viernes, 20 de febrero de 2009

A TI TE DIGO, LEVÁNTATE TOMA TU CAMILLA Y VETE A TU CASA...

Miguel es un campesino desplazado del departamento de Antioquia en Colombia, Los grupos armados y la violencia lo hicieron salir de su tierra que por tantos años trabajó, desafortunadamente no salió bien librado, pues asesinaron a su esposa a la que por tantos años juró amor frente a Dios, a dos de sus hijos se los secuestraron y les privaron de tener sueños como los de tantos colombianos que hoy viven el secuestro, la diferencia es que ellos no son personajes públicos como los que presentan por la TV, sin necesidad de mediadores políticos, solamente contando con la mediación de Miguel liberaron a uno de sus hijos (también llamado Miguel). Una de sus hijas fue violada y con ello perdió la inocencia de ser una niña, la otra hija en el momento de salir cayó del vehiculo donde se trasportaban y sus piernas fueron molidas por las llantas, en fin, si siguiéramos contando todo lo que les sucedió en el momento de su partida nos harían falta páginas para describir esta cruel realidad.

Actualmente viven en uno de los barrios de la periferia de Bogotá, donde llegan muchas familias con las mismas realidades. La pobreza y la miseria hacen que estos barrios se conviertan en centros de delincuencia y donde también operan grupos armados. Pareciera que la suerte no le sonriera a Miguel y a su familia, en pasados días uno de sus hijos fue acusado por una niña de haber sido tocada, la reacción no se hizo esperar por parte del padre de la niña, e intentó atentar contra la vida de aquel joven que según diagnósticos médicos es enfermo siquiátrico, aquel muchacho le dieron dos días para salir de este barrio o sino su vida correría peligro, otro sufrimiento que padece Miguel junto a su golpeada familia, ya no sólo son desplazados del campo, sino también de la ciudad, ¿dónde podrán vivir tranquilos?. El odio, la venganza, la violencia hacen del hombre un ser que no puede perdonar.

Estas situaciones que nos va presentando la vida diaria nos hace preguntar ¿Qué puede hacer Dios ante esta realidad?. El evangelio nos presenta algunas pistas para iluminar estas realidades tan complejas y tener un mensaje de esperanza para los pobres que viven en estos ambientes tan complicados y a la vez debe ser un mensaje para los que son indiferentes a las condiciones degradantes que vive el pobre.

El evangelio de Marcos en este domingo nos presenta el relato del perdón y sanción de un paralítico. Nos centraremos en la pregunta que lanza Jesús a los escribas: “¿qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decir: levántate toma tu camilla y anda” Seguramente para los escribas quienes conocían muy bien de la ley, les quedaba más fácil sanar al paralítico que darle el perdón a un hombre, pero para Jesús es más fácil perdonar los pecados; se debe tener en cuenta que en este tiempo no sólo Jesús era el que sanaba, recordemos el pasaje donde un hombre expulsaba demonios en nombre de Jesús (Mc. 9, 38- 40) o el de Simón el mago en (Hch 8,9 ss). Pero, existe otra razón y era la que más escandalizaba a los escribas y era que Dios no podía otorgar una participación de autoridad a un hombre del “común”, por tanto las palabras de Jesús resultaban sin sentido y sin fuerza, por esta razón era escandaloso que Jesús quisiera tomarse la potestad de Dios de perdonar los pecados.

Con las palabras: “A ti te digo, levántate toma tu camilla y vete a tu casa” Jesús demuestra que su palabra es palabra de autoridad, que no es dada por si sólo sino cimentada por el Padre. Jesús ratifica sus palabras con el milagro y por tanto le da autoridad de perdonar los pecados.

Es importante resaltar que este perdón se da también por la fe que tienen las cuatro personas que llevan al paralítico, pues Jesús fija su mirada en ellos y conoce la fe que tienen y de inmediato pronuncia las palabras de perdón. El perdón y la sanación se dan por la autoridad de Jesús y en especial por la fe. Podemos decir que la comunidad de Marcos al narrar este hecho quieren reflejar una experiencia de perdón que debe llevar a una sanación y con ello una verdadera unión con Cristo y con los hermanos, el paralítico experimentó el perdón y la sanación, ahora le queda de su parte levantarse e irse a su casa y ser testigo del perdón de Dios, entre sus hermanos, familiares, amigos y enemigos.

Hoy la pregunta es si Miguel junto con su familia experimenta el perdón y la sanación dentro de la sociedad y muy seguramente la realidad nos responderá que no. La sociedad que lo rodea es como esa muchedumbre que agolpaba a Jesús y obstaculizaban el paso para que el enfermo no pudiera acceder a la presencia del Señor, es una sociedad que obstaculiza cometiendo asesinatos, violaciones, secuestros, una sociedad que trata de hacer perder la perseverancia de descubrir el rostro de Jesús cometiendo miles de injusticias con el desvalido, anestesiando al pueblo con “pan y circo”, es de esta forma que se va perdiendo el sentido de búsqueda del Señor. La actitud de los cuatro que llevan la camilla y hasta abrieron el techo de la casa donde estaba Jesús es un ejemplo de perseverancia, esperanza y fe en Jesús, este ejemplo es el que debemos tomar cada uno de los cristianos, no desanimarnos ante las contrariedades de la vida, si perdemos el sentido del seguimiento no estaremos siendo seguidores del Señor, sino una multitud aglomerada que impide el paso de los que quieren buscar al Señor, Miguel nos puede hoy también dar un ejemplo, a pesar que la vida no le sonríe de la mejor manera, se mantiene firme en una fe, aunque la sociedad no le perdone la falta de su hijo, a ellos se les podría decir como a tantas familias que han vivido la mismas situaciones, que se levanten, tomen su vida y vivan el perdón y la sanación porque afortunadamente Dios no los condena, pues ellos son sus predilectos y por ellos se hizo pobre y murió en una cruz y también resucitó y hoy da una esperanza de liberación para que se haga una revolución del amor y ésta sea un signo de contradicción en un mundo que se le ha olvidado los valores del reino como lo es el amor, la justicia, el perdón…

Para el mundo de hoy ¿qué será más fácil? Un milagro o un perdón. Seguramente seguiríamos en la misma actitud de los escribas, creeríamos primero en el “milagro” por que hoy muchos pueden hacer “milagros” y nos gusta más lo extraordinario, lo novedoso, lo que causa impresión, pero cuando tocan nuestro orgullo nos queda difícil perdonar. Pidamos al Señor de la vida que regale a los ofendidos y a los ofensores la gracia de experimentar el perdón y este nos lleve a una verdadera sanación de nuestras vidas.

Oremos por las familias desplazadas a causa del conflicto armado en colombia

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