sábado, 7 de marzo de 2009

DE LA MUERTE A LA ESPERANZA: TRANSFIGURACIÓN DE LATINOAMERICA

Marcos 9, 2-10

Injusticia social en todas sus formas, Latinoamérica es el continente del dolor, de la explotación de los poderosos hacia los excluidos. Miseria en el campo mexicano y migración acelerada hacia los Estados Unidos, narcotráfico incontrolable en todo el país; Guatemala, violencia en todas las formas posibles; El Salvador, voracidad de los poderosos en detrimento de los pequeños, hambre y muerte, los asesinos de profetas se han apropiado del Estado y están dispuestos a masacrar a todo el país para conservar sus puestos de honor; Colombia y su infinito número de desplazados y pobres, las víctimas de cuya sangre se alimenta insaciablemente el “Molok” (ídolo al que se le ofrecían sacrificios humanos en tiempos del profeta Jeremías) capitalismo.

Podríamos seguir mencionando más elementos dolorosos de la realidad, recordar por ejemplo, que nuestro pueblo está desempleado, que sólo el 20% de nuestros jóvenes tienen acceso a la educación superior y que las mayorías populares no tienen vivienda propia, los que la tienen viven en “champas”, es decir, en casas de lámina, cartón o plástico, no contando con los servicios básicos que aseguran la vida. Pero, no necesitamos seguir describiendo la muerte de nuestro pueblo, al abrir bien los ojos chocamos con ella, está por todas partes, asechando los pasos de la niñez, buscando siempre nuevas vidas inocentes para aniquilarlas ¡Su crueldad rebasa toda palabra!


Nuestra Latinoamérica ha sido y está siendo asesinada, ¿Cómo podrá construirse en la esperanza? ¿Cómo podrá transfigurarse en vida la muerte?

La liturgia, en este II Domingo de Cuaresma, nos propone la Transfiguración de Jesús según el Evangelio de Marcos. La Palabra de Dios siempre ilumina la realidad, la vivencia concreta “del más acá” y transforma en vida la muerte. A continuación, pues, tratemos de descubrir lo que la Palabra dirá a nuestra realidad crucificada.

Contemplar la Gloria de Dios

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y se fue con ellos a un monte alto. A la vista de ellos, su aspecto cambió completamente e incluso, sus ropas se volvieron resplandecientes, excesivamente blancas. Elías y Moisés se les aparecieron y conversaban con Jesús (vv. 2-4).

Los tres discípulos estaban aterrados. Pedro propone: “¡Qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (v.5). Mientras esto sucedía, una nube los cubrió con su sombra y de ella salieron estas palabras: “Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo” (v.7). Al observar alrededor, sólo vieron a Jesús, nadie más estaba en el monte.

Muchos signos son destacables en este texto: el monte alto, el diálogo con Elías y Moisés, la propuesta de las chozas y la voz que sale de la nube. Apuntemos algo respecto a éstos.

Este pasaje de Marcos se desarrolla justamente después de la llamada crisis galilea, Jesús es “El Mesías, el Hijo del Dios Vivo”, pero los apóstoles no comprenden que tenga que morir (Cf. Mc 8,31), si matan a Jesús no se realizarán sus sueños de grandeza y poder, por ello sienten miedo de seguirle hasta las últimas consecuencias.

Estos tres discípulos cargan consigo una terrible duda, que comienza a ser confrontada al contemplar la gloria de Dios. El monte alto es un lugar especial para la manifestación de Dios, con sus propios ojos observan a Jesús dialogando con los profetas (Elías) y con la Ley (Moisés), Jesús se ubica en continuidad de esta Revelación de Dios, es su plenitud (Mt 5,17). Sin dudarlo, la gloria de Dios vista por los tres discípulos era tan hermosa que Pedro, entre miedoso y cómodo, propone hacer tres chozas, éstas representan seguridad, luz y protección provenientes de Dios, quien liberó a su pueblo de Egipto; Pedro desearía quedarse aquí siempre.

El punto máximo es la voz, esta voz conforta a los tres dudosos discípulos: “Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo”. Jesús, pues, está destinado a la Gloria... ¡Hay que confiar en Él!

El compromiso con los pobres y su consecuencia: la muerte en cruz

San Marcos es el Evangelio antitriunfalista por excelencia, los vv. 9-10 hacen volver a la realidad a los tres discípulos y también a nosotros: Los discípulos no quieren comprender que Jesús “resucitará de entre los muertos”, por lo mismo, morirá y terminará en la cruz. Esta es la razón por la cual se lee este texto en cuaresma, la Gloria de Dios se verá con mayor claridad que en el relato de la Transfiguración cuando Jesús dé su vida por el Reino de Dios, expresando su compromiso con los pobres y su solidaridad sin límites para con los desgraciados de la Tierra.

La Transfiguración de Latinoamérica: esperanza y seguimiento de Jesús


El camino a recorrer por los que nos consideramos discípulos de Jesús, es el que nos ha trazado con su vida, muerte y resurrección el Hijo Amado. Escucharle, efectivamente, es tener viva la esperanza y seguirle fielmente hacia la cruz, es decir, comprometerse concretamente con los pobres de Latinoamérica, sabiendo que la Gloria de Dios está presente hoy y lo estará al final de la historia.

Nosotros, pues, somos los principales agentes de la Transfiguración de Latinoamérica: ¿Qué hacemos ahí parados, queriendo construir chozas donde actualmente sólo hay champas y hambre? ¡Luchemos por la transformación estructural de nuestra sociedad, confrontando las instituciones de muerte de nuestra sociedad: Estado alienante, Iglesia poderosa y casada con el poder opresor, Medios de Comunicación Social prostituidos ante el capital. Latinoamérica se transfigurará cuando generemos conciencia de Reino de Dios en nuestro mundo y en las personas, ésta es nuestra Nueva Evangelización. ¡Ánimo, decidámonos a transfigurarnos para cooperar en la transformación del mundo hacia el Reino de Dios!

Vincent de Paul, crucifix, Sisters of Charity, Hildesheim. Germany



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