viernes, 4 de junio de 2010

CORPUS CHRISTI: EL MILAGRO DE LA SOLIDARIDAD

Lucas 9,11b-17
La solemnidad de Corpus Christi que celebramos este domingo se enmarca dentro del tiempo ordinario, fue instituida el 8 de septiembre de 1264 por el Papa Urbano IV, mediante la bula Transiturus hoc mundo. Antes se celebraba en día jueves, pero desde hace algunos años las conferencias episcopales de Latinoamérica han trasladado esta fiesta hacia el domingo después del jueves de Corpus.

La liturgia nos propone el texto conocido como “La multiplicación de los panes”, a continuación profundicemos en este segmento del Evangelio para descubrir sus significados profundos:

Se afirma que Jesús acogía a la gente, les hablaba del Reino de Dios y curaba a los enfermos. Jesús se constituye en esperanza que acoge a los desposeídos a manos del poder romano, es Buena Noticia en medio de muchas y prolongadas noticias malas para los excluidos. Esa acogida es signo patente del Reino de Dios del que Jesús les hablaba, un Reino que se construye aquí y ahora porque ya ha llegado a nosotros, la curación de los enfermos es signo de esa presencia salvadora.

El texto afirma, pues, que la gente está en aquel lugar retirado muy a gusto con Jesús, pero se ha acercado la hora de partir, el día va cayendo y las tinieblas asechan. Los apóstoles invitan a Jesús a despedir la gente, éstos deben movilizarse para conseguir qué comer y dónde alojarse. El relato toma un giro impresionante, hasta acá Jesús no ha intervenido activamente en el texto, cuando lo hace pone en jaque a sus apóstoles, les dice: “Dénles ustedes de comer”. Con ellos, los apóstoles no tienen más que cinco panes y dos pescados y ante lo limitado de los recursos optan por ofrecerse a ir en búsqueda de los necesitados alimentos, pero ¿De dónde saldrá el dinero para comprar?, nada será suficiente, hay como cinco mil hombres en aquel lugar.

Es irreal cualquier intento de cumplir lo que Jesús les pide, con sus propias fuerzas no lo lograrán; sabiendo Jesús que los ha llevado al límite de sus capacidades, les ordena que sienten a la muchedumbre en grupos de cincuenta y ellos lo hicieron así. Cincuenta, en el lenguaje bíblico, es signo de bendición total, de presencia sobre abundante de Dios: 7x7= 49 +1, que es el día en que se alaba solemnemente a Dios por su bondad.


A continuación, Jesús realizó cuatro acciones: tomó los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Es preciso destacar que Jesús no hace un milagro extraordinario, más allá de lo inexplicable, todo lo contrario, sólo bendijo y partió, ambos verbos revelan la acción extraordinaria de Dios que se hace presente en el ordinario “sálvese quien pueda” de nuestro mundo desigual en todas sus épocas. El texto reitera: comieron todos hasta saciarse y se llenaron doce canastas con los trozos sobrantes.

El milagro de Jesús no consiste en la manipulación de la naturaleza, sino en el bendecir las carencias para partir los recursos limitados y generar solidaridad. Este texto extremadamente simbólico revela a través de su narrativa una teología más milagrosa y portentosa que la aparentemente contenida: Jesús suscitó la solidaridad. El verbo partió va más allá del simple hecho de partir en pedazos minúsculos lo que no puede saciar a la muchedumbre. Fue la solidaridad lo que hizo que Jesús multiplicara los panes y que todos, compartiendo lo poco que tenían, pudiesen compartir una suculenta comida, no sólo anticipo del Reino futuro, sino presencia plena del Reino de Dios en la Tierra.

Ante el hambre de muchos, nosotros, como los apóstoles, deseamos multiplicar los panes, pero nos vemos limitados y frustrados, los que aguantan hambre son bastantes y cuantificables los que fallecen por esta causa. Sólo en el partir encontramos la solución, primero, partiendo nosotros lo que somos y tenemos con aquellos que están hambrientos; segundo, comprometiéndonos a realizar un cambio sistémico para que a nadie le falte el pan y todos tengan suficientes panes y peces para quedar hartos de salud, educación y vida plena; tercero, este texto nos deja ver qué es y debe ser el Corpus Christi, qué significa que Jesús camine por nuestras calles y qué significa que se halla partido y compartido, ejemplo que estamos llamados a seguir. ¿Quién saciará el hambre de los miserables de El Salvador? ¿Quién saciará el hambre de los afectos de la tormenta Ágatha? ¿Quién saciará el deseo de sueños de libertad de los colombianos contrarios al proyecto de la U? Nosotros, ese es nuestro compromiso.

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