miércoles, 25 de marzo de 2009

ORA CON EL SALMO 19

ESCUCHA EL LENGUAJE DE YAHVÉ

Salmo 19

Canto: Dios está aquí

Introducción:

2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,

3 el firmamento anuncia la obra de sus manos;

El día a día comunica el mensaje,

la noche a la noche le pasa la noticia.

4 Sin hablar y sin palabras,

y sin voz que pueda oírse,

5 por toda la tierra resuena su proclama,

por los confines del orbe sus palabras.

En lo alto, para el sol, plantó una tienda,

6 y él, como esposo que sale de su alcoba,

se recrea, como atleta, corriendo su carrera.

7 Tiene su salida en un extremo del cielo,

y su órbita alcanza al otro extremo,

sin que haya nada que se escape de su ardor.

8 La ley de Yahvé es perfecta,

hace revivir;

El dictamen de Yahvé es veraz,

instruye al ingenuo.

9 Los preceptos de Yahvé son rectos,

alegría interior;

el mandato de Yahvé es límpido,

ilumina los ojos.

10 El temor de Yahvé es puro,

estable por siempre;

Los juicios del Señor veraces,

justos todos ellos,

11 apetecibles más que el oro,

que le oro más fino;

más dulces que la miel,

más que el jugo de panales.

12 Por eso tu siervo se empapa de ellos,

guardarlos trae gran ganancia;

13 Pero, ¿quién se da cuenta de sus yerros?

De las faltas ocultas límpiame.

14 Guarda a tu siervo también del orgullo,

no sea que me domine;

entonces seré irreprochable,

libre del delito grave.

15 Acepta con agrado mis palabras,

el susurro de mi corazón,

sin tregua ante ti,

Yahvé,

Roca mía, mi redentor.

El salmo 19 es una alabanza a Dios por la maravilla de sus obras; por la creación, la historia, la vida cotidiana. Termina con una referencia a la ley. ¿Por qué? Porque la actitud básica de reconocimiento y alabanza no cambia al cambiar su objeto. Es decir, alabamos a Dios en el cosmos, en el otro, en los sentimientos, en la vida misma, en todo aquello que puede maravillarnos. La ley, en cuanto palabra de Dios, no se escapa de ser admirada. En todo aquello que descubrimos grandeza, misterio, en lo que nos produce un cosquilleo, que se escapa a razonamientos, allí, brota la alabanza.

En este preciso momento de la historia, de nuestro país, de nuestra vida misma nos podemos sentir ahogados por la injusticia, la crueldad humana de esta guerra sin sentido. El dolor de ser abandonados, heridos en nuestra piel, en nuestra psiquis, en nuestro espíritu, nos ahoga como las espinas. Otros estamos ahogados por los éxitos y por nuestras ambiciones. En un momento así es difícil escuchar lo que los cielos proclaman, anuncian, comunican; la creación nos está hablando “sin voz que pueda oírse”, nos habla en todas partes. ¿Quieres escucharla?

“El hombre podría y debería abrirse al lenguaje de la creación, podría y debería elevar la voz como liturgo del cosmos” afirma Alonso Schökel y Carnitti en su obra “Salmos I”. La mejor forma de orar este salmo es contemplando la naturaleza, al aire libre, en un amanecer podría ser, acompañado de la Palabra de Dios.

Oración al Espíritu Santo: Es el momento de abrir el corazón al Señor, de abrirnos a la presencia de Dios dentro de nosotros mismos, pidamos la guía y ayuda del Espíritu Santo para que la Palabra de Dios nos penetre, toque la más íntimo, nos inquiete e interpele. Este es un momento personal para entrar en diálogo con Él.

Salmo en cinco momentos: lectura y reflexión.

Teniendo en cuenta el contenido del salmo, lo oraremos en cinco momentos: Primero, gloria y acción (2-5a); Segundo, el sol (5b-7); Tercero, la ley (8-11); Cuarto, la amenaza de la debilidad (12-15a); y Quinto, a modo de conclusión, una plegaria (15b).

Primer momento: gloria y acción (2-5a)

Los cielos cuentan la gloria de Dios,

el firmamento anuncia la obra de sus manos;

El día a día comunica el mensaje,

la noche a la noche le pasa la noticia.

Sin hablar y sin palabras,

y sin voz que pueda oírse,

por toda la tierra resuena su proclama,

por los confines del orbe sus palabras.

Los cielos y el firmamento, el día y la noche nos hablan, nos cuentan, anuncian, nos pasan una noticia. Esto no es palabra sin embargo es lenguaje. Es algo que resuena en nosotros, “es un lenguaje universal, anterior y superior a la confusión babilónica” (ALONSO SCHÖKEL – CARNITTI, 1992), donde nadie entendía lo que le otro decía, no se comprendía. Hagamos silencio y tratemos de escuchar a la creación. (Minutos de silencio y contemplación).


Segundo momento: el sol (5b-7)

En lo alto, para el sol, plantó una tienda,

y él, como esposo que sale de su alcoba,

se recrea, como atleta, corriendo su carrera.

Tiene su salida en un extremo del cielo,

y su órbita alcanza al otro extremo,

sin que haya nada que se escape de su ardor.

El sol es un soldado, es veloz y gigantesco. El domina todo el espacio del día. El sol repite, traduce el mensaje universal de los cielos y el firmamento, en él se conjugan movimiento y calor, agilidad y fuerza. Podemos decir que el sol tiene un papel protagónico entre los astros del cielo y el mismo firmamento. Quien se deja cubrir por el sol se broncea, nada puede exponerse a él y no ser afectado. El sol es acción en la naturaleza. ¿Cuál podemos creer que es su mensaje? Hagamos un nuevo silencio, contemplemos cómo irradia su calor, cómo llena de color el paisaje y espanta la oscuridad.

Tercer momento: la ley (8-11)

La ley de Yahvé es perfecta,

hace revivir;

El dictamen de Yahvé es veraz,

instruye al ingenuo.

Los preceptos de Yahvé son rectos,

alegría interior;

el mandato de Yahvé es límpido,

ilumina los ojos.

El temor de Yahvé es puro,

estable por siempre;

Los juicios del Señor veraces,

justos todos ellos,

apetecibles más que el oro,

que le oro más fino;

más dulces que la miel,

más que el jugo de panales.

Nos encontramos contemplando al cosmos a partir de este texto y de repente nos tropezamos con la expresión “la ley de Yahvé...” ¿Qué pasó? ¿No estábamos contemplando el cosmos? Los dos momentos anteriores nos dicen algo muy interesante: el sol, el cielo, el firmamento proclaman, anuncian, comunican. Ellos son una teofanía o manifestación del Dios supremo, Dios creador, lo revelan en acción. Pero, como lo veremos en el siguiente momento, somos rebeldes, no hacemos caso, no alabamos como el cielo, no obedecemos como el sol, tapamos nuestros ojos. Es allí cuando interviene la ley; “Dios hace palabra su voluntad para ordenar al hombre” (ALONSO SCHÖKEL- CARNITTI, 1992). Así, la ley entra en escena.

Ahora, ¿Qué significado tiene la ley en nuestra vida? ¿Prohibición, negación? En esta parte del texto podemos encontrar 6 sinónimos de ley; la repetición del nombre de Yahvé 6 veces. La ley es calificada como perfecta, veraz, recta, límpida, pura y genuina. Los verbos de estos versículos denotan su acción orientadora: revivir, instruir e iluminar.

Cuarto momento: la amenaza de la debilidad (12-15a)

Por eso tu siervo se empapa de ellos,

guardarlos trae gran ganancia;

Pero, ¿quién se da cuenta de sus yerros?

De las faltas ocultas límpiame.

Guarda a tu siervo también del orgullo,

no sea que me domine;

entonces seré irreprochable,

libre del delito grave.

Acepta con agrado mis palabras,

el susurro de mi corazón,

sin tregua ante ti,

Este es el momento para reconocer que somos débiles y que muchas veces hemos pecado y no nos damos cuenta de nuestros yerros, tenemos faltas ocultas (porque no queremos verlo o reconocerlo) y un orgullo arrogante (que sirve para aferrarnos a nuestras fallas). Dios nos ofrece las maravillas de la creación, el cosmos y le respondemos con nuestra terquedad, destruyéndolo todo. Aquí cabe la oración que dice “... y me pesa de todo corazón porque con ellos (los pecados) he ofendido a un Dios tan bueno...” Oremos el acto de contrición con el profundo deseo de liberarnos y reconciliarnos con Dios, con nuestros hermanos y, teniendo en cuenta la temática de este salmo, reconciliarnos con el mundo en que vivimos, con nuestro planeta, devorado por nuestro desenfreno.

Quinto momento - conclusión: Plegaria final (15b)

Yahvé,

Roca mía, mi redentor.

Aquí aparece Yahvé por séptima vez en este salmo para decirnos que nuestra alabanza después de reconciliarnos con Él, se hace perfecta, más plena. Reconciliados con Dios creador, proclamado por los cielos y el firmamento, por las noches y los días y por el sol podemos elevar una alabanza más perfecta a la gloria y acción del mismo Dios.

Yahvé es Roca mía, como metáfora de la naturaleza; Yahvé es mi redentor, como rescatador por medio de su ley.

Ser liturgos del cosmos, contemplar y alabar la acción de Dios, darle lenguaje y palabras al discurso inarticulado de los cielos y además obedecer al orden y la armonía como voluntad de Dios, es la invitación que nos hace este salmo.

Oración del Padre Nuestro.

Misionero Laico Vicentino Carlos Andrés Loaiza Arbeláez (Pereira - Colombia)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por este artículo,

me ha gustado mucho,


Belén Granada Spain

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