viernes, 30 de abril de 2010

AMAR A AMÉRICA LATINA QUE SUFRE EL NEOLIBERALISMO


SAN JUAN 13,31-35
El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos; fue una conquista de la humanidad. Sin embargo, antes y después de la promulgación de los Derechos Humanos siguieron los enriquecimientos a costa de los empobrecimientos. Es lo que popularmente se describe como: “Cada vez hay más personas pobres y más pobres cada una de ellas; y al mismo tiempo, menos personas ricas y más ricas cada una de ellas”. ¿Dónde está la trampa? ¿Cómo es posible hablar del derecho a la igualdad y haber al mismo tiempo márgenes escandalosos entre los ricos y los pobres? ¿Por qué se puede vivir en la legalidad y violar los Derechos Humanos? La verdad es que los poderosos son tan astutos que saben hacer valer su voluntad aún en contextos de “gran humanidad” como es el nuestro, pues contamos, no sólo con los Derechos Humanos, sino también con la Cruz Roja y ONGs que están a favor de la vida.
Actualmente pasa un fenómeno interesante de violación legal de los derechos humanos. Veámoslo con un ejemplo. La familia Ortega Zamora1 está integrada por una pareja joven: Ramón y Mariela y su niño de ocho años, José, que estudia en una escuela cercana al barrio en que viven. Ramón y Mariela, por venir de familias pobres, no estudiaron en la universidad y les ha correspondido siempre trabajar como obreros en empresas, donde ganan el salario mínimo. Con frecuencia no gozan de todas las prestaciones sociales que deberían recibir, pero no se quejan por temor a perder el trabajo. Por desgracia todo el esfuerzo que realizan no se ve reflejado en una vida digna. El dinero no alcanza para pagar todos los servicios, el estudio de José y la niñera que lo cuida, los alimentos, los gastos de salud, etc. Hace tiempo que no hacen un paseo juntos, e incluso casi ni se ven. Ramón desde hace varios meses está buscando un trabajo nocturno para aumentar el ingreso de la casa. Mariela, además de su trabajo semanal, los fines de semana vende comida rápida en la calle principal de su barrio. Ramón y Mariela, las pocas veces que se ven discuten mucho por todo tipo de cosas. Manejan un estrés tan alto que no hay quien los aguante. Ambos han sido infieles como pareja y piensan separarse porque sienten que ya no se aman. Entre tanto José sufre mucho, casi todas las noches llora, pero no dice nada a nadie; lo que más desea es que sus padres no peleen tanto, jueguen con él fútbol y le compren el helicóptero rojo de la tienda. Ha empezado a tenerle miedo a su papá y a veces siente odio hacia él porque maltrata a su mamá. El único respiro que tiene José es salir a jugar todas las tardes con sus amigos de la calle. ¿Cuál será el desenlace de la familia Ortega Zamora?
Muchas familias de América Latina viven como Ramón, Mariela y José: entre el miedo, el odio y la desconfianza. Detrás de todo esto está una violación legalizada de los Derechos Humanos. Las familias son destruidas por un sistema económico que no les da la oportunidad para vivir en armonía. Es un sistema que aleja a las personas, les roba todo el tiempo de sus vidas para ser usados en la producción y al final les quita los sueños que una vez tuvieron. Ese sistema se llama neoliberalismo, fue creado por unas cuantas personas y hoy es aplicado en casi todos los países del mundo.
En tiempos de Jesús también existía un sistema económico, político y religioso que no daba iguales oportunidades a todos; ante ese mundo Jesús tomó una posición concreta que podemos descubrir leyendo la Palabra de Dios. El evangelio de hoy nos ubica en la Última Cena de Jesús con sus discípulos. Él está muy conmovido porque ha llegado la hora de padecer la violencia antes que cometerla para mostrar la “estupidez” de los violentos. Es el modo particular que tiene Él para desenmascarar el mal. El momento es tenso y se agudiza aún más cuando Judas abandona la Cena para entregarlo. Entonces Jesús dirige unas palabras a los que aún permanecen con Él en la Cena, antes de ser interrumpido por Simón Pedro.
En primer lugar Jesús les dice que ahora Él va a ser glorificado. La gloria, en el evangelio de Juan, tiene que ver con el dar frutos que den vida en abundancia para todos los seres humanos. En tiempos de Jesús muchos campesinos habían perdido sus tierras y cada vez se les hacía más difícil vivir. Jesús es glorificado no porque resuelva los problemas de todos los campesinos sin tierras, sino porque es perseguido a muerte por luchar para que esos campesinos tengan vida en abundancia. En segundo lugar, Jesús les dice que poco tiempo va a estar con ellos. Él es consciente de la muerte inminente que le espera, porque no es posible tener la vida asegurada cuando se ha optado activamente por un proyecto de vida denunciando el proyecto de muerte. Sin embargo, para Jesús, morir no es derrota, porque entregando su vida Él mismo es semilla de nuevos Cristos. Y en tercer lugar, Jesús les da un mandamiento nuevo: el amarse los unos a los otros como Él los ha amado, siendo esta la señal de que son discípulos suyos. Jesús pide como condición
para ser discípulo de Él que amen como Él amó. El primer destinatario de ese amo debe ser la misma comunidad de discípulos, pero también el mundo entero: los ricos y los pobres, los amigos y los enemigos. El amor de Jesús no es un sentimiento, sino una praxis (acción), pues no es posible amar y dejar que el ser amado viva en condiciones miserables de vida. Por último, el amor de Jesús no tiene límites. Él ama hasta el extremo de oponerse frontalmente a todos lo que quieren perpetuar un sistema económico, religioso y político que favorece a unos pocos en detrimento de muchos. De hecho su oposición le costará la vida.
Jesús fue enviado al mundo para amarlo, es decir, para procurarle una vida abundante; y eso fue lo que hizo hasta el final. Ya cerca de su muerte, como un modo de perpetuar la lucha que Él había realizado, envía a sus discípulos a hacer lo mismo que Él: amar. El mundo en que hoy vivimos, como vimos antes, está lleno de injusticias legalizadas y navega en las lógicas del neolibealismo. ¿Qué significa, para un cristiano de hoy, amar a este mundo para que tenga vida en abundancia? Las respuestas podrían ser múltiples, pero aquí damos algunas pistas: 1) Sentir repulsión por realidades como las de la familia Ortega Zamora; 2) Creer que otro mundo es posible; 3) Desear con todas las fuerzas, la mente, el corazón y, en definitiva, con toda la vida, que este mundo cambie, es decir, que el neoliberalismo caiga; 4) Organizarse con otros para hacer realidad ese mundo nuevo, donde los Derechos Humanos de todos sean respetados; 5) Comprometerse con un proyecto que remueva los cimientos del sistema neoliberal y al mismo tiempo dé paso a un sistema económico solidario y asociativo, como el de las cooperativas; y 6) No renunciar a esta lucha nunca, aunque cueste la vida.
El Amigo de los Pobres hoy cumple cuatro años, eso nos llena de alegría, pero también nos cuestiona. ¿Hemos sido coherentes con todo lo que nosotros mismos hemos escrito? ¿Este espacio en verdad está siendo luz en medio de la oscuridad? Quizá los lectores, a quienes agradecemos profundamente, podrían contestarnos y ayudarnos también a caminar cada día más en el Camino de Jesucristo liberador.

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