viernes, 14 de mayo de 2010

¿QUÉ PERSONAS CAÍDAS DEBO LEVANTAR?

San Lucas 24, 46-53

Este Domingo celebramos la fiesta de la Ascensión. En los tres textos, el relato de la Ascensión está unido, al envío de los discípulos para predicar la Buena Noticia a todos los pueblos. Es la misión de todo bautizado. Jesús no deja lugar a dudas, en cuanto que esta experiencia de discipulado sigue el camino de la pasión, muerte y resurrección.

Siguiendo el texto de Lucas, Jesús envía a proclamar el arrepentimiento, el perdón de los pecados y la conversión de todas las naciones empezando por Jerusalén. En primer lugar predicar el arrepentimiento es una contradicción porque Jerusalén es la Ciudad Santa (o pos lo menos así se creen será ¿que yo también me creo santo?), pero también el centro del poder religioso y el político que se han apartado del proyecto de Jesús, por tanto son los primeros donde se debe anunciar la Buena Nueva. En nuestros países también debemos anunciar la conversión y el arrepentimiento en los Senados, Congresos, Cámaras Legislativas, Alcaldías en todos los centros de poder, quizá no esperando su conversión pero para que sepan que están en contra del proyecto de vida y justicia de Jesús. Y también porque los pecadores y los enfermos son los que necesitan del médico y no los sanos.

En segundo lugar, se proclama el perdón de los pecados. Es el gran anuncio de una Buena Noticia: la misericordia de Dios, su amor gratuito. Es la alegría de que Dios no está pensando en vengarse sino en perdonar, en acoger a la persona pecadora, en sanarle del pecado que corrompe su vida, en liberarle de la esclavitud, en quitarle su ceguera. En resumidas cuentas, devolverle la vida a quien estaba muerto. Pero está claro, también, que no puede darse el perdón de los pecados mientras no exista arrepentimiento. Dicho arrepentimiento debe llevarnos a buscar un cambio de vida, la restitución de quienes han sido víctimas de nuestra injusticia y dejarnos cambiar el corazón de piedra por uno de carne. Es asumir los sentimientos y acciones de nuestro Padre Dios: misericordia que es justicia y justicia que es misericordia. ¿Estoy dispuestos a perdonar a mis vecinos en el barrio, en el cantón, en la parroquia, en la comunidad y aún a miembros de mi propia familia?

El mensaje de Jesús es tan poderoso que en los tiempos que se escribió Lucas (70-80 dC) ya había llegado a Roma centro del poder, de la opresión, de la idolatría, de la injusticia y bien sabemos que el cristianismo llegó a vencer el poder gracias a la sangre de muchos mártires, y lo que inició en Jerusalén con la oración y la bendición de la comunidad a Dios se propagó y cambió la vida de muchas personas y muchas personas caídas fueron levantadas y con su testimonio levantaron a otras, pero siempre en comunidad.

La Ascensión de Jesucristo es la manera como las primeras comunidades cristianas manifiestan que la resurrección de Jesús es real y concreta, y que asumir esa experiencia resucitada y resucitadora en nuestra historia es no olvidar que la última palabra no la tiene la muerte, no la tienen los asesinos, ni los que oprimen, ni los injustos, ni los poderosos. La última palabra la tiene Dios, nuestro Padre, aquel que garantiza la vida y que no es imparcial, pues su preferencia es por las víctimas, por los pequeños y débiles, como lo muestra el evangelio de esta semana que Jesús fue llevado al cielo porque se reconoció en él al Mesías, al profeta, al siervo sufriente asesinado injustamente, por eso Dios lo llevó consigo y lo acogió en su seno.

¿Qué vamos a hacer a partir de hoy ante la violencia que nos rodea? ¿Cuál será nuestra actitud ante el narcotráfico y la drogadicción en mi comunidad? ¿Cuál será mi actitud con tus hermanos y hermanas que están muriendo de frío e indiferencia? ¿Cuál será mi compromiso ante la realidad social de mi comunidad y país? ¿Hoy qué me cuestiona Jesucristo, de mi actual forma de vida?, ¿será que como estoy viviendo soy merecedor de ser llevado al cielo o más bien la infierno?

Recordemos siempre que la Ascensión es la del hombre justo Crucificado-Resucitado. Dios les bendiga y les ayude a vivir la recuperación de una vida digna para todos nuestros hermanos pobres del mundo. Y preguntemonos ¿qué perosnas caídas debemos levantar?.

PD: Uno de nuestros más de 500 lectores del mundo a quienes se les envía la reflexión ha sido amenazado de muerte por proclamar el verdadero Evangelio de Jesús. Esperamos que este texto te reconforte y de ánimos, cuenta con nuestra oración y si te ha llegado la hora de la Ascención pide fuerzas a todos los mártires y adelante. (Aunque la prudencia y la comunidad nos necesitan no debemos acobardarnos ante el miedo)

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