yugo del imperio opresor. Sin embargo, no sólo dolor comunica este salmo, también resistencia y fidelidad a las convicciones que el opresor no puede borrar de los oprimidos porque están escritas con tinta indeleble; el pueblo espera que Yahvé, el dueño de la historia, intervenga para hacer justicia a los aplastados por el sistema.

Este salmo, en su faceta de cántico de dolor desgarrador, puede ser en nuestra actualidad el canto desgarrador de los desplazados colombianos. El opresor les ha expulsado de sus tierras, ha destruido sus vidas y aún tiene el cinismo de exigirles canciones alegres. Pero, los humildes guardan la esperanza en Dios de ser restituidos en su dignidad y de tener nuevamente vida en abundancia, ya que están como muertos en vida.


Una palabra respecto al opresor: Sería muy fácil decir que el opresor es todo aquel “enemigo del Reino de Dios”, con hacer eso no se ganaría problemas con nadie y se cubriría la dura realidad con un manto de “piedad”. Sin embargo, como el salmista escribió con firmeza el nombre del opresor: “BABILONIA”, es menester escribir los nombres de los opresores en Colombia: Paramilitares y toda su maquinaria militar en beneficio de la extrema derecha; las guerrillas, que denunciando a los opresores se convirtieron en peores asesinos que ellos; el Ejército, que financiado por el Imperio de los Estados Unidos trabaja para los intereses yanquis en América Latina y también se ha manchado las manos con sangre inocente; y los ricos, quienes manejan los poderes del Estado y la Empresa Privada, cuyo egoísmo profundo no permite la justicia social en el país... ellos están dispuestos a matar a los más pequeños con tal de no compartir.

Este salmo, pues, expresa el dolor de los desplazados en Colombia, su resistencia y la esperanza de que el Señor actúe en su dolorosa historia.

Compromiso: La Palabra de Dios nos mueve a un compromiso con y en la realidad. Ningún cristiano puede llamarse así, sino toma postura a favor de quienes Dios siempre ha tomado postura: los pobres, ciegos y oprimidos, a quienes Jesús fue enviado a evangelizar- como Él mismo lo dijo (Lucas 4, 16-21)-.

  • ¿Qué me comprometo a hacer para que la justicia social sea una realidad en Colombia?

  • ¿Qué acciones inmediatas haré por mis compatriotas desplazados?

Oración Final: Entonemos esta canción, orando desde ella, por un mejor futuro para nuestros desplazados:

¡BUENAS NUEVAS!

Gilmer Torres Ruiz, Perú

¡Buenas nuevas! ¡Buenas nuevas pa’ mi pueblo!
El que quiera oír que oiga, el que quiera ver que vea.
Lo que está pasando en medio de un pueblo que empieza a despertar.
lo que está pasando en medio de un pueblo, que empieza a caminar.

Caerán los que oprimían la esperanza de mi pueblo.
Caerán los que comían, su pan, sin haber sudado.
Caerán con la violencia, que ellos mismos han buscado,
y se alzará mi pueblo como el sol sobre el sembrado.

Ya no estés más encorvado, tu dolor se ha terminado
mucho tiempo has esperado, tu momento ya ha llegado.
En tu seno pueblo mío hay un Dios que se ha escondido
y con fuerza ha levantado, tu rostro adormecido.

Un nuevo día amanece y los campos reverdecen
hombres nuevos aparecen de una tierra nueva crecen
y sus voces como truenos van rompiendo los silencios
y en sus cantos con aliento hay un Dios que va contento.

Podemos cambiar la historia, caminar a la victoria
podemos crear el futuro y romper todos los muros
si unimos nuestras manos, si nos vemos como hermanos
lograremos lo imposible, ser un pueblo de hombres libres.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Gracias por le material a Víctor M. El Salvador. San Salvador.

sábado, 7 de marzo de 2009

DE LA MUERTE A LA ESPERANZA: TRANSFIGURACIÓN DE LATINOAMERICA

Marcos 9, 2-10

Injusticia social en todas sus formas, Latinoamérica es el continente del dolor, de la explotación de los poderosos hacia los excluidos. Miseria en el campo mexicano y migración acelerada hacia los Estados Unidos, narcotráfico incontrolable en todo el país; Guatemala, violencia en todas las formas posibles; El Salvador, voracidad de los poderosos en detrimento de los pequeños, hambre y muerte, los asesinos de profetas se han apropiado del Estado y están dispuestos a masacrar a todo el país para conservar sus puestos de honor; Colombia y su infinito número de desplazados y pobres, las víctimas de cuya sangre se alimenta insaciablemente el “Molok” (ídolo al que se le ofrecían sacrificios humanos en tiempos del profeta Jeremías) capitalismo.

Podríamos seguir mencionando más elementos dolorosos de la realidad, recordar por ejemplo, que nuestro pueblo está desempleado, que sólo el 20% de nuestros jóvenes tienen acceso a la educación superior y que las mayorías populares no tienen vivienda propia, los que la tienen viven en “champas”, es decir, en casas de lámina, cartón o plástico, no contando con los servicios básicos que aseguran la vida. Pero, no necesitamos seguir describiendo la muerte de nuestro pueblo, al abrir bien los ojos chocamos con ella, está por todas partes, asechando los pasos de la niñez, buscando siempre nuevas vidas inocentes para aniquilarlas ¡Su crueldad rebasa toda palabra!


Nuestra Latinoamérica ha sido y está siendo asesinada, ¿Cómo podrá construirse en la esperanza? ¿Cómo podrá transfigurarse en vida la muerte?

La liturgia, en este II Domingo de Cuaresma, nos propone la Transfiguración de Jesús según el Evangelio de Marcos. La Palabra de Dios siempre ilumina la realidad, la vivencia concreta “del más acá” y transforma en vida la muerte. A continuación, pues, tratemos de descubrir lo que la Palabra dirá a nuestra realidad crucificada.

Contemplar la Gloria de Dios

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y se fue con ellos a un monte alto. A la vista de ellos, su aspecto cambió completamente e incluso, sus ropas se volvieron resplandecientes, excesivamente blancas. Elías y Moisés se les aparecieron y conversaban con Jesús (vv. 2-4).

Los tres discípulos estaban aterrados. Pedro propone: “¡Qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (v.5). Mientras esto sucedía, una nube los cubrió con su sombra y de ella salieron estas palabras: “Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo” (v.7). Al observar alrededor, sólo vieron a Jesús, nadie más estaba en el monte.

Muchos signos son destacables en este texto: el monte alto, el diálogo con Elías y Moisés, la propuesta de las chozas y la voz que sale de la nube. Apuntemos algo respecto a éstos.

Este pasaje de Marcos se desarrolla justamente después de la llamada crisis galilea, Jesús es “El Mesías, el Hijo del Dios Vivo”, pero los apóstoles no comprenden que tenga que morir (Cf. Mc 8,31), si matan a Jesús no se realizarán sus sueños de grandeza y poder, por ello sienten miedo de seguirle hasta las últimas consecuencias.

Estos tres discípulos cargan consigo una terrible duda, que comienza a ser confrontada al contemplar la gloria de Dios. El monte alto es un lugar especial para la manifestación de Dios, con sus propios ojos observan a Jesús dialogando con los profetas (Elías) y con la Ley (Moisés), Jesús se ubica en continuidad de esta Revelación de Dios, es su plenitud (Mt 5,17). Sin dudarlo, la gloria de Dios vista por los tres discípulos era tan hermosa que Pedro, entre miedoso y cómodo, propone hacer tres chozas, éstas representan seguridad, luz y protección provenientes de Dios, quien liberó a su pueblo de Egipto; Pedro desearía quedarse aquí siempre.

El punto máximo es la voz, esta voz conforta a los tres dudosos discípulos: “Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo”. Jesús, pues, está destinado a la Gloria... ¡Hay que confiar en Él!

El compromiso con los pobres y su consecuencia: la muerte en cruz

San Marcos es el Evangelio antitriunfalista por excelencia, los vv. 9-10 hacen volver a la realidad a los tres discípulos y también a nosotros: Los discípulos no quieren comprender que Jesús “resucitará de entre los muertos”, por lo mismo, morirá y terminará en la cruz. Esta es la razón por la cual se lee este texto en cuaresma, la Gloria de Dios se verá con mayor claridad que en el relato de la Transfiguración cuando Jesús dé su vida por el Reino de Dios, expresando su compromiso con los pobres y su solidaridad sin límites para con los desgraciados de la Tierra.

La Transfiguración de Latinoamérica: esperanza y seguimiento de Jesús


El camino a recorrer por los que nos consideramos discípulos de Jesús, es el que nos ha trazado con su vida, muerte y resurrección el Hijo Amado. Escucharle, efectivamente, es tener viva la esperanza y seguirle fielmente hacia la cruz, es decir, comprometerse concretamente con los pobres de Latinoamérica, sabiendo que la Gloria de Dios está presente hoy y lo estará al final de la historia.

Nosotros, pues, somos los principales agentes de la Transfiguración de Latinoamérica: ¿Qué hacemos ahí parados, queriendo construir chozas donde actualmente sólo hay champas y hambre? ¡Luchemos por la transformación estructural de nuestra sociedad, confrontando las instituciones de muerte de nuestra sociedad: Estado alienante, Iglesia poderosa y casada con el poder opresor, Medios de Comunicación Social prostituidos ante el capital. Latinoamérica se transfigurará cuando generemos conciencia de Reino de Dios en nuestro mundo y en las personas, ésta es nuestra Nueva Evangelización. ¡Ánimo, decidámonos a transfigurarnos para cooperar en la transformación del mundo hacia el Reino de Dios!

Vincent de Paul, crucifix, Sisters of Charity, Hildesheim. Germany



miércoles, 4 de marzo de 2009

LA DICHA DE SER DICHOSO

ORAR CON EL SALMO 1 (UNO)

1. INVOCACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.


2. CANTO. Feliz será.
Feliz el hombre que no ha puesto su esperanza en el dinero,
ni se instala en las cosas de esta vida,
ni se deja corromper aunque le cueste.
FELIZ SERÁ, FELIZ SERÁ, FELIZ SERÁ.

Feliz el hombre que no inclina su frente al poderoso, ni traiciona al compañero de trabajo, ni renuncia a la lucha del presente.

Feliz el hombre que no sigue los caprichos de la moda,
ni hace caso de anuncios engañosos, ni se deja llevar por charlatanes.

Feliz el hom
bre que no vende su inquietud ante amenazas, ni claudica de su rumbo ya trazado, ni se hunde en el silencio de los cómplices.
Feliz el hombre que encamina su pasos por tus sendas, él será como un árbol grande y fuerte que da sombra y alegría al caminante.
2. LECTURA DEL SALMO.

1 ¡Dichoso el hombre que no sigue
el consejo de los impíos,
ni en la senda de los pecadores se detiene,
ni en el banco de los burlones se sienta,

2 mas se complace en la ley de Yahveh,
su ley susurra día y noche!

3 Es como un árbol plantado
junto a corrientes de agua,
que da a su tiempo el fruto,
y jamás se amustia su follaje;
todo lo que hace sale bien.

4 ¡No así los impíos, no así!
Que ellos son como paja que se lleva el viento.
5 Por eso, no resistirán en el Juicio los impíos,
ni los pecadores en la comunidad de los justos.
6 Porque Yahveh conoce el camino de los justos,
pero el camino de los impíos se pierde.

4. RELECTURA DEL TEXTO.

Intente repetir el texto de memoria, no importa que cambie algunas palabras, pero ojalá pueda poner lo mejor de su parte. Si necesita volver a leerlo, puede hacerlo en este momento. A continuación algunas notas exegéticas en tónica contemplativa.

"Dichoso el hombre" (v. 1)

El salmo comienza con la palabra más hermosa de la Biblia, "Dichoso". Qué palabra tan sencilla, pero tan profunda que resuena en todo corazón humano; no hay quien no la desee, ni siquiera los más ateos e indiferentes se escapan de este deseo. Pero sobretodo la ansían los pobres.

Leamos el siguiente texto de Lucas, donde se nos presenta a Jesús dirigiendo a los pobres sus bienaventuranzas.

"Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegráos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas." (Lc 6, 20-23)

Dichoso es lo mismo que bienaventurado. Es el que vive feliz, pleno y realizado porque ha puesto su suerte en Dios y espera con paciencia su voluntad.
La dicha o bienaventuranza, por tanto, no es para los hartos, ni para los que basan su felicidad en el dinero explotando a los pobres, ni para los que poseen cargos honoríficos.
La dicha o bienaventuranza es para los que, optado por el Hijo del Hombre, sufren lo que Él padeció por causa de la justicia, la paz y el amor.
La dicha o bienaventuranza está dirigida de un modo preferencial a las víctimas de nuestros errores.

Para su vida.
¿Le gustaría ser dichoso o ya lo es? ¿Si se considera dichoso, por qué cree que lo es y si no se considera dichoso, por qué cree que no lo es? ¿Qué te haría sentir dichoso y qué te quita la dicha?


El dichoso y el injusto: dos opuestos.

En el versículo 1, el salmista nos presenta al dichoso y al justo al mismo tiempo, como si uno sin el otro no existieran.

"Que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta" (v. 1)

Son dichosos quienes luchan día a día renunciando a las seducciones del mundo.
Los impíos, los pecadores y los burlones son las mismas personas. Aquí les vamos a llamar injustos a todos por igual.
El dichoso no es un injusto y por esto entran en confrontación.
Entre ellos se da un enfrentamiento necesario. El dichoso no tolera la injusticia y el injusto, la rectitud.
La máxima felicidad del injusto es hacer del dichoso un injusto y desdichado. Si no lo logra, lo perseguirá a muerte hasta asesinarlo. Recordemos a Jesús, el dichoso que nunca renunció al camino de la justicia.
El dichoso es quien sabe esquivar las estrategias del injusto. Primero, no debe seguir sus consejos; segundo, no debe caminar por sus sendas y tercero, no debe sentarse en sus asambleas como si fuera uno de ellos.

Para su vida.
¿Se considera dichoso o injusto? ¿Cree que existen dichosos que no hayan sido tentados? (recuerde a Jesús en el desierto) ¿Has sido piedra de tropiezo para personas dichosas?

Dos figuras.
El salmista nos trae dos preciosas figuras para contemplar la belleza del dichoso y la fealdad del injusto.

El dichoso "es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien." (v. 3)

En muchos pasajes de la Biblia, se representa al dichoso como a un árbol grande y fuerte, pero no autosuficiente, sino dependiente de Dios. Leamos el salmo 92 y luego contemplemos la imagen del Sauce que tenemos a la derecha.

"Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano. Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro. Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos." (Sal 92 (91), 13-15)

La corriente de agua (río) nos representa a Dios. El que siempre está allí para dar vida en abundancia.
El árbol plantando junto al río es el dichoso. Es el que depende absolutamente de Dios para vivir, pero que se ve bello y eterno mientras está unido a El.
Así como el árbol sin el río se seca y se muere, así el dichoso, sin Dios no es nada.

Para su vida
¿Imagina su vida sin Dios? ¿Si no, quién podría sostenerlo a usted? ¿Quién más tiene palabras de vida eterna? ¿Alguna vez ha basado su felicidad en personas, en dinero, en títulos, en logros o en sí mismo? ¿Se considera un árbol bello plantado junto a la corriente de agua?

El injusto: "¡No así los impíos, no así! Que ellos son como paja que se lleva el viento. Por eso, no resistirán en el Juicio los impíos, ni los pecadores en la comunidad de los justos." (v. 4-5)

Contemple la imagen de estas personas trillando en medio de un viento fuerte.
¡No así los impíos, no así!. Los injustos no son dichosos en verdad, aunque en algunos momentos piensen que lo son.
La paja y, con mucha mayor facilidad, el tamo representan lo que no sirve para nada, lo que no tiene peso, lo que no tiene vida.
La paja o el tamo son los injustos.
El viento no es Dios, sino la misma vida, que no sólo amenaza a los dichosos, sino también a los mismos injustos.
El final del injusto no es el de la dicha o de la felicidad, sino el mismo de la paja o el tamo: la muerte.

Lea el siguiente texto de Mateo en la clave del: "No así los impíos".

"Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." (Mt 25, 41-53)

En su vida.
¿Ha creído, alguna vez, ser feliz sin Dios? ¿Ha pensado que es tan inteligente o tan fuerte o no se qué, que no necesita de nada, ni de nadie? ¿Cree que es capaz de vencer la fuerza del viento a pesar de ser tamo o paja?

La clave para alcanzar la dicha.
De parte del hombre o la mujer: "Se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche!" (v. 2)

Quien queda complacido, satisfecho, lleno o harto no pide más.
La ley de Yhvh es la voluntad del Señor para los hombres y mujeres, revelada en la Escritura y la Tradición de la Iglesia.
Quedar complacido con la ley de Yhvh es dejarlo todo por ella, incluso la vida misma.
Lo único que nos basta es la Palabra de Dios; por eso el dichoso la susurra, la busca, la lee, la medita, la estudia, la ora y la practica siempre: día y noche.
Jesús la susurró en el Getsemaní: "no sea como yo quiero, sino como quieras tú" (Mt 26, 39).

Para su vida.
¿Dónde están sus complacencias? ¿Se considera una persona dichosa, capaz de dejarlo todo para cumplir la Voluntad de Dios? ¿Qué está esperando para ser dichoso y ganarte el Reino? ¿Hoy está susurrando la Palabra?

De parte del Señor: "Yahveh conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos se pierde." (v. 6)

Desde el Deuteronomio reconocemos que el Señor da al ser humano la opción de elegir entre el camino de la vida y el de la muerte; diríamos aquí, el camino del árbol plantado junto al río o el del tamo soplado por el viento.

"Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Si escuchas los mandamientos de Yahveh tu Dios que yo te prescribo hoy, si amas a Yhvh tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y te multiplicarás; Yahveh tu Dios te bendecirá en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión. Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar a postrarte ante otros dioses y a darles culto, yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no viviréis muchos días en el suelo que vas a tomar en posesión al pasar el Jordán. Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando Yahveh tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a él; pues en eso está tu vida, así como la prolongación de tus días mientras habites en la tierra que Yahveh juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. (Dt 30, 15-20)

Tenemos ante nosotros dos caminos opuestos.
El camino de la vida y el de la muerte. Se opta por la vida cuando se escucha la Palabra y se opta por la muerte cuando se la rechaza.
Son testigos de nuestra opción "el cielo y la tierra", es decir el aquí y el ahora.
Yahveh nos pide escoger el de la vida, el otro camino, aunque Él no quiera, es una realidad.

Para su vida
¿En verdad cree que seguir la Voluntad de Dios conduce a la dicha, a la felicidad? ¿En verdad cree que la Palabra es fuente de vida para su vida? ¿Va a orientar su vida conforme a la Palabra que le da a usted plenitud?

5. PETICIÓN DE LOS DICHOSOS DE HOY.

Como hemos visto, seguir el camino de la vida es susurrar la Palabra de un modo tan profundo, que hace de quien la escucha, ser la encarnación de Yhvh.

Piense unos instantes en personas que son testigos de dicha o bienaventuranza. Si la oración es comunitaria, se puede invitar a que cada uno exprese en quien ha pensando y luego, eleve, por ese testimonio, una oración espontánea. Si la oración es personal, le pedimos que ore al Señor por esos testigos y haga, a partir de allí, una oración espontánea.

6. PADRE NUESTRO Y SUSURRANDO EL SALMO.

Es la oración que nos enseñó nuestro Señor Jesucristo. ¡Qué mejor oración que ésta! Es precisamente la oración de un justo que se abandona en la voluntad de su Padre y con su entrega hasta la muerte (y una muerte de Cruz) nos da testimonio de la verdadera grandeza del justo: derramar su sangre por sus amigos y por “sus enemigos”.

Oramos el Padre Nuestro, pero antes de decir Amén, susurramos el Salmo recreándolo. Para esto se puede volver a leer y a partir de allí cambiar palabras, dar más fuerza a algunas, cambiar el orden, etc.

Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. --- Susurramos el Salmo --- Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden --- Susurramos el Salmo --- No nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal. --- Susurramos el Salmo--- Amén.

7. ORACIÓN FINAL.

Para la oración final utilizaremos un texto de Jeremías; un hombre lleno Dios, asesinado por sus paisanos por la causa de Yhvh.

"Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tu palabra para mí un gozo y alegría de corazón, porque se me llamaba por tu Nombre Yahveh, Dios Sebaot." (Jr 15, 16)


8. BENDICIÓN Y CANTO.

Luego de la bendición se puede volver a entonar “Feliz el hombre”.

Gracias por este Trabajo a Jason S. H. de Nicaragua. Animo y sigue estudiando.

COMENTARIOS Y SUGERENCIAS

Hacerlos al email: amigodelospobres@yahoo.com.mx Gracias por leernos.