domingo, 25 de julio de 2010

LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO NO ES SUFICIENTE

...SE NECESITA JUSTICIA, REPARACIÓN Y CONVERSIÓN PERSONAL

Lc 10, 25- 37

El Evangelio nos narra el encuentro entre un maestro de la Ley, con Jesús. Lucas destaca que: “Quería ponerlo a prueba” y formula una pregunta elemental: Maestro, ¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna? Primer error piensa en sí mismo y no incluye a los demás, y ¿qué debo hacer para que los demás ganen la vida eterna? Jesús le remite a la Ley: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo”... “Haz esto y vivirás”. Se trata de una cuestión de vida o muerte. Hablando de vida, hoy en nuestros países ¿cómo es el servicio de salud? No conforme el maestro de la Ley, pregunta nuevamente: ¿Y quién es mi prójimo? Y yo, ¿De quiénes soy cercano?, de los ricos y poderosos que hacen leyes amañadas y corruptas, o de los pobres y de los que sufren, de quines defienden los derechos humanos, de quienes luchan porque el sistema opresor cambie? De quiénes? Respondámonos.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

La dada por Jesús es a través de la parábola que hoy es la realidad. Un hombre bajando por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de salteadores que le robaron hasta las ropas que llevaba puestas, dejándole gravemente herido. (Pandillas en Centroamérica, paramilitares en Colombia, pirámides financieras en Estados Unidos y Europa, etc.) Por el lugar, tres personajes pasaron: un sacerdote y un levita, hombres de Religión y Ley, que, viéndole tirado, dieron un rodeo y siguieron su camino. (No me interesa el camino del otro, es decir su vida, hombres de ley hoy congresistas, alcaldes, presidentes, etc., y hombres de religión hoy, todos nosotros que creemos en ídolos más que en el Dios de Justicia de Jesús) Y un samaritano, (un ateo, un incrédulo, un alejado, un renegado, un excluido, un homosexual, una prostituta, sé de muchos ejemplos de vida de personas como estas que a diario salvan vidas) quien le vio, se compadeció de él, se acercó, curó sus heridas con aceite y vino, se las vendó; después lo subió sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Como tenía que continuar su camino, pagó al posadero para que lo atendiera, con la indicación: Y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Le dio su vida entera completa, toda y a esto se refiere el mandamiento de Dios de amarle con todo. Y todo es TODO. Y es un mandato no es una opción. Y el Señor concluyó: “Vete y haz tú lo mismo”. Ya salgan de Misa, salgan de esta Lectura de la Palabra, salgan de esta oración y HAGAN lo mismo, Jesús hacía y luego enseñaba la Biblia dice Jesús pasó haciendo el Bien, Jesús hizo muchas cosas, etc; la carta de Santiago es clarísima: “Porque así como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe que no produce obras está muerta” (St 2, 26). Si alguien quiere saber si es cristiano católico de verdad les dejo la tarea leer esta semana la Carta de Santiago.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Hubo un obispo convertido como pocos que hace 33 años, (1977) en una homilía, inspirada en este mismo Evangelio, decía: “Convirtámonos de corazón. Nosotros sacerdotes tenemos que convertirnos también, y la parábola del samaritano es un toque de Cristo bien directo a la gente de Iglesia, no sólo a los sacerdotes. Pensemos aquí también, queridos religiosos, queridas religiosas, movimientos cristianos, matrimonios cristianos, todos ustedes que vienen a misa los domingos, todos tenemos que examinar nuestra conciencia a la luz de esta sincera parábola del Buen Samaritano. No nos complacemos en denunciar los pecados y las deficiencias del mundo pecador. Tenemos que partir, como comienza la misa, golpeándonos el pecho para reconocer nuestras propias culpas, porque es desde un arranque de sinceridad y de amor, desde donde debe de comenzar el amor al prójimo y el conocimiento de nosotros mismos”.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Ese obispo se llamaba Óscar Arnulfo Romero y murió mártir por enfrentar el sistema injusto que genera pobres, genera saltadores, desempleo por la corrupción de los hombre y mujeres que lo componen, ya es hora de cambiar nuestro corazón y devolver lo robado, de reparar el daño hecho, si alguien del gobierno oye esto o lo lee conviértase, cambie de camino, no de rodeos, es ahora o nunca, no más rodeos en nuestras vidas, sacerdotes conviértanse, monjas cambien de vida, laicos no den rodeo con el hombre tirado en el camino, jóvenes no den vueltas al asunto enfréntenlo ahora, niños aprendan que ser felices es ayudar a los demás no piensen en sí mismos como el que le pregunto a Jesús, denlo todo por los demás, como monseñor Romero lo dio todo, como Jesús lo dio todo, como muchos lo han dado todo...

¡Vete y haz tú lo mismo!...

NO se puede trabajar por el bien de la humanidad mientras no se asuman los valores del Reino, se pida la gracia de ser fiel a ellos y se reconozcan las sombras personales que pueden entorpecer la obra de Dios en nosotros y los demás.

¡Vete y haz tú lo mismo!...

Basta pensar solamente en la ola de criminalidad que azota a todos nuestros países, muchos pobres que con violencia atacan y despojan de lo poco que tienen a los mismos pobres; pero, un abismo separa a éstos de los supremos salteadores, quienes han destrozado la vida de las mayorías populares asaltando la inocencia de niños y jóvenes, cercándoles hasta no dejarles más remedio que ser criminales. Ellos caerán con su misma violencia: Los que se benefician del narcotráfico, la pornografía, el trabajo infantil, las inhumanas empresas manufactureras, el deterioro de la agricultura, el robo del agua, los corruptos medios de comunicación social, el tráfico de armas, las guerras y el capitalismo salvaje que devora todo a su paso. Estos son los verdaderos salteadores, los que abusan de sus esposas, de sus fieles, de sus trabajadores, reconozcan su pecado y tómenlo en sus brazos y corazón y cambien la situación...

¡Vete y haz tú lo mismo!...

San Vicente de Paúl nos recuerda que entre los pobres se encuentra la verdadera religión, esa gente que no tiene nada excepto a Dios, quien con entrañas de misericordia vela por ellos y les libera (cuantos pobres no se sacrifican por sus hijos, por los de sus vecinos, se hacen favores, son héroes, buscan la manera de no ser salteadores, de no pasar por caminos donde los asalten etc.). Sólo así seremos Buenos Samaritanos, que habiendo descubierto el Reino de Dios en nuestras vidas, le comunicamos a toda la sociedad para que ésta se ilumine con el amor de Dios y dé el lugar merecido a los preferidos del Señor: Los pobres, a quien Jesús no se cansa de llamar: ¡Bienaventurados!

¡Vete y haz tú lo mismo!...

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